22- Incorrecto

2.1K 351 161
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



"Llegaré a Buenos Aires y te llamaré. Gerónimo, tranquilo, algo se nos va a ocurrir".

La última vez que Damián había dicho algo similar estuvo a punto de perder a su esposo, Gerónimo sintió la angustia en su cuerpo.

¿Y si esta vez el fin de su matrimonio era irreversible?

Gerónimo nunca se perdonaría hacerle tanto daño a Damián, sobre todo, teniendo en cuenta la forma en cómo lo había tratado cuando el médico les confesó que estaba enamorado de un hombre.

"Eres un pecador hipócrita, que ha dejado un sacramento sagrado para llevar una vida de lujuria. Pensé que eras mejor que eso, Damián. Has avergonzado tanto a tu familia ¿Cómo harás para mirar de frente a tu hijo cuando te pregunte los motivos por los que dejaste a su madre?"

¿Quién carajo se había creído él para hablar así de Damián?, de ese hombre que siempre estuvo para ellos de manera incondicional. Lo había llamado "pecador hipócrita", una gran frase que ahora lo representaba a él mismo de pies a cabeza.

"Uno ve en el otro sus propias carencias, entiende que la vida es un espejo".

Uno de sus compañeros de seminario había lanzado una vez la frase y muchos lo habían criticado. Por supuesto, nadie iba a animarse a decir que los defectos del otro, en parte, eran defectos propios.

Ahora, la vida lo ponía de rodillas, y, uno de los pocos capaces de brindarle ayuda era ese hombre a quien había insultado. Uno que lo había perdonado de corazón, que jamás permitió que las estupideces que Gerónimo había dicho lo afectaran.

El bautismo de la hija de Chase Anderson y Lautaro Roser sería en la Iglesia de Santa Sofía, al menos, eso es lo que le había comentado su primo, y también su hermano Emiliano.

"Tengo que verlos".

Gerónimo estaba en conocimiento de que el vuelo llegaría en la mañana temprano, la celebración sería a la tarde, y, aprovecharía para estar con ellos y que le brindaran su apoyo. Aunque fuera, conseguir dinero para llegar a Asia.

Ariel estaba solo, todo lo que había hecho en la vida, sus acciones habían configurado el destino. Gerónimo también tenía en su camino pasado demasiados errores, sin embargo, no era todavía momento para rendirse.

Almorzó con la mente puesta en su objetivo, y llegada las 3 de la tarde, se cambió de ropa, y decidió aventurarse hacia la Iglesia. No tenía nada que perder. Gerónimo estaba entregado a una nueva aventura, al desafío más grande de su vida.

**********

Bruno y Mario escoltaron a Danisa Jansen a la iglesia en donde recibiría como madrina a la hija de Chase y Lautaro. Estaba nerviosa, y, por primera vez en mucho tiempo, su rostro vislumbraba alegría genuina.

― Increíble que te des por vencido... — bufó Mario y el muchacho le dio un codazo.

― Ya, deja de molestarme. Además, tú no tienes derecho a decir nada. Yo, al menos, lo intenté.

― ¿De qué hablas?

― ¿Le dijiste a Baltimore que estás loco por él?

Mario frunció el ceño y negó.

― ¿Estás mal de la cabeza?

― ¿Qué es tan malo? Lo conoces de toda la vida.

― Bruno — interrumpió —. No voy a hablar de mis sentimientos por Eddie, ya terminé con eso.

― ¿Sí? ¿Cómo lo lograste? ¡Dame la receta!

Mario se arregló el cabello y caminó junto al rubio a varios metros de donde estaba su protegida, quien saludaba a su hermano Kellan y a su marido.

Las personas iban y venían, los autos transitaban en un ruido uniforme de motores en las calles.

― Voy... a darme una oportunidad con alguien más...

Los ojos de Bruno estuvieron a punto de salirse de sus órbitas.

― ¿De qué carajo hablas?

Mario frenó el paso y lo sujetó de los hombros.

― Escucha, lo que voy a contarte no lo sabe nadie. Por favor, necesito que siga así...

Continuaron caminando e ingresaron a la iglesia en donde las personas comenzaban a tomar asiento.

― Está bien — expresó Bruno —. Y por tu hermetismo presiento que es uno de los nuestros.

― Sí, él también... está en un momento complicado. Creo que ambos nos merecemos algo más que la mierda que venimos soportando.

Bruno buscó en su cerebro la persona, ¿quién era? ¿quién estaba pasando lo mismo que él?

― Aguarda un momento — dijo, sujetando su pecho — ¿El ruso? ¿Me estás jodiendo?

― No, a ti no, al ruso seguramente, muy pronto...

Esto era una locura, Bruno entendió que todos tenían batallas que luchar y que la confusión les impedía ver la luz para tomar acciones de manera correcta.

― ¿Esa es tu idea? ¿Sacar un clavo con otro clavo?

― No es eso. Mierda ¿para qué te conté?

― Es que... — el muchacho intentó explicarse —. Tú amas a Eddie, mucho. Y Alexander muere por Luciano. Y sí, quizás los 2 son unos imbéciles, pero, el corazón es el corazón. Uno no lo gobierna.

Mario dio un gran suspiro, no era el momento ni el lugar para discutir. La celebración comenzaría en unos minutos y, sus ojos debían estar puestos en la mujer que les pagaba para que la protegiera, no en sus estados emocionales.

― Ojalá me enamore de él, Bruno. Deseo, de todo corazón que Alexander se olvide de Luciano también. Porque nos merecemos más que causas perdidas, porque no somos perfectos, pero, somos buenas personas.

A Bruno se le comprimió el pecho, todo esto lo tocaba de frente, en cada nervio, ¿hasta cuando iba a ser capaz de seguir?

El sacerdote salió y la gente se puso de pie, dando comienzo a la ceremonia.

― Van a salir lastimados.

― ¿Por qué dices eso?

― Mario — susurró Bruno —. Luciano lo tiene de las pelotas al ruso, un meneíto de culo y lo tendrá detrás suyo dándole "amor".

― Bruno, ¿te parece que una iglesia es un lindo lugar para hablar de estas cosas? Además, baja la voz, la vieja de más allá nos mira feo...

― Lo lamento, pero, no me voy a callar. Es una tontería la que están haciendo y, en cuanto a ti...

― Yo ¿qué? — preguntó Mario, ofendido.

― A ti te pasaría lo mismo con Baltimore. Si este, de un momento a otro, quiere algo más, se lo vas a permitir, y terminarás poniéndole los cuernos al ruso. Y, me parece que el pobre ya tiene suficiente con los que le pone Luciano...

Estaban tan perdidos en sus propios problemas, en la acalorada conversación, que la rubia corriendo por el pasillo en tacones, llorando, se les pasó por alto.

― ¡Dani!

Exclamó Bruno, y la siguió. Detrás de él venía Kellan y su esposo.

¿De qué se habían perdido todos esos minutos? ¿Qué había pasado por la cabeza de Danisa Jansen cuando salió disparada a la calle en un estado de nerviosismo e indefensión?

TEMPESTAD - S.B.O Libro 10 (Romance gay +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora