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¡Baby, a mí lo que me faltaba eras tú!

Tony Stark
La tomé del brazo antes de que llegara a la peliroja, ella volteó enseguida llena de furia. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, no creí lo que ví. ¡Eso no era posible! ¿Cómo? Los ojos furiosos de Jen estaban sobre mí. Literalmente, ardiendo de furia. Tenía un brillo azul en sus ojos que brillaba con intensidad entre su molestia, como si, en palabras bíblicas, el infierno se hubiera congelado.

Para ser honestos yo no creía ni un poco en las religiones, pero lo que ví en ese momento se sintió exactamente así. El mismo infierno congelándose con su enojo. No pude decir nada, mi agarre se soltó sin siquiera pensarlo, su ojos dejaron de brillar pero no de lanzar ese sentimiento desenfrenado.

Se dió vuelta nuevamente y caminó hasta la mesa de ambas chicas. El señor Jones estaba de rodillas en el suelo limpiando cuando Jen golpeó la mesa con ambas manos y miró a Cheryl a los ojos.

—¿Y que tal si lo limpias tú? Después de todo tu lo tiraste, o que acaso no te diste cuenta. Así como no te diste cuenta que tu padre asesino a tu hermano —la voz de Jen había tomado un tono tan frío y asqueado que me sorprendió.

Y no solo a mí, también a todos los presentes, aunque Cheryl no se veía sorprendida. Más bien se veía asustada. Muy asustada. De manera inexplicable las copas y platos de vidrio comenzaron a explotar, el radio en una esquina se apagó y solo se escuchaba estética.

Cheryl saltó de su asiento, tomó el brazo de Jessie y salió corriendo.

—Esto no se va a quedar así, Jones —gritó Cheryl antes de salir.

Todos la miramos confundidos, ella se quedó atrapada entre esas miradas jugadoras. Dejé de pensar en explicaciones y caminé rápidamente hacia ella, la tomé de la mano y salimos de ahí sin prestar atención a los gritos de Fp. Subimos a mi auto rápidamente y aceleré. Ella ni siquiera protestó, ni preguntó sobre nuestro destino, sólo se dedicó a ver por la ventana.

—¿Podemos ir al mirador? —pidió con voz cansada.

—Claro, linda.

Puse mi mano sobre la suya y la apreté levemente. Ella se acomodó y quedó recargada en mi hombro. Llegamos al mirador, la vista no era tan agradable como otros días pero no estábamos ahí por eso sino por la calma y la soledad que había ahí.

—¿Quieres hablar de eso? —pregunté con delicadeza.

—Es que es tan... ¡Agh! —gritó frustrada—. ¿Cómo pudo hacer eso? Fue tan arrogante y ¡Humilló a mi papá! Pero ¿quién se cree? —restregó sus manos en su cara.

—No me refería a eso, Jen —dije cuidadosamente.

—¿Entonces? —me miró confundida.

La imagen de minutos atrás volvió a mi mente dejándome perturbado.

—A lo de... Tus ojos —solté.

—¿Mis ojos? ¿Que tienes mis ojos? —preguntó acariciándose cerca de ellos.

La miré incrédulo ¿Qué acaso no lo sabía? Pero que idiota soy ¡Claro que no lo sabía! ¿Cómo iba a saberlo?

—Pues.. —lo medité tratando de explicarlo pero me detuve—. Tus ojos son hermosos.

Pestañeó un par de veces y sus mejillas se enrojecieron. Sonreí ante su dulce imagen tan dulce y me incliné para besarla.

Oh, Jen. Mi hermosa y tierna, Jen. Si tan solo supieras lo mucho que te amo, lo mucho que anhelo hacerte feliz. Si supieras todo lo que despiertas en mí...

Storm Blue || RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora