28- Volverás a mí...

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El corazón de Gerónimo Blake no estaba preparado para sufrir tanto

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El corazón de Gerónimo Blake no estaba preparado para sufrir tanto.

Había luchado contra esta pasión irrefrenable. Una y otra vez intentó alejarse de Ariel, de su amigo, de ese que estuvo siempre y jamás lo logró.

"Te amo, aunque todo alrededor mío se derrumbe, aunque el único ser que quede vivo seas tú".

Era egoísta. Gero lo sabía. No iba a hacerse el tonto ni justificarse con eso, pero, aquí estaba, juntando los pedazos de lo que fue una persona para darse fuerza. Esa fuerza que parecía que incluso le sobraba a su antigua amante. Danisa Jansen.

Partirían a Myanmar al anochecer. Con la información que Bruno y Mario habían recabado irían hacia adelante, buscarían a Ariel y lo traerían a casa sano y salvo.

"Lo traerían a casa".

Una gran mentira, como todo lo que encerraba su vida.

Gerónimo había engañado a su hermano, había engañado a la Iglesia, a la institución a la cual pertenecía, había irrespetado a Dios y había jugado con Danisa.

Era ese hombre el que ahora se miraba en el espejo y sentía asco de sí mismo por momentos.

¿Qué ocurriría cuando Ariel fuera rescatado? ¿Cuándo regresara a sus brazos? ¿Cuándo volviera a tener ese cuerpo caliente y sudado debajo de él?

¿Sería capaz de negar su vocación? ¿De darle la espalda a la Iglesia?

Gerónimo tenía tantas dudas, tanto miedo de avanzar a un camino incierto, a un sendero que lo alejaría de muchas cosas que lo hacían feliz como era ayudar a los demás.

Tantos proyectos quedarían inconclusos, personas volverían al desamparo.

Entonces si ponía todo en la balanza ¿sería capaz de ser feliz a pesar de tener a Ariel a su lado?

"Lo quiero a salvo".

Sí. Nada le quitaría ese pensamiento. Nada le quitaría el dolor de la incertidumbre, pero, necesitaba a su amor con vida.

Envuelto en todo ese mar de dudas, se decidió a llamar a una de las pocas personas que lo entenderían, una con la que hablaba de vez en cuando, pero, siempre con sinceridad.

Uno, dos, tres tonos...

― Gero...

― Hola Emi ¿Puedes hablar?

― Seguro, dime...

― ¿Con quién estás?

Se escuchaba una voz detrás de él y una música agradable de fondo.

― ¿Con quién crees? Con mi esposo. Preparándome para esta locura.

El sacerdote guardó silencio.

― ¿Piensas que lo vamos a encontrar?

― Bueno, al menos haremos todo lo posible, de eso no tengo dudas.

― ¿Puedo preguntarte algo?

― Por supuesto...

― ¿Qué sentiste las horas antes de traer a Mike de nuevo a tu lado?

Emiliano dio un gran suspiro a través de la línea, su piel se erizó recordando la tragedia.

― Miedo, angustia, algo de esperanza, pero sólo gracias a la gente que me acompañaba — confesó —. Soñando una y otra vez con su boca, con sus brazos alrededor mío...

Las lágrimas se deslizaron por el rostro del sacerdote.

― Entonces, me entiendes a la perfección...

― Sí, lo hago, porque nadie nos prepara para sufrir una situación como esta, nadie se imagina lo que es estar en este lugar.

― Deseo tanto que las cosas salgan bien...

Emiliano se sentó en la cama, Mike había traído para él un café y algunos panecillos de anís.

― ¿Has rezado últimamente?

― No.

― ¿Y por qué?

― Porque tengo vergüenza...

― ¿Sabes? — dijo Emi, sintiendo a Mike acercarse y besar su hombro desnudo —. Hubo un tiempo en el que perdí esa conexión, perdí esa unión de mi espíritu con mi mente y sólo me torné un objeto. No lo hagas, no vayas por ese camino.

― Le he fallado a Dios.

― No, Gero. Le has fallado a la Iglesia en todo caso, pero no a Dios, y sé que para ti es importante, de la misma forma que lo es para mí. Nunca pierdas las esperanzas, es ahí cuando empiezas a morir. Si no tienes expectativas de algo mejor ¿para qué perder el tiempo?

Gerónimo se limpió las lágrimas y comenzó a reír.

― ¿Y ahora qué te ocurre?

― ¿Te acuerdas de Olivia Ernesto? ¿La chica con la que Ariel salía en la secundaria?

― Sí, la recuerdo.

― ¿Recuerdas cuando se pelearon?

Emiliano frunció el ceño y negó.

― No, ¿qué tiene?

Ella en un momento de la discusión de la pelea le dijo: "Nunca serás feliz porque te gustan los hombres".

Emiliano cerró los ojos y negó.

― Cierto, ya me acordé, sí, fue en la clase de gimnasia. Creo que fue la única vez en la vida que vi a Ariel avergonzado.

Ambos se rieron esta vez, Gero se limpió la nariz.

― ¿Piensas que Olivia tuvo razón?

― No lo sé, Gero. Sin embargo, de algo estoy seguro, tú eres la única persona a la que de verdad ese imbécil ha amado.

― No sé si alguna vez pueda darle felicidad.

― Nadie es adivino, pero, si todo lo que ambos hacen es de corazón... estarán bien...

― ¿Tú eres feliz con tu hombre?

El médico dibujó una sonrisa y se giró hacia Mike que descansaba a su lado en la cama, bebiendo una taza de café.

― Creo que la felicidad tiene muchos matices, sin embargo, en este momento, no existe nadie que me haga sentir más completo que Mike de Vrij.

― Entonces, eres feliz.

― Sí, Gero, lo soy, como tú lo serás con Ariel cuando te decidas a dejar el miedo...

Gerónimo observó ese espacio que ocupaba desde hacía años y todo lo que había sucedido allí.

― Gracias Emi...

― Soy tu hermano, siempre lo seré. Para lo que necesites, sabes que estoy...

― Nos vemos más tarde.

― Un abrazo...

La comunicación cesó y el sacerdote dio pasos hacia la ventana, el sol se mantenía oculto, la vida continuaba en penumbras como ese cielo gris, sin embargo, en su corazón ardía una pequeña chispa, una llamita muy tímida, que buscaba expandirse y lo llevaba a creer de nuevo.

"Volverás a mí".

Su corazón sintió cada palabra y se alegró con ellas, después de mucho tiempo...

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora