1- Hombres

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Selva de Myanmar...

He conocido a muchos hombres en mi vida y, cada uno de ellos me ha marcado.

Hombres como Damon Jansen, mi padre, seres capaces de todo con tal de obtener lo que quieren. Hombres como Chris y Kellan, mis hermanos, duros y altaneros. Los mismos que se vuelven dóciles y maleables con un toque amoroso. Hombres maravillosos al borde lo divino, llenos de vida, sin importar las veces que los golpearan. Hombres que siempre ven lo bueno, como Damián o Emiliano Blake, Ignacio o Andy Ellis, Charles Brandon o Bastian Driesen.

Y luego están ellos, hombres que te llevan al cielo y te hacen arder en el mismo infierno, al calor del fuego, la pasión, al calor de la angustia y la desolación.

Hombres como Ariel Imhoff, que te enseñan que en la vida todo vale y más cuando se trata de conquistar a tu objeto de deseo, seres capaces de todo... incluso destruir.

Hombres como Gerónimo Blake, que te bajan las estrellas y, al mismo tiempo, tienen la capacidad de hacerte tocar el cielo con sus manos.

Puedo decir que la vida no es injusta, sólo es selectiva. Te brinda de acuerdo con lo que TÚ consideras que mereces y, por mucho tiempo, antes y después de ellos, me sentí merecedora de nada...

**********

Ariel Imhoff tocó el borde del libro de una manera distraída, su mente vagando entre los recuerdos y el presente al que intentaba aferrarse.

El viento húmedo congelaba su cuerpo y se colaba entre la ropa que destilaba litros de agua.

"La puta madre".

Cerró sus hermosos ojos verdes que se asemejaban a la selva donde se encontraba atrapado e intentó frenar los tiritones que lo atacaban.

― No van a venir por nosotros ¿verdad?

Preguntó Gael, cruzándose de brazos y sentándose a su lado en medio del lodo, con ese grupo de personas desnutridas y necesitadas a las cuales habían tratado de ayudar.

― La tenemos complicada, pero, es culpa nuestra...

― Ya sé, somos tan pelotudos.

Ariel rio ante el comentario de su compatriota y negó, buscando una manta que, si bien estaba húmeda, impedía que el viento le diera a su cuerpo de lleno.

― Mi hermano tenía razón, y yo siempre le dije irresponsable a él.

Dijo Gonzalo Hoffman, otro de los médicos que los había acompañado.

― Te juro, si sobrevivo, le voy a romper el culo a patadas a Arturo.

― Para... — aclaró Gonzalo —. Nosotros nos creímos el cuentito de la "Liga de la Justicia". Arturo nunca nos mintió.

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora