Decir que estaba nervioso era quedarse corto. Nathalie no le había dirigido la palabra en el trayecto, y por la actitud de Gorila, parecía que hasta él tenía miedo.
Adrien no sabía a qué atenerse, pero se había mentalizado para cualquier circunstancia.
Su padre no estaba en su despacho cuando llegó. Le resultó extraño y le hizo temerse lo peor, pues él nunca salía de allí.
— ¿Dónde está? —preguntó a Nathalie sin darle más rodeos.
Ella lo miró por encima del hombro antes de acercarse al cuadro de su madre que había en la pared.
—Te espera en otro sitio —respondió Nathalie—. Cada elección que tomamos tiene sus consecuencias, recuérdalo.
—Esto no tiene que ser así, Nathalie. No tengo por qué elegir —insistió.
—En la vida siempre hay elecciones. No puedes pretender ser un niño para siempre, ya te lo advertí. —Se detuvo delante del cuadro para pulsar unos botones digitales. Adrien la miró con confusión, sin entender qué hacía—. No estoy de acuerdo con la actitud de tu padre, pero has jugado con fuego y eso siempre es peligroso. Dime una cosa, ¿amas a esa chica de verdad o solo te sirve para evadirte?
—La quiero con todo mi corazón —dijo con sinceridad—. Marinette me hace muy feliz, más de lo que nunca lo he sido.
—Lo que has vivido en esa casa puede no corresponderse con la vida real. ¿Has pensado en eso? ¿En que no funcione una vez fuera? Le has ocultado cosas difíciles de perdonar.
Adrien asintió en silencio. Lo había pensado, y sufría diariamente por esa posibilidad. ¿Pero qué le quedaba si no lo intentaba?
—Prefiero lamentarme después que no haberlo vivido.
Nathalie asintió. Por primera vez, a Adrien le pareció percibir algo de admiración en sus ojos.
—En ese caso, te deseo toda la suerte del mundo. Eres mucho más valiente de lo que lo ha sido tu padre nunca. Colócate en la mariposa de tu derecha y evita moverte, ahora vas a bajar.
Adrien obedeció, aun confuso. Nathalie pulsó el último botón que le quedaba, y Adrien de inmediato se descubrió dentro de un ascensor que descendía hacia no sabía dónde.
A pesar del pánico inicial, el ascensor paró a los pocos segundos. Al salir se encontró en un pasillo de paredes estrechas iluminado por varias lámparas de techo. Caminó en línea recta hasta llegar a la habitación en la que su padre lo esperaba.
Era una sala pequeña y gélida. Allí había una especie de santuario de madera con fotografías de su madre en épocas diferentes. Una del día de su boda, otra del nacimiento de Adrien, otra de un día familiar en la playa... Estaba rodeado por algunas flores secas y mariposas de plástico. Adrien sintió que perdía el habla.
Su padre estaba frente a todo aquello, dándole la espalda.
Se acercó al altar lentamente, como si temiera ofenderlo de alguna otra manera. Hacía un tiempo que su padre había quitado todas esas fotos de la casa, Adrien había pensado que solo quería olvidarla, pero no. Se daba cuenta de que las había utilizado para crearle un homenaje privado.
Se preguntó por qué no conocía aquella parte de la casa, por qué su padre siempre se lo había ocultado.
— ¿Qué es este sitio? —preguntó cuándo fue capaz de recuperar la voz.
—Pensaba que eras más listo. Es un homenaje para tu madre —respondió Gabriel sin girarse a mirarlo—. Cada vez que la extraño vengo aquí a hablar con ella, sentirla cerca me da paz.
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¿Quién quiere casarse con un modelo? AU Adrinette
FanfictionEl concurso del año ha llegado, esta vez con la participación de Adrien Agreste, que tendrá que convivir durante unos meses con cuatro pretendientas totalmente diferentes que se disputarán su amor. ¿Quién será la favorita de Adrien? ¿Triunfará el am...