Un hombre peligroso y otro prohibido.
Danisa Jansen ha tenido el privilegio de probarlos a ambos. Y, al mismo tiempo, ese privilegio se transformó en dolor.
Hoy, ella cuenta su historia a través de un libro, un libro que ha llegado a manos de ambos...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
― ¿Puedo hablar contigo?
Mario frunció el ceño cuando se encontró en la puerta de la habitación a Brandon. Se hizo a un costado para que el hombre pasara.
― ¿Y Bruno?
Mario se encogió de hombros, moviendo las manos, conteniendo la risa por el mensaje de su amigo diez minutos atrás.
― Por favor, ¿puedes armar mi maleta?
― ¿Quién te piensas que soy? ¿Tu criada?
― No, claro que no, sólo es un favor. Estoy retrasado...
― Ummm, no sé, puede que te cobre con ese culito virgen que tienes.
― Lo lamento, Mario, ya no lo es. Danisa acaba de profanarlo hace un minuto atrás, en contraprestación por lo que le hice a ella.
― ¿Qué? ¿Quién carajo es esa mujer?
― La puta ama, eso es lo que es...
Mario comenzó a reír, una y otra vez, sin sentido.
― ¿Qué te pasa? — preguntó Brandon, al notar su nerviosismo.
― Es que... si le cuento lo de Bruno no me lo va a creer...
― No te preocupes, después hablaré con él.
Brandon se sentó en la cama y Mario se afirmó a la pared.
― ¿Necesita algo?
― Sí — confesó —. Que me perdonen por tratarlos del modo en que lo hice...
Mario hizo una mueca y negó.
― Jefe, no tiene que...
― Debo hacerlo — interrumpió —. Ustedes confían en sí mismos, creen que esto llegará a buen puerto, yo les enseñé a creer en sus capacidades, y de pronto ahora, ¿los abandono?
Mario se acercó al hombre y se sentó al lado de él.
― Usted es el mejor ejemplo que he tenido. El único hombre al que le confiaría mi vida sin temores, sabiendo que arriesgaría todo con tal de no fallarme.
Brandon lo abrazó, y Mario correspondió el abrazo. Fue cuando la puerta de la habitación se abrió de repente.
― Hija de puta, no te das una idea cómo me ha dejado el c...
Bruno frenó las palabras en un segundo. El teniente Brandon estaba allí. Este se puso de pie y se acercó al muchacho.
― Necesitaba hablar contigo también —. Bruno asintió.
― Seguro, ¿qué ocurre?
― Iré con ustedes...
Los ojos del muchacho parecían 2 platos, Mario se cubría la boca un poco más allá, con una mezcla de emociones y risa también, por lo último que había escuchado de Bruno.
