Un hombre peligroso y otro prohibido.
Danisa Jansen ha tenido el privilegio de probarlos a ambos. Y, al mismo tiempo, ese privilegio se transformó en dolor.
Hoy, ella cuenta su historia a través de un libro, un libro que ha llegado a manos de ambos...
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Ninguno volvió a hablar de aquella noche. No hubo llamadas ni explicaciones, sin embargo, fue Gerónimo quien llegó a la puerta de la habitación de Danisa una semana después, y, para su sorpresa, ella estaba acompañada.
― Hola...
― Hola...
Ariel sonrió y se humedeció los labios, ambos desayunaban en la terraza. El hombre le hizo una seña al sacerdote para que ocupara un lugar en la mesa.
― Has desaparecido.
― Diría lo mismo de ti.
Respondió tajante, observando a Danisa quien se sentó al lado de ellos y le servía café.
― Imagino que vienes a hablar.
― Si no interrumpo...
― No lo haces — dijo Ariel —. Te habríamos invitado si quisiéramos acción...
Seguridad, soberbia y belleza, era una pésima combinación cuando se trataba de Ariel Imhoff. El celular del kinesiólogo sonó y puso los ojos en blanco.
― Mierda, lo que me faltaba.
Se levantó y se dirigió al interior del cuarto, dejando a Danisa y Gerónimo solos. El sacerdote no levantaba la mirada de la taza.
― Ya hombre, que tampoco es que saldremos al mundo a contar lo que hicimos...
― ¿Tú estás bien con esto? ¿De verdad?
Preguntó frunciendo el ceño. Danisa chasqueó la lengua.
― ¿Qué quieres que te diga? ¿Si me gustaría que fueras mi novio? Pues, la verdad sí, me encantas, lo hiciste desde el momento en que te vi.
― ¿Y por qué aceptaste ir con Ariel también?
La chica dio un suspiro y revolvió el café.
― Ese es el problema, hay algo en él que también me llama... es... diferente a lo que siento contigo, pero, no por eso deja de ser intenso. Me gustan ambos, los quiero, pese al poco tiempo que los conozco.
Había sinceridad en esos ojos grises, en ese rostro perfecto. Gerónimo estaba en calma cuando estaba a su lado.
― Cuéntame...
― ¿Qué cosa?
― ¿Cómo es ser sacerdote?
Gerónimo tragó saliva y observó hacia todos lados, buscando las palabras que trasmitiera todo lo que su trabajo significaba.
― No se trata de servir a Dios ¿sabes? Sino más bien, de ayudar al prójimo. Desde que llegué a la parroquia ese fue mi objetivo. Hay un comedor para la gente necesitada que va creciendo día a día y....
