Capítulo 12

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La noche era fría, pero no lo suficiente como en las montañas nevadas de su hogar, no había querido estar allí, pero era necesario, tenía que ver con sus propios ojos a ese hombre del que tanto había escuchado, eran ya dos años de buscar la excusa para ese encuentro y por fin lo había logrado.

Había pedido una mesa alejada del bullicio y de las miradas curiosas, pero en ese lugar nadie parecía reconocerlo, nadie ponía atención a un desconocido sentado en un rincón.

No había tocado el vino, era demasiado dulce su olor como para disfrutarlo, necesitaba algo más fuerte, pero tendría que esperar hasta que su hombre llegara.

Por fin apareció, lo vio llegar con esa seguridad que sólo un hombre que se sabe dueño del mundo tiene, estaba vestido encantadoramente con una levita larga en color blanco, a él todos lo reconocieron, las personas se detuvieron a saludarlo, algunos se levantaron de sus mesas, todos querían estrechar la mano de ese hombre benévolo y dulce, él les concedió sonrisas, miradas cálidas y palabras tranquilizadoras, también aceptó los cumplidos, el pésame después de tantos años y poco a poco se fue alejando de todos para poder acercarse a su mesa.

Lo miró sin importarle que fuera demasiado obvio o indiscreto, ese hombre era digno de verse, un hombre maduro, fuerte y atractivo que podría abrir las aguas del mar con su mirada azul cobalto.

Cuando Dominik Biagio por fin estuvo frente a su mesa se puso de pie, era mas alto que ese hombre, mas joven y por supuesto que más peligroso, pero no importaba, Biagio tenía esa seguridad que dan los años y el poder, además que no estaba solo, un joven bastante grande y corpulento estaba a sus espaldas,

No era ningún hombre de la organización, además de que el joven lo miraba con sospecha no disimulada. Decidió no darle importancia, seguro ese joven no sabía con quién estaba tratando.

- Buenas noches, espero que no esperara mucho.

El hombre frente a Dom era en verdad joven, bastante cerca de la edad de Dima, era alto, de piel muy pálida, ojos azules y cabello negro, de hombros anchos y cintura estrecha, un hombre muy atractivo, con una mirada fría como el hielo.

- Buenas noches, permítame presentarme formalmente, Mikhail , es un placer por fin conocerlo en persona señor Brooks.

- Biagio (Biagio)

Ambos hombres respondieron a la vez sorprendiendo al anfitrión.

- Nunca usé el apellido de mi esposo, mi nombre es Dominik Biagio, le agradecería que lo recuerde.

Dom no dejó pasar la mirada dura del hombre frente a él, parecía molesto con esa petición, tal vez no estaba acostumbrado a ser corregido de esa forma, Dom también notó que en la mesa sólo había dos sillas, era lógico pues sólo él había sido invitado, pero el hombre tampoco ofrecía un asiento para Dima al contrario parecía estar esperando a que Dima se retirara.

Dom llamó a un mesero y le pidió que pusiera otro lugar en la mesa a lo que Mikhail se adelantó a detenerlo.

- Hablo fluido su idioma, no es necesario que su interprete se quede, trataremos asuntos... delicados.

- Él no es mi interprete, es mi pareja, le presento a Dima Kozlov y descuide, él está al tanto de todo lo que puede abarcar nuestra conversación.

Esta vez el hombre no se molestó en ocultar su sorpresa, era la primera vez que Dom presentaba a Dima oficialmente y aunque no era la persona con quien esperaba hacerlo, algo le decía que ese hombre estaba allí buscando una información más personal que de negocios.

Amor Ilegal Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora