Capítulo 41

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Antes de marcharse para hablar con su padre Adrien se había despedido con una sonrisa radiante de felicidad. Al volver a encontrarse, Marinette se dio cuenta de que todo había sido fruto de un falso espejismo. Adrien no solo estaba reacio a mirarla, también había perdido cualquier tipo de ilusión en su mirada.

Quiso rozar su mano y decirle que todo estaba bien, que incluso podía esperarle un poco más. Pero Adrien se apartó negando con la cabeza. Aquello le dolió más de lo que podía haber imaginado.

—Señorita Dupain-Cheng —Nathalie la distrajo de su escrutinio—. Está expulsada del programa por incumplimiento del acuerdo de confidencialidad. Tenemos constancia y una confesión de audio de Adrien de que escapó de la prueba de vestuario de boda. Puso en peligro una prenda de ropa de valor incalculable, y todo a sabiendas de lo que firmaba. Por todo ello, deberá prepararse y marcharse de la casa a lo largo de la semana.

Aunque escuchaba con claridad las palabras de Nathalie, su mirada no se apartó de Adrien en ningún momento. Él no cambió su expresión, ni habló al respecto. No dijo que también se iría con ella, como habían planeado, en su lugar siguió siendo la estatua sin expresión que observaba el suelo. Así que eso respondió su pregunta silenciosa.

A decir verdad, no le importaba irse. Ya se había mentalizado y estaba preparada. Pero dolía saber que no lo harían juntos y que sus miedos habían sido acertados. Era el final. No habría citas secretas, ni noches de confesiones absurdas, ni nada de lo que habían planeado. Él estaba terminando con todo siendo un cobarde incapaz de decirlo en alto.

Más tarde podía preguntarse por qué se había ilusionado con aquel imposible, permitirse odiarlo, pero la preocupación que sentía al verle en aquel estado era apremiante.

—Adrien, ¿qué ha pasado? ¿Qué te han hecho? —Intentó sonar lo más suave posible, aunque sabía que era en vano. Giró su mirada de ira a Nathalie al no recibir respuesta—. ¿Qué le habéis hecho?

—Nada, señorita Dupain-Cheng. Adrien ha decidido quedarse en esta casa por voluntad propia.

—¿De verdad? ¡Y una mierda! —Gritó. Sintió una mano en su hombro que intentaba darle algo de apoyo al mismo tiempo que la sujetaba para que no cometiera ninguna locura. Al mirar de reojo vio que era Kagami, que también parecía preocupada. Volvió a mirarlo a él—. Quiero escucharlo de ti. Quiero saber que estás bien y que no te han hecho nada.

No pensaba dejarlo pasar a menos que lo escuchara de él mismo.

Adrien hizo un esfuerzo visible por mantenerse controlado.

—Estoy bien, Marinette —respondió con una voz que le costaba formular. Por fin la miró, y en sus ojos sí que había firmeza. Aquella era su decisión, no le quedaba ninguna duda, aunque a todas luces no fuera voluntaria—. He decidido quedarme. Pero tú tienes que irte. Será lo mejor para todos.

—¿Y eso es todo?

—Eso es todo.

Estaba a punto de darse por vencida cuando algo más llamó su atención. Era una pequeña herida en la mejilla de Adrien, muy poco perceptible debido al maquillaje que le habían aplicado, pero que estaba ahí de todas formas. Sabía que no la tenía antes de irse.

—¿Qué tienes en la mejilla? Te ha maltratado, ¿verdad? —Miró a Nathalie otra vez—. Exijo hablar con el señor Agreste.

Por fin algo cambió en Adrien, sus ojos se inundaron de pánico.

—¡No!

—Eso no será posible —dijo Nathalie sin perder la calma—. El señor Agreste es un hombre muy ocupado, no puede atenderla.

¿Quién quiere casarse con un modelo? AU AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora