Capitulo XXXIX (parte dos)

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No podía respirar. Abrí los ojos de golpe, obligándome a cerrarlos cuando la luz me quemó, me estaba desesperando. No podía respirar. Jadeé por aire, y tardé unos segundos en notar que no era un ataque de pánico, solo que el cuerpo de Alec estaba sobre el mío, apretándome el pecho contra las costillas.

Farfullé una maldición, zafando mis brazos del peso de Alec, haciendo un esfuerzo por quitarlo. Pero el simple intento mandó nauseas por todo mi cuerpo, obligándome a esforzarme por no vomitar. Joder ¿Cómo alguien tan delgado podía pesar tanto?

-Black-gimoteé, moviéndole el hombro, tratando de despertarlo.

Entreabrí los ojos, quejándome por la luz, notando, no muy contenta, que estábamos recostados en el suelo del balcón. Mi espalda tampoco estaba muy contenta, al igual que mi cuello.

-¡Black!

Lo hice a un lado cuando sentí que el estómago me llegaba a la garganta, con el sabor asqueroso de la bilis quemándome, dándome la fuerza que necesitaba para echar a Black a un lado y apresurarme hasta lo primero que encontré. Un masetero. Pobre masetero y pobre planta en él, pero creo que dejé hasta los intestinos ahí.

-No volveré a beber-farfullé, casi sin voz, dejando caer la cabeza, que me daba tumbos, sobre mis manos. Alec, que había despertado más rápido de lo que me esperaba, soltó una carcajada, sosteniéndome el cabello en la nuca.

-Todos decimos eso, cariño-Dijo medio entre risas, acariciándome la espalda.

-Tu bebiste más que yo ¿por qué estas tan... vivo?

-Porque yo vomite anoche-Confesó, sonrojado.

Entonces, como si por fin hubiera despertado realmente, mire mi ropa. Llevaba una camiseta enorme, de Alec, y uno de sus pantalones psicodélicos. No mi vestido. Oh, mi vestido. Las imágenes llegaron a mi mente como si estuviera viendo una película, medias cubiertas de neblina producida por el alcohol.

-¡VOMITASTE MI VESTIDO! -Chillé incorporándome lo suficiente rápido como para no darle tiempo a escapar de mi mano que voló hasta su sien, dándole una palmada que seguro dolió-Idiota.

-esperaba que no lo recordaras-se quejó acariciándose la zona golpeada. Pero no me sentía mal, ese vestido era hermoso.

-Mejor dame algo para el dolor de cabeza antes de que reconsidere matarte-fruncí el ceño, estirando mis manos para que me ayudara a levantarme, y así lo hizo, pero cuando pensé que iba a dejarme en el suelo, me pasó las manos por la cintura y me elevó, obligándome a pasarle las piernas por el torso.

Y me habría quejado, lo juro. Pero al parecer la resaca anulaba mi orgullo y mi cabeza terminó sobre su hombro.

-Al parecer alguien no se despertó muy bien...

Lo voy a matar.

-Creo que no deberías molestarla, Mal.

-Pero...

-Que te jodan, vomite tu plantita-bufé, desganchando uno de mis brazos del cuello de Alec para mostrarle la mano a Mal, levantando el dedo medio.

-¡Falopa! -Chilló, soltando el vaso de plástico que traía en las manos para correr hasta su balcón.

-Recuérdame nunca hacerte enojar por las mañanas-Murmuró Black, riendo en mi oído mientras avanzaba por el pasillo, directo al baño.

Una vez allí, me dejó sentarme sobre el lavabo. Una parte de mí temió que se rompiera, pero con suerte podía pensar así que no dije nada al respecto. Solo me le quedé viendo mientras abría unos cajones y sacaba un cepillo de dientes nuevo, al que le echó dentífrico antes de acercárseme, preparado para comenzar a cepillarme los dientes.

Bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora