Capítulo 35

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Casi todo había salido bien, la droga fue destruida el dinero decomisado y los hombres atendidos.

Andreas había acompañado a los heridos de gravedad al hospital más cercano, habían sido transportados en avionetas y helicópteros, Valentino y Dema lo acompañaron para asegurarse del bienestar de sus hombres y de que no fueran molestados por las autoridades.

Richard se había encargado ya de disculparse con Andreas de una y mil formas por la situación en la que lo había involucrado, le había presentado sus respetos y asegura que la deuda que tendría con él desde ahora no podía pagarse con nada, pero era libre de pedirle lo que quisiera.

Por supuesto que esa pequeña diva le dio una mirada severa y le dio la espalda, Dema lo sacó de allí antes de que lo reclutara.

En el último informe Dema le había dicho que todos los hombres estaban fuera de peligro, incluso Leonardo, por suerte el día del altercado si estaba usando el equipo completo y la gran mayoría de los impactos los recibió en el chaleco antibalas, el más preocupante había sido en una pierna, pero ya estaba fuera de peligro y al parecer Valentino se había comportado de forma comprometida en todo el proceso, incluso seguía en el hospital esperando que fuera puesto en una habitación cómoda.

Mientras tanto Richard y Dima regresaban a casa, era bueno que llegaran antes, asi podían pensar en como abordar el tema de su relación con Valentino.

Richard ya había tomado la decisión de no dejar que Dima regresara a Rusia.

- No entiendo porque quieres el lugar de la ventana.

- Fastidiarte es mi pasión.

Podía ir a sentarse a otro lado, había muchos lugares disponibles, la mayoría de los hombres estaban regresando directo a sus hogares, solo ellos dos y Santiago regresaban en el mismo avión, Richard se había negado a alejarse de Dima no quería que alguna situación como la que había pasado en el desierto se repitiera.

- Dima, quisiera proponerte algo.

- Con que no sea matrimonio. Estoy felizmente casado con tu esposo.

- No, no es... bueno es solo que tu sabes que cuando lleguemos a casa pasaras a lo mucho un par de días con Dom y después tendrán que fingir que son solo socios.

No habían hablado de eso, Dom había estado tan sorprendió de verlo llegar, que no hablaron del después, Dima suponía que todo volvería a la normalidad, él tendría que regresar a su mansión y esperar a que Dom pudiera escaparse de sus responsabilidades para visitarlo o quedar de verse en algún lugar donde no pudieran encontrarlos.

- Como yo lo veo, puedes irte a Rusia y verlo cada dos o tres meses por un par de días o... podemos comprar una cama más grande y quedarte.

- ¿Que? ¿Eres uno de esos pervertidos que se excitan al ahorcarlos o algo asi?

Richard volteó a todos lados por si alguien los había escuchado, Dima tenía cara de que le había propuesto comerse a su perrito en el desayuno, por suerte Santiago parecía estar dormido y no había nadie a la vista.

- No, es un decir, sabes que Dom y yo... hace tiempo que no...

- Lo sé, pero no seré tu tercera rueda.

La relación de Richard y Dom no tenía arreglo y era su culpa, no aspiraba a que lo perdonara por lo que le había hecho, pero podía tratar de compensarlo.

- No, sé que lo nuestro ya está perdido, sólo quiero que sea feliz, se lo debo. Además, quiero que tomes mi lugar en la organización.

- ¿Te volviste loco?

Amor Ilegal Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora