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Jen Jones
—¡Pop! —entré corriendo atrayendo la mirada de las únicas dos personas en el lugar—. Necesito ayuda.

—¡Jen! ¿Que sucede? —exclamó Pop preocupado.

—Necesito algo para bajar la temperatura. Es urgente —Pop se asustó bastante al verme en ese estado, pero no sabía que hacer, estaba aterrada, nunca había estado en una situación similar.

¿Él iba a morir?

—Está bien, no te asustes —me tranquilizó mientras caminaba a la cocina y rápidamente volvió con un pequeño botiquín—. Te daré algo para que se sienta mejor.

—Perfecto, Pop, gracias — ñdije impaciente, mirando cada movimiento que hacían sus manos sobre la bolsa.

—Aquí tienes, con sólo dos de estas la temperatura bajará en cuestión de unas horas —me explicó entregándome una cajita de medicina.

—¡Oh, Pop! ¡Muchas, muchas gracias! —grité mientras corría a la motocicleta.

•••

Tal y como Pop lo había dicho las pastillas le bajaron la calentura en un par de horas.

—Me diste un gran susto, Tony —susurré acariciando suavemente su mejilla, él se estremeció un poco, pero no despertó.

Aproveché el tiempo libre y comencé a limpiar del desastre que había en la casa, no fue para nada sencillo. Limpié su refri, mesa, comedor, sala, piso, escaleras, lave ropa, trastes y por último el baño. No había sido trabajo fácil, y cuando por fin terminé me recosté a lado de Tony, pero un estruendo me despertó rápidamente.

Los vecinos de alado se estaban mudando y al parecer tenían un enorme lavadora dando problemas, voltee a ver el reloj y me dí cuenta que eran las ocho de la mañana, no me había percatado del tiempo gastado, sabía que me había quedado toda la noche despierta, pero no sabía que también parte de la mañana.

Volví a acostarme a lado de Tony esperando dormir un poco pero eso no me fue posible, él estaba en el peor estado posible, tanto así que un día no bastó para curar su mal estado, pasó el viernes, el sábado y el domingo, días y noches en vela que pasé tratando de que él estubiera bien.

No me despegaba ni un poco de él, temía que él pudiera morir de un momento a otro, solía cuidar su respiración y pulso, apenas y dormía unos minutos al día, pero mis nervios siempre me mantenían alerta.
Pop me ayudaba de vez en cuando cocinando platillos saludables, después de todo, yo era pésima al sartén, simplemente no se me daba.

¿Qué si Pop lo sabía? Claro que lo sabía, no podía hacerlo todo yo sola, era demasiado complicado, y más sin un doctor.

•••

Lunes por la mañana...

Habían sido días muy silenciosos, no habíamos hablado para nada, Tony ni siquiera podía mirarme a los ojos, y entendía lo que pasaba, estaba avergonzado, pero no lo culpaba, debía sentirse muy mal después de que lo descubrí en ese estado.

Abrí los ojos después de un reducido sueño y lo primero que ví fue a Tony abrazado a mi cintura, se veía mucho mejor. Sonreí aliviada y acomodé un poco su cabello, él se removió un poco abriendo los ojos lentamente. Apenas se dió cuenta que estaba abrazado a mí se despegó de inmediato tomando asiento en la orilla de la cama

—¿Estás bien? —pregunté.

—Lo lamento tanto —volvió a decir apretando los ojos con fuerza mientras mantenía su cabeza baja.

Diablos, se sentía tan bien oir su voz.

—¿Puedes decirme qué pasó? —pedí sentándome a su lado sin bajar mis pies de la cama.

Storm Blue || RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora