Capítulo 25

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Adrien miró la hora y suspiró con culpabilidad. Nathalie estaba a punto de llegar para anunciarles la prueba de esa semana. Chloe, Lila y Kagami se encontraban preparadas para recibirla, pero Marinette no, debía seguir dormida.

La noche anterior se habían quedado hablando dos horas más de lo habitual. Hablando y besándose, en realidad. Unos besos que supieron más deliciosos que nunca. Él, feliz de haber logrado algo de tiempo con su padre, no reparó en lo tarde que se les estaba haciendo. Y Marinette tampoco estuvo en disposición de mencionarlo.

Y ahí tenían las consecuencias, Marinette a punto de meterse en un lío por quedarse dormida. ¿Cómo no había escuchado la alarma? Si sonaba varias veces cada pocos minutos.

Decidió que le tocaba remediarlo, puesto que no dejaba de ser su culpa. Fue hasta la habitación y tocó su puerta con cuidado para tantear el terreno. Si ya estaba despierta y se estaba vistiendo no quería ser un indiscreto.

Volvió a intentarlo de nuevo al no recibir respuesta. Finalmente se rindió y comenzó a abrir poco a poco. Gracias a un haz de luz que se colaba por la cortina pudo ver la silueta de Marinette acurrucada en la cama, tranquilamente dormida y sin inmutarse de nada. A su lado dormía Plagg.

Se sentó a su lado y comenzó a zarandearla con suavidad.

–Marinette –la llamó en voz lo suficientemente alta–. ¿Bichito? Es hora de despertarte... En otra ocasión me divertiría con esto, pero Nathalie está a punto de llegar. Y puede ser una auténtica villana con las personas impuntuales.

Marinette se removió intranquila, pero volvió a caer dormida a los pocos segundos.

El que sí despertó fue Plagg, que abrió uno de sus ojos con escepticismo para volver a cerrarlo en cuanto vio quien lo observaba.

– ¡Venga, ya, Plagg! Al menos podrías ayudarme con ella.

Marinette volvió a moverse, esta vez para echarse a un lado y escapar de la mano que la atormentaba. Adrien decidió que tenía que ponerse firme si quería despertarla, pero antes le dio un beso en la frente a modo de disculpa.

–Vamos, preciosa, arriba –ordenó.

–Déjame dormir, Alya –se quejó Marinette–. Adrien está sin camiseta.

Vaya, eso no lo esperaba. Pero era interesante. Hacía más triste el despertarla.

–Es muy sexy aparecer en tus sueños –comentó. Alimentaba su orgullo, y también le daba un arma para hacerla rabiar cuando estuviera en condiciones de responderle la broma–. Otro día te cuento los míos. Pero Nathalie odia la impuntualidad más que nada en el mundo. No estoy bromeando, si no te levantas ya...

Marinette abrió los ojos antes de que terminara su frase. Al principio se mostró desorientada, sin entender por qué tenía unos ojos verdes observándola fijamente, hasta que empezó a ser consciente de lo que pasaba. Se sobresaltó y se apartó de él como si quemara.

– ¿Qué haces en mi habitación?

–Te has quedado dormida soñando conmigo. No importa, lo entiendo, pero Nathalie está a punto de llegar.

Marinette pegó un salto de la cama y comenzó a moverse de un lado a otro, nerviosa. Al final decidió que lo primordial era echarlo a él de la habitación, por lo que Adrien estuvo fuera a base de empujones en menos de cinco segundos.

Mientras la esperaba escuchó un golpe seco seguido de un lamento de dolor. Supuso que se había caído mientras se vestía. Tan torpe y adorable al mismo tiempo.

– ¿Necesitas ayuda? –le preguntó amablemente.

Marinette le respondió con un gruñido.

– ¡Te dije que no entraras en mi habitación sin mi permiso! –le gritó–. ¿Y si hubiera estado desnuda? ¡Es un incumplimiento de las normas!

¿Quién quiere casarse con un modelo? AU AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora