Accidente

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Oigan, no tengo idea si el accidente que pasa aquí puede suceder en la vida real. Simplemente mi hermana y yo lo estábamos comentando un día y se nos hizo muy gracioso :P

—Entonces, déjame ver si entendí —empezó Isabelle a través del teléfono —... ¿Te metiste el consolador más grande que había en la tienda... y ahora no lo puedes sacar?

Alec se mordió el labio y asintió rápidamente a pesar de que su hermana no podía verlo —S–sí.

—Ay, Alec —suspiró ella —. Supongo que no estás muy apto para manejar al hospital.

—¡¿Hospital?! —exclamó horrorizado —. ¿No hay otra manera de sacarlo sin que nadie se entere? Algo más discreto.

—No que yo sepa — Isabelle rió por la desesperación de su hermano —. Iré por ti y te llevaré al hospital. No entres en pánico.

Demasiado tarde.

Colgó sin despedirse y se apresuró a ponerse un bóxer y su pantalón. Miró a su miembro ya blando; estaba a punto de terminar cuando se dió cuenta que el consolador no salía y la erección se le había bajado como nunca antes.

¿Y cómo llegó Alec a esa situación?

La propia Isabelle lo llevó a una sex shop, alegando que su vida sexual era deprimente  y que necesitaba algo de de diversión. Alec era principiante ¿vale? Simplemente fue con el vendedor y le pidió un consolador, el que sea. El vendedor, con una mirada pícara, le entregó uno, y de regalo le dió unas bolas anales y una botella extra grande de lubricante. Ni siquiera abrió la bolsa y solo salió corriendo.

No hace falta decir que Alec estaba al punto de explotar de lo rojo que estaba.

Al llegar a su departamento, escondió la bolsa al fondo de su armario y se negó a verla hasta hoy.

El fatídico día de hoy.

A pesar de que era gay y eso, realmente no ha visto cómo funciona. Se dió una laaaaarga investigación por internet y finalmente se sintió seguro de qué hacer y cómo hacerlo.

El primer error que cometió fue EXCEDERSE de lubricante. Pero EXCEDER es poco en comparación a lo que hizo. Bañó el pobre consolador en lubricante. Casi se acaba la botella extra grande.

No quería nada de dolor.

Y no, para ser su primera vez no lo hizo tan mal e incluso no dolió tanto.

El problema fue cuando se dió cuenta que estaba muy dentro suyo y ya no lo alcanzaba.

Entre más intentos por sacar el consolador terminaba metiéndolo más. Alec, para este punto, ya estaba en su cuarto infarto cardíaco.

Se rindió después de múltiples intentos y llamó a su hermana pensando que, por tener más experiencia, sabría qué hacer. Pues si que sabía, ir al hospital.

Bajó hasta la recepción con una mueca y cojeando por todo el pasillo. Con cada paso, el consolador se enterraba más profundamente dentro de él.

Ayuda.

Vió el auto de Isabelle estacionarse a la distancia y rogó internamente para que no trajera a Simon. No quería que nadie (aparte de su hermana y los médicos) se enteraran de su pequeño accidente.

Gracias a todos los santos existentes, iba sola, y de hecho, no mencionó nada en todo el camino, solo iba con una pequeña sonrisita traviesa. Alec tampoco hizo nada por entablar una conversación, pues en cada bordo y salto, el juguete se removía dentro de él.

Sopa de letras MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora