Un hombre peligroso y otro prohibido.
Danisa Jansen ha tenido el privilegio de probarlos a ambos. Y, al mismo tiempo, ese privilegio se transformó en dolor.
Hoy, ella cuenta su historia a través de un libro, un libro que ha llegado a manos de ambos...
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"Ojalá las cosas hubieran sido distintas. Ojalá me hubiera animado a ser... Yo" ...
Sus hermosos ojos miel lo dijeron incluso antes de hablar, incluso antes de cortar el maldito cordón que fue testigo de la vida diluyéndose en el tiempo. Del anhelo perdiéndose en la desgracia. De la esperanza, desvaneciéndose en la lluvia.
El grito desgarrador de Alexander. Su mano buscando sostener a ese amor que se escapaba para nunca regresar. De ese amor que ya no estaría en el plano físico, pero, se tatuaba en su alma.
La pérdida del peso de Luciano fue todo lo que necesito Mario para llevarlo hacia arriba y rescatarlo.
Luciano se hizo una especie de ovillo y cayó en las aguas del río que viajaba a toda velocidad. Los aullidos de dolor y tragedia se escucharon en todo el equipo. Luciano de Almeida había muerto y con ello, parte de la vida como la conocían.
Con las fuerzas que les quedaban, los hombres cruzaron el sendero, el cual, se derrumbó en el mismo momento en que Alexander saltó hacia tierra firme.
Desesperado, iracundo, se lanzó de rodillas, sintiendo lo que su corazón gritaba.
"Búscalo, búscalo hasta encontrarlo".
― ¿Qué haremos?
Preguntó Danisa y Azali negó, con las lágrimas que se hacían carne.
― Los heridos necesitan atención. Debemos irnos.
― Pero, Luciano...
― Está muerto.
Dijo Baltimore, sujetando a Mario quien lloraba sin consuelo en sus brazos.
― Ya no hay nada qué hacer.
Gerónimo se abrazó a Ariel y buscaron los jeeps.
― Yo me quedaré.
Afirmó el ruso, poniéndose de pie.
― No.
Le dijo Brandon y Alexander le dio un empujón tan fuerte que estuvo a punto de arrojarlo al piso.
― Es inútil, hombre ¡Reacciona!
Le gritó, angustiado. El ruso se asemejaba a un animal acorralado y buscaba con desesperación la salida.
― Tengo que ir por él.
― ¿Y qué harás? ¿Eh? ¿Arrojarte al río? ¿Bajar hasta allí por la montaña? ¡Todo se derrumba! Luciano sabía que esto pasaría y quiso salvarte ¡Valora su sacrificio!
― ¡Lo amo! — dijo con su voz enardecida —. Y nunca lo voy a abandonar, así tenga que buscar en todo el fango de esta puta selva.
