36- Confesiones

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Apenas llegaron al aeropuerto Mario sonrió y se acercó rápidamente para abrazar a Alexander.

― Hey...

― Ya te extrañaba, bestia...

Le dijo al oído el ruso. Mario se humedeció los labios y asintió, sus rostros separados por escasos centímetros.

Estaba tan perdido con Alexander que Mario se olvidó que había alguien más allá que también deseaba saludarlo. Baltimore estaba junto a Luciano.

Ambos estáticos, la sangre se les congeló en el momento en que esos dos hermosos hombres estuvieron a punto de besarse.

Mario se alejó del ruso y fue hacia su amigo.

― Eddie...

Dijo tomándolo de la cintura como si se tratara de una chica, pegándolo a su cuerpo. Baltimore apenas respiraba.

― Pensé que te habías olvidado de mí.

Dijo, buscando disfrazar el dolor en su voz, palmeando la espalda del gigante. Fue ahí que Mario tragó saliva y dijo una frase que haría que todo avanzara o terminara para siempre.

― Jamás lo haría — confesó — ¿Cómo podría cuando has sido mi todo desde que teníamos 16 años?

Baltimore pestañeó, observando a su alrededor lo que sucedía, el equipo comenzaba a agruparse, y Luciano sujetaba del brazo a Alexander para reclamarle algo.

― ¿Qué dijiste? — preguntó sorprendido y Mario comenzó a reír.

― Quizás, no tenga una nueva oportunidad de decirte esto, por eso lo diré ahora. Te amo, Eddie, siempre lo hice. Cada vez que te acostabas con alguien quería ser yo, me he soñado tantas veces sobre ti que ya no sé qué parte es realidad y cuál es fantasía.

El corazón de Eddie comenzó a latir a tal punto que estaba por reventar.

― No, no es verdad, nosotros... por Dios, hemos compartido mujeres incluso. Te las has follado conmigo.

Mario tragó saliva y asintió.

― Todo eso lo sé... lamento no haber sido capaz de confesarlo antes, pero, ya estuvo con eso. Te amo, muchísimo y.... ruego que alguna vez me des una oportunidad de ser más que amigo.

Baltimore negó, confundido, enojado, un cúmulo de emociones en torno a ese hombre de 2 metros y puro músculo.

¡Recién llegaba maldita sea! ¿Cómo carajo vomitaba una verdad tan grande sobre él?

― ¿Y el ruso?

― Alexander es un gran hombre, me entiende, creo que... nos llevamos bien.

― ¿Te gusta?

― ¿Por qué? ¿Te molesta? — indagó con una pequeña luz de esperanza.

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora