Capítulo 50

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Solo después de diez largos y eternos días de caos por el incidente en el palacio, y durante los que Noli no quiso saber nada más del mundo, fue que se atrevió a salir de su cuarto.
Solo porque su padre le había preguntado por su estado y le advirtió que no podría pasar más tiempo sin ayudarle a su tía. Hizo lo que debía, casi automáticamente y sin entusiasmo alguno. Sentía un profundo dolor dentro de sí del cual no estaba segura de dónde se alojara especificamente. Ahora no sabía cómo dirigirse a su familia ni podía ver a los ojos a su padre sin sentirse culpable. Tampoco sabía cómo contarles lo sucedido a sus amigos o tan siquiera considerar si de verdad lo haría.
Se sentía tan mal consigo misma que eso le impedía pensar en hacer algo por repararlo. Sus emociones estaban rotas y su corazón era una montaña de polvo que se almacenaba dentro de su cuerpo. Se sentía tan débil y traicionada. No podía creer que se había enamorado de una persona que no le había hecho más que traerle un desastre a su vida, odiaba a quien ahora se hacía llamar su esposo y no quería volver a verlo a pesar de las veces en que a su mente brotaban aquellos recuerdos en donde estuvieron juntos y su mundo pareció desaparecer. Quería dejarlo de una vez por todas, soltar lo que todavía alcanzaba a asentir por él y se recordaba a sí misma el daño que le había provocado, que todo aquello había sido un error y que no debería de querer seguir alojándolo en su vida. Aceptaba que habían tenido muy buenos momentos, gratos y llenos de felicidad y adrenalina, momentos en los cuales se llenó de fuerza y vitaleza, pero que se habían consumido en cuanto supo la verdad. Una verdad en la que apenas y sabía poco.
Deseaba ir hasta Lukas y exigirle que le contara todo, quería hacerlo para poder despedirse de una mejor manera de su libertad, pero no sabía  si tendría fuerzas para soportar el resto de esa historia, no se sentía preparada para aceptar su nueva realidad. Por momentos, llegaba a extrañar la calidez de ese cuerpo que le llegó a tomar cariño, pero cuando veía mejor las cosas, no toleraba creer en lo que había pasado.
Incluso recordaba aquellos sueños que tanto anhelaba, en lo que tenía pensado hacer una vez que su matrimonio estuviera cancelado. La vida que tendría y lo bien que se las arreglaría estando sola, pero eso ya no estaba y creía que nunca había servido de nada creer en sus sueños.
Lloraba día y noche, su aspecto se había deteriorado más pronto de lo que podría haber imaginado y, aún así, se sorprendía de la rapidez con que las cosas podían cambiar. Se sentía incapaz de adaptarse a esa nueva vida, lo que ella representaba y lo que se supone debería de estar haciendo en ese momento: cualquier cosa menos lamentándose en su cama.
A veces quería dejarse llevar, acabar con todo y simplemente evitar esos problemas, pero era una decisión mayor, tan grande que no tenía el valor para decidir.
Una parte de ella no paraba de recordarle que todo lo que había hecho la había llevado a esa situación, a ese lugar, como si ella se lo hubiera buscado. Pensaba que a veces lo merecía por ser mala hija, mala amiga y ahora mala esposa. Sus pensamientos no paraban de torturarla en todo momento, consumiéndola sin piedad.
Sabía que todo el daño algún día se iría, sabía que en algún momento se sentiría mejor e intentaba aferrarse a ese pensamiento, a esa vaga sensación esperanzadora. Pero no estaba segura de cuánto tiempo podría tardar, ni si realmente lo tendría. No sabía qué reparar ni por donde empezar, entonces concluyó que lo único que necesitaba en ese momento eran respuestas, necesitaba saber más sobre la verdad. Después sabría qué hacer con ella.
Requirió que hiciera un gran esfuerzo por recordar las indicaciones que le había brindado aquel misterioso chico que conoció en el club y, cuando llegó hasta el final de aquel pequeño laberinto, tocó con la mayor sutileza que pudo aquella puerta que la ponía nerviosa.
-Entra -le dijo Tabina.
Noli pasó sin decirle nada. Había decidido no gastar aliento más de lo necesario, creyendo que sus palabras la habían llevado a causar todo aquel embrollo.
-Veo que el aislamiento no te ha sentado bien -señaló mientras la observaba de pies a cabeza, deteniendo su mirado en su capa negra y la forma en que ocultaba su rostro. Noli ya no sonreía, ya no hablaba con nadie y su voz ahora sonaba rasposa y lejana. Sobrevivía día a día sin ningún motivo. Sentía que lo había perdido todo.
-Cuéntamelo todo -pidió desganada.
-¿Qué es todo?
-Cuéntame toda la verdad -dijo antes de sentarse sobre el suelo, justo frente a ella y su fuente de conocimiento.
Tabina suspiró y Noli pensó que era el primer gesto humano que le había visto hacer aún con su tenebrosa apariencia.
-Conoces ya parte de la verdad.
-Cuéntame toda la verdad -insistió.
-Sé lo que quieres oír. Pero no son esas palabras las que deben salir de mi boca. Sabes, muy en el fondo, que alguien más debe explicártelo.
Noli desvió la mirada.
-Cuéntame lo que sepas.
-Lo que tu quieres son pruebas, no que te repita la misma historia. Necesitas algo que te sirva para refutar lo que pasó porque, realmente, aún no te permites creerlo.
Noli asintió, rendida, frente a aquella sabia mujer.
-Si quieres que te lo cuente, primero debes destaparte la cara -exigió.
Noli atendió a lo que decía, muy lentamente, e intentó alisarse el cabello que no se había molestado en peinar. Sus manos habían recobrado un poco de movilidad cinco días después del sometimiento, pero aún le seguían doliendo las articulaciones y no se atrevía a utilizar ni una pizca de sus dones. No había asistido con ningún restablecedor y tampoco tenía pensado hacerlo, no después de lo vacía que se sentía. Iba a evitar a toda costa que le fueran a dar otra noticia aún peor sobre ella. Tampoco había hablado con Lena ni con Marcus, no quería responder a sus cartas ni tampoco quería contarles nada. No hasta que estuviera segura de toda la verdad. No hasta saber que lo que apretujaba su corazón era real y no algo que solo había llegado para terminar de joderle la vida.
-No es odio ni enojo lo que sientes -señaló.
Noli se encogió de hombros, fingiendo desinterés.
-Sabes muy bien que mantenerte distante de los demás te hace más daño a ti que a los otros.
Ese comentario la hizo pensar en sus hermanos, en las veces que la habían ido a buscarla su habitación y ella simplemente se negaba a responderles. Sabía que, con la primera palabra que saliera de sus labios, se desbordaría por completo.
-Sé que estás herida, pero eso no te hace agresiva.
Las palabras tocaron fondo dentro de ella. Representaba una parte de lo que había estado pensando esos últimos días. Era solo un fragmento de lo que agraviada la culpa que había estado torturándola.
-¿Está leyéndome la mente? -se aventuró a preguntar.
-Eso no es posible. Solo leo tus emociones.
Noli cabeceó en dirección al suelo.
-Cuéntame toda la verdad -rogó.
-¿Por dónde empezamos?
-Comienza con "él".
-Tu compañero no mentía, lo estuvo planeando todo. Vino a mí en varias ocasiones, supo hacer preguntas exactas sobre lo que estaba por venir, por pagos justos, y así pudo comenzar a formar lo que necesitaba para la guerra.
No se detuvo a preguntar sobre lo que Lukas había tenido que dar a cambio para conseguir información sobre el futuro.
-¿Qué tipo de guerra?
-Una que nos puede matar a todos, por eso debes estar con él. Deben ser aliados más que esposos.
-¿Por qué lo hizo?
-No quiero responderte a eso. Sabes tan bien como yo que él es la única persona que puede responderte.
Noli guardó silencio. Aceptó que tenía razón acerca de que había ido ahí con el único propósito de encontrar pruebas, necesitaba que le demostraran qué era lo que los demás le habían dicho. Tenía que saber, con exactitud, que tipo de destino le esperaría de ahora en adelante.
-¿Qué soy? -preguntó con temor.
-La diosa superior.
-Eso no existe.
-Ahora existe.
Noli la miró con recelo.
-¿Y eso qué significa?
Tabina comenzó a juguetear con su cabello, separándolo con sus largas y oscuras uñas como si hablar sobre ello fuera algo de lo más trivial.
-Los dioses que conocemos solo podían manejar un don o dos, a pesar de que tenían unas cuantas combinaciones de otros que fueron renovándose y evolucionando. Era predecible que algo saldría de todo eso a pesar de que estuvieran muertos, los genes no dejan de transmitirse y, la diosa superior, tiene el poder de manejar todos los dones. Eso te hace poderosa y peligrosa a la vez.
Noli reprimió una risa.
-No es posible, mírame, yo no soy capaz de... -No soy capaz ni de levantarme por las mañanas. No soy capaz de pensar en una solución efectiva para mantener todo el orden por al menos un corto tiempo. No soy capaz de cumplir con las expectativas de los demás-, no puedo hacer todo eso.
-¿Y todas aquella ocasiones en que has curioseado la manera en que los demás usan sus dones?
-Eso no prueba nada. Cualquiera puede tener indagar en eso y no los hace especiales -le reprochó.
Tabina alzó ambas cejas, del mismo tono dorado que los bucles de su cabello.
-Puedes manejar las esferas de luz, eso lo has hecho varias veces con tu amigo -señaló con orgullo.
-Eso es sencillo, solo se tiene que mantener...
-No lo puede hacer cualquiera -la interrumpió-, tu príncipe no pudo hacerlo. Además, cuando lloras, las luces te responden solas.
Recordó aquella ocasión en que corrió a desahogarse en los túneles, intentando pensar en cuántas lámparas estaban encendidas antes y después de irse.
-No lo recuerdo con exactitud, pudo haber sido una simple coincidencia.
-¿Y es una coincidencia que hagas música con la lluvia?
El recuerdo melancólico de ella sobre el alfeizar de su ventana la hizo entreabrir levemente los ojos. No se dejaría impresionar por lo que esa mujer dijera, aunque todo lo viera y estuviera dando en el tino de todo el asunto.
-Eso no es música, no se compara con lo que los cantores pueden hacer.
-Pero puedes tocar flores de fuego sin quemarte.
-Eso seguramente es por mi descendencia de forjador, e incluso ni siquiera lo puedo manejar...
-Pero sí que sabes manejar los dones de los proveedores.
-Solo porque lo he visto toda mi vida, pero soy un desastre con la comida de todas formas -dijo poniendo los ojos en blanco.
-No lo fuiste cuando los guardias te hicieron una prueba.
Noli maldijo internamente, eso no lo podía negar y le interesaba.
-Solo porque he visto a mi madre hacerlo. Es parte de lo que mi familia me enseña.
-Claro, pero ¿tu familia te enseñó a mover rocas? -inquirió acercándose a ella y provocando olas dentro de su contenedor de agua.
Noli abrió la boca para reprochar, pero la volvió a cerrar.
-No tienes contacto cercano con ningún pedernal y, aunque lo fuera, saliste del pozo tú sola.
-Creo que fue más como un instinto de supervivencia.
-No creo que lo sea tomando en cuenta tus cicatrices.
-¿Qué pasa con ellas? -preguntó alarmada.
-Cuando tienes un corte, el sangrado se detiene rápido, ¿no? -Noli asintió-. Y después de dejar de tomar aquel tónico que creíste que solo empeoró las cosas, ¿cómo han sido?
Noli no tenía ya casi marcas de sus ataques posteriores a ello, en realidad, ahora cerraban más pronto e incluso dolían menos. No había tenido que recurrir a Lena para que desapareciera esas marcas.
-¿Un dios podía hacer eso? -inquirió.
-Claro que podía, se mantenían en buen estado y se cuidaban mucho, tanto que incluso tenían sus propios centinelas. ¿Puedes saber de quién se tratan?
Pensó en Marcus y Lena.
-¿Dos personas?
-Ni siquiera son personas, tan solo se trata de criaturas oscuras y feas que vagan por el mundo espantando a los demás para poder encontrar a un dios al cual servirles.
-¿Los karivirus? -preguntó absorta.
-Son fieles sirvientes, buscan ser aceptados para servir toda su vida e incluso dan la suya por su servidor y, aunque en mi opinión sus métodos son poco prácticos y demasiado ortodoxos -hizo una mueca-, lo único que intentaban hacer era llamar tu atención.
-Pero, mordieron a mi madre y... -recordó las pocas palabras que le habían dicho-. Me advirtieron, o algo parecido, que me alejada del príncipe, ¿porqué? -preguntó desconcertada.
-Seguramente creían que algún mal te iba a causar al relacionarte con él -Noli alzó la mirada de golpe-, pero deberías preguntarles tú misma.
-Entonces sabían lo que él planeaba.
-Dudo que lo hayan sabido, pero tal vez escucharon algo parecido, tienen oídos por todos lados.
Recordó lo bueno que había dicho Lukas que era para hacer correr rumores y creyó que, quizás, alguno se le había salido de las manos.
-Entonces, si él es un peligro, si me advirtieron que me alejara, debo hacer algo para que no...
-Lo estas mirando del lado equivocado y... -pareció considerar lo que iba a decir-. Creo que es momento de que te lo muestre, acércate.
Noli hizo lo que decía y se plantó frente a ella. Su imponente presencia la detuvo de hacer alguna otra pregunta, le parecía demasiado ya tenerla frente a ella.
-Solo mira -le dijo y movió las manos dentro del agua hasta que esta comenzó a tomar forma.
Noli comenzó a verse a sí misma y la manera en cómo era lanzada por unos guardias dentro de una habitación que jamas en su vida había visto. Por el color de su vestido, supo que eso había ocurrido el día del baile, cuando se infiltró para sacar el mapa. Notó la aparición del Capitán y la forma tan amenazante en que le hablaba, la manera en que ella se dobló bajo esa luz blanca que le produjo un dolor agudo. Mirándose ahí, contorsionándose y notando cómo sus dones parecían irse hasta que todo se detuvo y la obligaron a beber ese tónico amarillento del mismo tipo que ella había utilizado esa noche.
-¿Qué es eso? -quiso saber.
-Una habitación del rey.
-¿Qué...? ¿Por qué habría de existir algo así?
-No puedo decírte mucho, pero eso hace algo con los dones.
-Lastima, por su puesto, pero ¿para qué necesita algo así? -preguntó con sorpresa.
-Ojalá lo supiera.
Noli abrió más los ojos con sorpresa, no estaba segura sobre si Tabina no quería contarle o era verdad su ignorancia.
-Pero entonces... entiendo que no lo haya recordado -comenzó a pasearse en su lugar-, pero si algo me lastimó y le llegó a hacer algo a mis dones, no comprendo porqué siguieron funcionando cuando volví a mi celda. Estoy segura de que un cambio así lo hubiera notado aunque no supiera exactamente lo ocurrido.
-¿Acaso no lo viste? -Noli se detuvo y la miró-. No tuvo un efecto tan grande en ti porque la luz no te tocó por completo, no estabas sobre la silla y las consecuencias no fueron las previstas. Es algo que agradecer, tus dones son un regalo.
-Tener al alcance todos los dones no me parece un regalo.
-Es un regalo de los dioses -afirmó.
-Es un castigo de los dioses -corrigió.
-Pues entonces será una mayor bendición que tú nos vayas a gobernar.
-Nuca ha habido una diosa que gobierne, esta claro que no puedo ser yo -dijo señalándola con un dedo.
-Lo que pocos saben, y lo que no dicen ni los libros, es que los dioses fueron nuestros primeros monarcas. Y eso se va a repetir contigo.
Noli estaba atónita, sin saber cómo actuar a continuación. Aún tenía que abrir el Libro de los Susurros a pesar de su horrible trato, tenía que salvar a su madre. Pero posicionarse en otro lado, enfrentarse al trono y a las consecuencias que eso traería al tomarlo, si acaso llegaba a hacerlo... le causaba mareos.
-¿Ya vas a decirme cómo abrir el libro? -inquirió.
Tabina sonrió lentamente.
-El libro tiene dos llaves y tú eres una de ellas.
-Pero el anillo... no sé en dónde está.
-Lo tienes, busca en tu corazón, esta en un lugar protegido por ti. Pero ten en cuenta que, en cuanto lo abras, desencadenarás una serie de acontecimientos inevitables e inexplicables, debes tener cuidado y adueñarte por completo de los demás tres objetos de la leyenda lo más rápido que puedas. Úsalos a la vez.
Sabía que el libro contenía información valiosa y que todos eran importantes, pero no tenía idea de sus límites.
-¿Qué implica tener los cuatro objetos?
-Son las armas más poderosas del universo -dijo y movió un dedo para que se acercara, como si fuera a revelarle un gran secreto-. Mira, todos te podrán parecer perfectos y maravillosos, pero debes saber que ese conocimiento y poder, como todo, siempre tiene un costo -hizo una pausa y Noli se preparó para lo que fuera a decirle-. El Medallón de los reflejos te brinda protección, la posesión de todo, te puede librar de responsabilidades, pero también puede llevarte a perder el control. La Copa sin Fondo te da sabiduría y hace reales todos tus deseos, pero puedes perder la cordura en el proceso. La Espada sin Límites corta cualquier cosa y puedes proteger a otros, pero si te pierdes en su poder, no podrás defenderte ni de ti misma. El Libro de los Susurros te da la solución a casi todo, contiene las leyes inquebrantables de la naturaleza, te ayuda a vencer y dominar lo que sea, tiene todos los conocimientos de los dones, pero también sabe cómo anularlos. Todos juntos son un tesoro y una destrucción porque en ellos aguardan los secretos del origen de nuestro mundo.
Esta vez no dudó sobre cada una de las palabras, después de todo, ella ya había estado cerca de ver el potencial de aquellos objetos. Se preguntó para qué los querría el rey y lo que se proponía hacer, pero la idea se perdió cuando comenzó a pensar en los objetos por separado.
Recordó la primera vez que había estado cerca del medallón, lo cansada que se había sentido cuando ni siquiera lo había tocado.
-Algo pasó, ¿no es así? La vez que fui a buscar el primer objeto -inquirió con un mal presentimiento de que la respuesta no le encantaría.
-Fue cuando despertaron todos tus dones, fueron acomodándose para comenzar a brotar de ti. Bueno, los que aún se mantenían ocultos.
No estaba segura de cómo, pero eso le ayudaba a saber que, al menos, ese tipo de cansancio se debía a aquello.
-¿Y... yo qué debo hacer? -se atrevió a preguntar.
No se refería solo con respecto a sus dones sino también con su vida, lo que pasaría con ella.
-Protege a todos con tu vida, especialmente a los que más quieres. No dejes que alguien, ni que los objetos, caigan en manos equivocadas o será nuestro fin.
No sabía si realmente podría cumplir con ello tomando en cuenta que la última vez que había visto el Libro de los Susurros fue con Marcus, y esperaba que él lo mantuviera seguro.
-¿Pero cómo?
-No esperes que le dé solución a tu vida -comenzó a explicar, y Noli supo que era justo lo que quería-. Pero puedo decirte que tienes que despertar todo tu poder, todo el que estuvo contenido durante estos años.
-¿Años? -repitió.
-Tus dones vienen contigo desde que naciste, pero solo hasta que te acercaras a algo correspondiente a tu naturaleza, podrían comenzar a desarrollarse.
No sabía cómo lograr eso, le parecía una tarea totalmente imposible y aún no conocía todos los detalles, no sabía todo lo que estaba en juego ni lo que le costaría.
-¿Y...?
Tabina alzó una mano para indicarle que no dijera nada.
-Ya te he contado demasiado. Debes irte. Ya habrá tiempo para lo demás una vez que pienses en lo que te he dicho.
Noli giró, pero se volteó después de dar dos pasos.
-¿No va a pedirme un pago por todo lo que me has dicho? -aventuró a preguntar.
-Niña, después de que te atreviste a venir aquí, desarmada y con el alma rota, créeme que era lo mejor que podía hacer por ti. Era necesario que lo supieras y, además, justo ahora no tienes mucho que ofrecer y tampoco nada que perder.
Le dedicó una media sonrisa antes de voltearse y seguir su camino, hacia lo desconocido.
Se perdió entre las calles de regreso, no queriendo reencontrarse con las personas de siempre en un ambiente que no hacía más que agotarla todavía más. Su mente parecía estar fuera de ella y solo la arrasaba por lo inalcanzable.
Decidió sentarse en medio de la calle, sin importarle que algunas personas pasaran a su alrededor evitando pisarla. No le importaba ni siquiera si un grupo de guardia llegaba a arrestara o alguien intentaba quitarle las pocas pertenencias que llevaba consigo, no pondría resistencia. Sentía que había perdido cierta capacidad para sentir y razonar desde hacia unos días. Y mientras más pensaba, más recuerdos surgían, más cosas salían a la luz que tan solo le servían para refutar lo que Tabina, Lukas y el rey le habían dicho.
Solo se quedó ahí, con la mirada perdida y dejando que las demás cosas siguieran su curso, a pesar de que quisiera detener el mundo solo para poder arreglar algo de sí. Pero eso era imposible, mucho más cuando solo lo pensaba, así que se levantó y caminó bajo la fría lluvia y, con la mirada gacha, dejó que las gotas de lluvia disimularan las reacciones que tenía su rostro.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora