Capítulo 48

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El lugar era pequeño y sucio, el piso era de tierra compactada, y la celda parecía más bien una jaula, de vez en cuando se escuchaba el sonido de un tren pasar. El calor era insoportable y la peste igual, olía como una granja o algo así, había heno seco en algunos lugares, nadie había ido a verlos desde que los aventaron en ese lugar. supuso que habían viajado al sur, esperaba que Richard y Dima los encontraran pronto.

- ¿Y, entonces? ¿Quién lo propuso?

- Nadie, solo pasó. Y fue... intenso, por suerte no lo hablamos después, no sabría que decir.

- No creo que tengan mucho que decir, o al menos es más fácil dejarlo fluir, papá es muy orgulloso y Dima también, si los presionas podrían terminar recordando que se odian más de lo que te aman y tratar de asesinarse, otra vez.

El abrigó que traía puesto le estaba sofocando, quería poder quitárselo, pero tenía ambas manos esposadas en un barrote a la espalda al igual que su hija. Antonella le sorprendía, no había entrado en pánico en ningún momento y trataba de distraerse con temas triviales, estaba segura de que alguno de sus hombres llegaría por ellos en cualquier momento.

- ¿Te imaginas a Dima con un bebé? Creo que se volvería loco.

Se lo había imaginado, muchas veces se imaginó a Dima lejos, siendo feliz con alguien más, sin embargo, no fue capaz de dejarlo ir, fue a buscarlo, se dijo que era por el bien del ruso, que lo necesitaba, que sólo él podía aplacar su locura, pero sabía bien que quien lo necesitaba era él, que no era capaz de dejarlo, como no era capaz de alejarse de Richard Brooks por más que lo había llegado a despreciar los últimos años.

- No le gustan los niños, cree que son molesto y ruidosos.

- Que lástima, porque será mi niñera particular cuando tenga los míos.

Bien podían apostarlo y Antonella ganaría, su hija tenía al ruso comiendo de su mano. Dima le había confesado que la primera impresión que tuvo de su hija fue pésima, creía que era una chica soberbia y egoísta, ahora la adoraba.

Ese era el efecto que su hija tenia en ese tipo de hombres. Será que la perversión es atraída por la pureza, como un depredador a una presa. Los hombres crueles y despiadados buscan alguna contra parte que los complementé o que enmendé su perversidad.

Se escuchó el alboroto de un grupo de hombres acercándose, Dom reconoció al que los secuestró, pero venia acompañado de otros más, estos no eran los que lo acompañaron la primera vez, supuso que aquellos eran solo carne de caños y estos los que estaban a cargo.

Un hombre se acercó a la celda, se veía de unos sesenta años, era bajito y regordete, con una camisa muy llamativa en color dorado, con cadenas de oro al cuello y los dedos llenos de anillos, fumaba un grueso habano y caminaba echando la panza hacia al frente. Los hombres le llamaron Patrón.

- Asi que esto es lo más valioso para el italiano, su Reina.

El hombre los miró con apreciación, ambos estaban vestidos con abrigos blancos y ropa de invierno, aunque ahora sus ropas estaban sucias y ellos desaliñados, estaban muy fuera de lugar en ese desierto caluroso y asfixiante.

- La Reina Blanca, el hombre tiene buen gusto.

Un escalofrió recorrió el cuerpo de Dom al darse cuenta como ese hombre miraba a su hija y la risa sórdida de sus acompañantes, hombres despreciables y cobardes que seguían aun matón solo por su dinero, sin dignidad ni admiración, eran mercenarios que trabajaban allí solo por el dinero conseguido de las drogas, ostentando joyas vulgares y ropas extravagantes.

Amor Ilegal Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora