N -Nada

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Este capítulo será omegaverse, y tendrá m—preg, así que si no es lo tuyo, ya sabes, no lo leas.

Como que ya iban capítulos con mucho amor, ¿no creen?

Disfruten ;)

*se esconde*

•°•

—Hola, cariño —dijo Magnus besando el cuello de su omega.

—Buenos días, Mags —sonrió Alec y dirigió una de las manos del moreno a su pronunciado vientre de embarazo de 7 meses.

—Hola a ti también, Maxie —volteó a Alec y se agachó frente a él. Besó su estómago repetidas veces y subió para besar al ojiazul.

Llevaban 2 años casados y 5 juntos. Se conocieron en una fiesta universitaria y de ahí no se han separado. Claro, tuvieron sus altibajos, pero nada que no pudieran solucionar. Esperaron hasta que fuera el momento adecuado para tener hijos, y ahora estaban esperando a su primer hijo, a nada de nacer.

—Tengo que ir por la licencia de embarazo al despacho —suspiró Alec. Se graduó como abogado, y no es por presumir, pero era el mejor en lo que hacía.

—Iré a dejarte —le contestó Magnus. No tendría trabajo hoy, así que podía perfectamente ir a dejar a su esposo al trabajo.

—Preferiría que no. Encargué un postre en esta pastelería que se abrió hace poco, está en dirección contraria al despacho, y sabes lo mucho que odio conducir. ¿Podrías, por favor, ir por él en lo que llego a casa? —preguntó con un puchero.

Magnus no pudo resistirse y besó ese puchero levemente —De acuerdo, de acuerdo. Iré por tu postre. Pero intenta no tardarte.

—Depende de lo mucho que me tarde con Jia, pero si, te prometo que no tardaré.

—Más te vale —besó una última vez a Alec.

°•°

Magnus estaba tarareando, conduciendo a su casa, con el postre de Alec en el asiento de copiloto.

Llegó a su departamento y bajó. Sabía que era poco probable que Alec estuviera en casa, así que empezó a comer parte del postre.

Estuvo unos minutos solo viendo la televisión, comiendo el postresito, hasta que una llamada interrumpió el ambiente. Era un número no registrado.

—¿Si?

—¿Familiar del señor Alexander Lightwood? —la voz de una mujer desconocida lo hizo fruncir el ceño.

—Lightwood Bane —contestó por costumbre —. Si, soy su esposo, ¿quién habla y por qué tienes el teléfono de mi marido?

—Señor Lightwood Bane, su esposo acaba de sufrir un accidente automovilístico. Se encuentra de camino a el hospital central. El accidente fue grave, intente venir lo más rápido posible.

—¿Q—qué? —podía sentir sus ojos acumularse de lágrimas —. N—no, señora. Mi esposo está de camino a casa, nosotros íbamos a pintar la habitación de nuestro bebé, ¡Mi esposo no está en el hospital!

—Señor Lightwood Bane —la voz de la mujer sonó llena de pesar —. Lo siento mucho, pero debe venir al hospital, el accidente fue muy grave, como le dije.

—Iré —con eso colgó.

Salió corriendo de el departamento. No tardó tiempo en lamentarse o llorar, aunque sabía que lo estaba haciendo, y condució, frenéticamente, hasta llegar al hospital. Probablemente se estacionó mal, pero le importaba una mierda. Su omega y su hijo se estaban muriendo y él no podía hacer nada para evitarlo.

Sopa de letras MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora