24 Confusión y dolor

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Bruno corrió detrás de Dani, y, de un momento a otro la perdió como si se hubiera esfumado.

¿Cómo carajo él y Mario habían sido tan descuidados?

Brandon los iba a cortar en pedacitos y lo peor es que se lo merecían. Mario venía detrás de él, del mismo modo que Kellan, el hermano de Danisa.

― ¿Dónde se metió?

― ¿Tengo pinta de saber adónde se fue?

Siguieron caminando a paso acelerado.

― Separémonos, me avisas si la encuentras.

Bruno asintió y se movieron rápido tomando caminos opuestos.

"Por favor, que no le pase nada. Por favor".

Rogó el muchacho. No porque le importara el trabajo o lo que diría su jefe, sino por ella, porque esa mujer era todo y pese a su final, agradecía la oportunidad de haber estado cerca de ella. Ver su sonrisa, su calidez, su inteligencia, sus lágrimas. Danisa Jansen no era la diosa inquebrantable que tenía en su mente, era incluso más que eso. Y si iba a alejarse es porque simplemente era demasiado para su corazón contemplarla y ser consciente de que jamás la tendría en sus brazos.

De pronto, casi a 10 cuadras más allá de la iglesia, encontró a un hombre arropando a una mujer rubia. Sus ojos se estrecharon mientras esperaba para cruzar la calle y que los automóviles le permitieran el paso.

¡Era ella!

― ¡Dani!

Gritó cuando supo que se trataba de la mujer que lo estaba volviendo loco, mejor dicho, la mujer que le había hecho perder el último hilo de cordura que le quedaba.

Danisa lloraba y... ¿el hombre también lo hacía?

Bruno frunció el ceño confundido. La forma cómo se abrazaban, se conocían, pero ¿de dónde? El muchacho se acercó despacio, para no asustarlos.

Dani se sostuvo de la camisa del tipo, un hombre enorme, musculoso, muy parecido a ¿Damián Blake? Bruno tenía tantas teorías en su cabeza, tantos deseos de ser ese maldito que la sostenía con dulzura y dolor.

― Srta. Jansen ¿se encuentra bien?

Dio pasos seguros, muy lentos y ambos se giraron hacia él. La chica de inmediato asintió y se limpió los ojos.

― Vamos, tienes que levantarte...

Le susurró el desconocido y la ayudó a ponerse de pie. Bruno la sostuvo del brazo y corroboró que no tuviera lesiones.

― Lo lamento, nos distrajimos un segundo y...

Danisa negó y se humedeció loa labios.

― Tranquilo, no es tu culpa ¿Cómo sabrías que iba a salir corriendo como una desquiciada por las calles?

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora