Capítulo 28 (Parte 2)

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Estaba asombrada por la cita romántica que Adrien había organizado. Sí, era ironía. Estaban en un aparcamiento al aire libre, metidos en el coche con el aire acondicionado a tope y escondiendo las cabezas cada vez que había el más mínimo movimiento fuera. Aun así, estaban juntos y a solas, y ya era más de lo que podían pedir.

–Adrien... –habló Marinette al recordar el motivo por el que podían disfrutar de ese momento a solas–. Te agradezco mucho lo que has hecho por mí, pero no quiero que te metas en problemas con tu padre por mi culpa.

–Es él quien se busca los problemas. Yo solo quería dar una vuelta contigo, cumplir con la cita que nos robaron. Que Félix nos robó –se corrigió a sí mismo con una mueca de rabia contenida.

–Todavía no lo superas –sonrió.

– ¿Superarlo? ¡Yo organicé esa cita! No tenía ningún derecho de usurpar mi lugar.

Aunque aquello le hacía gracia, se puso más seria para volver al tema que la preocupaba.

–De todas formas, prefiero que no contradigas a tu padre –insistió. La idea de la cita era agradable, pero no en esas circunstancias–. No quiero caerle mal, y no solo por ti. Gabriel Agreste es uno de mis mayores ídolos en el mundo del diseño, no quiero que me acuse de ser una mala influencia.

–En ese caso, estaremos al mismo nivel, tu madre debe pensar lo peor de mí al raptarte así.

– ¡Qué va! Le caes bien –dijo Marinette–. Y a mi padre también, parece que ya ha empezado a planear una cena contigo.

–Dile que acepto encantado. No siempre te invitan a cenas de cocineros profesionales.

Estaba segura de que él debía recibir invitaciones a cenas exclusivas de todo el mundo, pero agradecía su gesto de humildad.

–Ya, bueno... Te aviso que puede ser un poco intenso.

Adrien rio. Tomó su mano y le dio un beso en los nudillos como para evidenciar que no le importaba demasiado.

Ella aprovechó el momento para relajarse y entrelazar sus manos. Si que era agradable estar a solas, sin cámaras y sin medir cada palabra o gesto. Le gustaba lo feliz que era en su compañía.

Tikki, en su regazo, se veía tan cómoda que parecía estar a punto de quedarse dormida. Solamente se alteraba cuando Adrien intentaba acariciarla, pero le duraba hasta que él volvía a apartar la mano. Marinette se preguntaba por qué no le caía bien.

–Así que... Ya tenemos damas de honor –comentó Adrien para cambiar de tema y hacerla rabiar un poco. Marinette tenía muy claro que él se estaba divirtiendo con todo aquello, y eso la irritaba más–. Es un paso muy importante para nuestra boda, solo nos falta elegir una fecha y...

– ¡Yo no quería! –lo interrumpió–. ¡Pero Chloe es muy insistente, no nos habría cubierto de otra manera! ¡La odio, te juro que odio a esa niña mimada! –Respiró hondo para calmarse. Entonces reparó en el otro problema que le había causado. ¿Y si Adrien se sentía obligado o pensaba que tenía que compensarla? Era lo último que necesitaba–. No te sientas presionado, por favor. –Él trató de contener una sonrisa–. Esto no significa que te tengas que casar conmigo, no significa nada.

–Marinette –la interrumpió. De repente la sonrisa se perdió, y la miró con una seriedad que ella no pensó que pudiera ser real–. Mi verdadera ilusión por esta boda comenzó cuando accediste a darme una oportunidad. Me estoy enamorando de ti y... me hace sentir débil pero también feliz. Muy feliz. Puede que no me quiera casar ahora, pero en otras circunstancias, tú serías mi elección de cualquier forma. Si estuviera en mi mano nos iríamos lejos de aquí a cualquier isla desierta que encontráramos –suspiró–, y te prometería el mundo. Pero no puedo hacerlo, y no te imaginas lo mucho que lo siento.

¿Quién quiere casarse con un modelo? AU AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora