32- Arturo Médici

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La lluvia caía sin cesar, los vientos, arrastrando árboles, casas, personas, un río convertido en lodo y desesperación, y él, sin ayuda, y sin saber cómo rescatar a sus hombres

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La lluvia caía sin cesar, los vientos, arrastrando árboles, casas, personas, un río convertido en lodo y desesperación, y él, sin ayuda, y sin saber cómo rescatar a sus hombres.

Arturo nunca fue una persona "normal". Desde pequeño estuvo dotado de un sentido del deber y la responsabilidad como pocos.

"Un mártir que nadie puede seguir, de lo contrario, termina muerto".

Así le había dicho uno de sus médicos a cargo años atrás. Y, aunque esas palabras lo hirieron como puñales, decidió seguir su camino, luchar por lo que siempre consideró correcto.

Como director del equipo de MSF que había llegado a Myanmar, la desesperación y el dolor que rodeaba la zona todavía lo sorprendían.

Era increíble que su capacidad de asombro no se hubiera extinguido luego de años de presenciar masacres, sin embargo, Myanmar era cosa seria.

Los rebeldes y las fuerzas del gobierno venían destruyendo a todos sus enemigos, y, a los que no lo eran también. Hombres, mujeres y niños cercados por el hambre y la violencia.

Siempre las mismas víctimas, el ciclo perpetuo del dolor.

A veces. Arturo sentía tanta rabia, que él mismo habría tomado un arma para borrar a todos los hijos de puta de la faz de la Tierra. Aunque la vida se le fuera en ello, con gusto moriría sabiendo que el planeta comenzaría a sanar con sus acciones, sin importar que él ardiera en el infierno.

"No es Dios, Arturo. Deje de pensar locuras".

La voz de Gonzalo Hoffman vino a su cabeza, el médico joven y apuesto que había llegado hacia un par de meses y que lograba desconcentrarlo como nada en el mundo.

Había decidido relevarlo del puesto antes de la tragedia, estaba listo para decírselo. No porque fuera un mal médico sino porque, simplemente, era incapaz de sentirlo cerca y no tenerlo.

La noche antes de la tragedia soñó con él, con sus ojos y esa impresionante boca, la cual, había besado, había llenado con su pene, hasta rebalsarla y después, lo había penetrado a su gusto, una y otra vez, hasta que Gonzalo colapsó de placer y, a pesar de ello, seguía pidiéndole más.

Las sensaciones habían sido tan nítidas, que, al despertar y darse cuenta de que sólo se trataba de un sueño, Arturo había llorado mares. Con amargura que venía desde adentro, entendiendo que jamás tendría a ese hombre en los brazos, y no sólo porque Gonzalo era hetero sino porque él tenía más de 40 años y su ayudante tan sólo 25.

Entonces, la tristeza cubrió cada espacio cuando lo perdió por completo. Cuando Gonzalo, Ariel y Gael quedaron atrapados en medio de la tempestad.

Había hecho hasta lo imposible por ayudarlo, incluso se había ofrecido como voluntario, pero, nadie lo acompañaría esta vez.

Había perdido a su gente, y Gonzalo jamás le dará un beso, excepto en sus sueños.

La llamada de Bruno le había traído esperanza, el hecho de saber que más personas estaban locas como él, gente que consideraba que salvar a sus médicos valía la pena.

Sería cuestión de esperar su llegada, de ser paciente, aunque a esa altura fuera tan difícil.

― Dr. Médici...

― ¿Sí?

Respondió a una de las enfermeras que se acercaba a él y lo sacaba de ese trance en que quedaba por horas.

― Malas noticias.

― ¿Qué sucede?

La enfermera estaba pálida.

― Los rebeldes...

― ¿Qué hay con ellos?

― Han capturado a un grupo de civiles y los han fusilado.

El corazón de Arturo se detuvo, a punto de sufrir un infarto. No, Dios no podía hacerle eso.

― ¿Los muchachos?

La mujer se cubrió la cara y lloró.

― Hay voluntarios entre las víctimas, aunque, no se sabe a ciencia cierta si son médicos.

― Tranquila, no son ellos.

El hombre le tocó el hombre, y la enfermera ahogó un sollozo.

― Pero, el informe dice...

― Si se ha logrado un informe significa que eso ha sucedido en una de las aldeas. Los chicos están en territorio inaccesible, créeme, no son ellos.

― El ejército avanza...

― Ya lo sé — confesó Arturo —. Sólo espero que la ayuda llegue a tiempo...



Mis amores!! Y hoy llego un poco más temprano!! Les dejo la foto de quien sería Arturo Médici, cuando lo pensé dije sí, se tiene que parece a Hugh Jackman y bueno, aquí está!😍😍

Gracias por acompañarme una vez más. Prepárense para este fin de semana, que tenemos la llegada de los muchachos a territorio hostil ¡Qué nervios!  Sin duda, todos están pasando una tormenta de emociones, algunas mejores que otras pero, en definitiva, la vida de todos está cambiando. 

Les mando un abrazo!! 

Paz 🤗🤗

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora