59- Piensa ruso, tranquilo

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"Necesito que siga su tratamiento al pie de la letra, Alexander. La fragilidad mental que tiene en este momento es enorme, aunque no lo parezca. Tendrá que hacer terapia, no hablamos de una opción, es tu obligación procurar que la siga".

Llegaron al hotel en donde Alexander y los chicos se hospedaban cerca del anochecer. Luciano observaba la ciudad, pegado al vidrio del cuarto ubicado apenas en un segundo piso.

Las calles habían comenzado a poblarse y, las personas, caminaban de un lado a otro.

― He pedido que nos traigan la cena, si no te molesta. O si prefieres que salgamos yo...

― Está bien —afirmó el portugués —. Prefiero quedarme contigo.

― ¿Has tomado la medicación?

Luciano asintió con un dejo de diversión en su rostro.

― Es la quinta vez que me lo preguntas, ya te dije que sí. Mi memoria, quizás, no funciona hacia atrás, pero, recuerdo claramente lo que hice en el día.

El ruso se acomodó el cabello, de pronto, la habitación parecía más pequeña e incómoda. Luciano se giró hacia él, afirmado en la ventana.

― Tengo algunas preguntas que hacer, ¿me escucharás?

― Por supuesto — aclaró —. Dime...

― ¿Cómo es estar casado conmigo?

Alexander tragó saliva.

"Piensa, ruso, tranquilo".

Se dijo a sí mismo y, paso siguiente, se encogió de hombros.

― Somos... una pareja normal...

― Dijiste que ambos somos francotiradores, que trabajamos con un grupo de ex operaciones especiales. Tal vez, esté un poco perdido, pero, dudo que ese sea un trabajo muy normal que digamos...

El hombre se humedeció los labios y colocó las manos en la cintura. No había necesidad de mentir, podía ser honesto, contarle que discutían todo el tiempo y luego lo follaba con dureza. Sin embargo, fue incapaz de hacerlo.

― Somos compatibles...

― ¿Qué significa eso?

Alexander movió sus manos, buscando la explicación y, las palabras que parecían tan fáciles quedaban estancadas en su garganta.

― Eres tímido...

Dijo el portugués, cuando el rubor se estacionaba en las mejillas de ese hombre de puro músculo y poder.

― Siempre me pusiste nervioso. Tienes ese don.

― No deberías... — añadió con su vista fija en él.

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora