Capítulo 41

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-¿Lista?
Noli asintió y se volteó para volver a despedirse de sus hermanos. A ella tampoco le agradaba la idea de dejarlos al completo cuidado de su padre, pero les había dicho qué hacer en caso de que algo saliera mal. Esperaba que al menos lo recordaran.
Tomó la mano que le ofrecía Chainstom y se sentó al lado de él. Miró con envidia sus manos envueltas en las riendas que llevarían el carruaje, se suponía que sería ella quien lo conduciría, pero su padre había dicho que él lo haría mejor. Ignorando un momento su disgusto, se despidió de sus hermanos justo antes de que comenzaran a moverse.
-Me alegra verte así vestida, casi no había tenido la oportunidad -comentó Chainstom cuando dejaron atrás su lugar de residencia.
-Es solo un vestido. En el baile me viste con algo mejor que ésto.
-Lo sé, pero, aún así, no es muy común verte así.
-¿Así cómo?
-Tan contenta. Se te ve entusiasmada por este pequeño viaje.
Claro que estaba emocionada, encontraría el libro y el final de las respuestas que tanto había estado anhelando. Sus emociones tal vez no las podía ocultar por completo, pero sabía que ese chico no tenía nada que ver con todo eso.
El trayecto fue tranquilo, Chainstom no paraba de hacer observaciones en lugares de su distrito y Noli no dejaba de voltear a mirarlo, creyendo que él realmente no sabía en qué consistía su trabajo en la herrería ni que conocía mejor los lugares que él.
Justo cuando salieron de Septentrión, una tormenta los tomó por sorpresa y los detuvo causando que se refugiaran bajo una carpa hasta que se hubiera pasado. La brisa continuó y Chainstom le dijo a Noli que viajara en la parte trasera mientras él los seguía conduciendo a su destino o sino tardarían mucho más en llegar.
Cuando finalmente encontraron el alojamiento que les había indicado su padre, descargaron las cosas, se aseguraron de que cuidaran a los caballos y pidieron dos habitaciones, una al lado de la otra. Noli se despidió apresuradamente y se metió en su habitación sin decirle nada más al chico. Tendrían que hacer la entrega al día siguiente.
En cuanto notó que había un escritorio pequeño, dispuesto de todo lo necesario para enviar cartas, tomó una hoja y comenzó a escribirle a su padre. Antes de sellarla, escribió otra para Marcus, esperando que al fin hubiera encontrado al cuervo blanco. Un circunvolador no tardó en aparecer, ahora solo debía esperar.
Decidió desempacar y tomar una merienda antes de que terminara de caer la noche. Pero más que nada para pasar el tiempo y no pensar tanto en lo que Marcus y Lukas deberían de estar haciendo.
Marcus le había dicho que no podría estar mucho tiempo en Ocaso, sabía que ya se estaba arriesgando demasiado al haber ido a inspeccionar la noche anterior y esta, pero era necesario que alguien con influencias fuera a monitorear el área.
Hasta el momento, solo sabían de una persona con un tatuaje de cuervo blanco sobre su brazo, lo que los condujo a un bosque, al único bosque que había en Ocaso. Era la única pista, pero a Noli le bastaba para comenzar.
Antes de media noche, escuchó que alguien tocaba a su puerta y esperaba que Marcus no hubiera decidido hacerle una visita.
-Hola, Noli -dijo Chainstom mientras se colaba dentro de su habitación, antes de que ella pudiera objetar algo.
-Yo no te he pedido que entraras -puntualizó cerrando la puerta de mala gana.
-Exacto, no lo has hecho y es por ello que he tomado la iniciativa de venir.
Ella frunció el seño.
-¿Se supone que debiera haberte invitado?
-Por supuesto. Estamos haciendo un trabajo, lo entiendo, pero ahora estamos solos después de tanto tiempo y ya que pronto estaremos más... juntos, pensé que tal vez podríamos aprovechar el rato y la noche fría para hacer... bueno ya estamos juntos.
La mirada lasciva del chico sobre ella la hizo retroceder.
-Estas muy equivocado si crees que accederé a alguna de tus malditas perversidades -contestó indignada.
-Oh, no, Noli, creo que no me has entendido. Pronto nos comprometeremos y lo que hagamos hoy no estará mal visto ni...
-No -lo cortó-. Tú no entiendes. No pienso hacer absolutamente nada contigo, ni ahora ni nunca, así que te pido que salgas de mi habitación ahora mismo.
-Antes dame un beso -pidió mientras le colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja. Ese gesto le recordó al Zafiro Negro y causó que tragara saliva con dificultad.
-No te daré nada, vete ya.
-O sino, ¿qué? -dijo con picardía.
Noli no estaba dispuesta a seguir con ese tipo de jueguitos con ese chico.
-O sino te cortaré el cuello -sacó una daga y le apuntó con ella. Chainstom bajó las cejas, creyéndola incapaz de hacerlo-. Y entonces le diré a mi padre que intentaste sobrepasarte conmigo.
-Creí que serías más lista -dijo dirigiéndose a la puerta-, tu padre ya me ha dado autorización para hacer contigo lo que desee. Pero me gusta, ese gesto de rechazo le pone sabor a todo esto -le lanzó un beso al aire y salió.
Noli estuvo a punto de lanzarle una lámpara si se mantenía un segundo más con ella. Su zafiedad era algo que realmente nunca podría tolerar, por mucho que intentara esforzarse por gustarle y estar atento a ella.
Tomó sus armas y las contempló en silencio, tratando de tranquilizarse para no ir hasta la habitación continua y clavársela en su horrenda  sonrisa.
Otro golpe en la ventana la tomó por sorpresa, pero solo era el correo. Tomó la carta que le traía aquella circunvoladora, destapó el sobre e, inmediatamente después de haber terminado de leer, tomó sus cosas y apagó la luz.

Sangre y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora