35- Alternativas

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Nada prepara a los hombres para enfrentar la tragedia

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Nada prepara a los hombres para enfrentar la tragedia. Sin importar las horas de entrenamiento, a pesar del trabajo mental que se realiza con cada soldado.

La tragedia no se cuantifica y tampoco se imagina.

El caso de los civiles siempre es más difícil. Las heridas emocionales perduran en la piel y en el alma para siempre. Brandon pensó que eso sucedería con todas esas buenas personas que se animaban a esta aventura, aunque, carecían de una gran preparación.

Las turbulencias se profundizaban a medida que se acercaban a la zona de desastre, Tailandia no estaba en mejores condiciones climáticas. Todo el territorio era afectado por los Monzones.

Brandon, por primera vez en muchísimo tiempo, tuvo miedo.

Porque no estaba solo, y, sobre todo, porque la gente que iba junto a él eran su vida, en especial el mocoso hablador que no paraba de reír y hacer bromas aun cuando estaban llegando a un desastre.

"Por favor, permíteme cuidarlo".

Cerró los ojos y habló con su hermana, con ese espíritu que siempre encontraba cerca. Dio un gran suspiro cuando el celular vibró y le mostró que el resto de sus hombres habían llegado a tierra también.

― Nos desviaron a Tailandia al igual que a ustedes. No tenemos suficiente tiempo, cada hora que pasa es vital para la supervivencia.

Fue lo que le comentó Azali y Brandon entendió que debían encontrar un avión o un helicóptero con alguien que estuviera muy loco para atravesar la frontera de Tailandia a Myanmar por aire.

Y sólo había una persona que tenía amigos así de locos. Sólo uno. Y, apenas el avión tocó el pavimento, y las turbulencias cesaron marcó su número.

"4 horas y media".

Recordó que esa era la diferencia horaria entre Ciudad del Cabo y Tailandia.

"Cerca de las 5 de la mañana".

Genial, ahora tendría que escuchar todo un recuento de las perversiones que ese bastardo estaba haciendo. Imploraba que, al menos, atendiera el puto teléfono.

Llamó y Brandon no iba a negar que le daba un poco de envidia la situación. Él también podría estar en la cama en ese instante con Bastian, si Ariel Imhoff se hubiera quedado en su país, haciendo su trabajo en un hospital de ciudad al igual que Gonzalo Hoffman.

― Charles.

La voz profunda y algo agitada. Sí, lo había interrumpido de sus perversiones.

― Dominic, hola — dijo Brandon, avergonzado —. Sé que no es hora de llamar a los amigos, lo lamento...

― No hay problema. Estaba despierto...

"Eso ya lo sé, maldito suertudo".

Pensó Brandon y dio un gran suspiro.

― ¿Qué ocurre?

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora