Sempiterno Parte 2

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bbmalec el próximo capítulo será tu pedido, sólo que esta idea la tenía desde días antes para Halloween :3

Cómo dije, soy mala en expresar miedo o simplemente en escribirlo. Fue mi primera vez, no me juzguen.

Disfruten

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Alec observó su almuerzo pensativo.

Ya había pasado una semana desde que se instalaron en Edom y no podía no dejar de pensar en la Tragedia de 1895. Para empezar, por extraño y conspirativo que sonara, tenía muchas similitudes por los que vivieron aquí y murieron.

Alexander, Xander.

Alec, Alex.

También el hecho de que Alex murió exactamente un día antes de que el naciera.

Tal vez era una coincidencia (Raziel, esperaba que sólo fuera una coincidencia), pero sumando la mala sensación que tuvo al después de despertarse o cuando escuchaba el nombre de Bane, empezó a creer que había algo en la casa.

O en él, tampoco descartaba esa opción.

En la semana le había pasado de todo. A veces tenía sueños o algo parecido con él pero en el pasado, y no necesariamente tenía que estar dormido, con tocar algo su mente ya se había ido. También los susurros en su oído que no se detenían.

Las noches eran lo peor. Nunca había tenido parálisis del sueño anteriormente y ahora las tenía todas las noches. Despertaba de sueños extraños y se quedaba paralizado con una sensación de pánico recorriendolo.

Estaba solo en la cocina. Su familia comió antes que él porque no bajó a tiempo para comer. No se quejó, tenía mucho que pensar en solitario.

Parpadeó, fue sólo un parpadeo y se encontraba en otro lugar.

Era el bosque del pueblo, no supo como lo sabía pero lo hacía. Las imágenes de su sueño que tuvo en la primera noche que durmió en la casa lo abordaron mientras miraba a un pelinegro correr por el lugar.

—¿Magnus? ¡Magnus! —exclamó el hombre deteniéndose para jalar aire. Reconoció la voz como la suya.

—¡Hice lo que me pediste! Yo... corté sus frenos —habló el pelinegro a la nada, o al menos nada que pudiera observarse. Volteó su rostro y reconoció sus facciones que al igual que su voz, era la suya.

Quiso correr, gritar, abrir los ojos, ¡algo! Pero sus pies estaban plantados al suelo y no podía moverlos, como siempre que le pasaba esto.

—Magnus, por favor —dijo el otro Alec con su labio temblando —. No soporto cuando te enojas conmigo, perdóname, por favor.

El soplido del viento fue la única respuesta que obtuvo.

—Tenías razón, no debí de desconfiar de ti y de tú amor por mi, pero tienes que entenderme. Es muy difícil para mí recordar lo que viví hace más de 80 años —sollozó el pelinegro poniendo una mano en sus labios.

Por fin hubo algo de movimiento cerca de un árbol cercano. Una sombra se acercó al Alec, haciendo que se iluminara su rostro y fuera a abrazarlo, o bueno, lo mejor que se puede abrazar a una sombra.

—Pondré todo de mi para recordar, lo juro —murmuró el pelinegro recargando su cara en lo que parecía ser el hombro de la sombra.

La masa oscura levantó las manos y las enredó en el cuello pálido del otro Alec, quien abrió mucho los ojos al sentir la presión en su cuello.

Sopa de letras MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora