Ensarté la llave en la cerradura, agradeciendo haber atendido a llevarme mi bolso luego de la pelea con mamá, porque si no, habría tenido que esperar a que ella estuviera en casa para venir. Miré a Alec a mis espaldas, estaba acariciando una de las rosas de mamá fingiendo no estar atento a mis movimientos. Suspire, volteándome una vez más a la puerta, enderezando los hombros al girar la llave.
Sabía que mamá nunca estaba en casa a esta hora, siempre tenía planes, antes yo solía acompañarla a bocadillos frívolos con sus amigas o al estilista, siempre encuentra excusas nuevas para salir de casa en cuanto papá asiste a sus supuestos viajes de trabajo. Y bueno, Olivia tampoco pasa tanto tiempo en casa y ruego porque siga teniendo el mismo horario de clases.
Empujé la puerta con el pie mientras apretaba el agarre a las bolsas que traía entre manos, al parecer realmente había comprado mucha ropa, porque pesaba. Vi de reojo que Alec se paraba a mi lado, haciendo lo mismo con las bolsas que e mismo se había ofrecido a llevar.
-¿vamos? -Me preguntó, sonriendo al descubrirme mirándolo. -¿o quieres seguir contemplándome como a una bella obra de arte?
-Cállate-Reí, agradeciendo su esfuerzo por aligerar el ambiente.
Tomé una última bocanada de aire antes de entrar a la casa, quitándome los zapatos en la entrada antes de continuar, viendo a Alec hacer lo mismo a mis espaldas para luego seguirme por el pasillo principal. ¿Cómo era posible que algo tan común se sintiera tan diferente? Todo estaba tal como lo recordaba, las paredes claras y los muebles elegantes, las pocas fotos familiares y las muchas decoraciones sofisticadas. Pero algo era distinto; yo. Yo estaba allí, a las puertas del hogar de mis pesadillas, del palacio en hielo que me había mantenido en un coma en vida desde niña, todo estaba tal cual lo recordaba, pero ahora yo estaba allí, siendo yo, vestida con ropa elegida por mí, con un novio a mis espaldas y el corazón bombeando como nunca antes. Estaba allí, siendo lo que siempre quise ser, habiendo levantado contra mis padres y esperando por fin poder zanjar aquella etapa de mi vida, esperando poder comenzar a vivir.
-al parecer te fuiste de compras-me detuve, a medio pasillo cuando oí la voz de mi hermana menor-por varios días. Espero que fueran buenas ofertas.
-¿mamá...
-No está en casa, sabes que nunca está cuando papá se va-Se encogió de hombros, fingiendo estar planchar arrugas inexistentes de su ropa con las palmas de las manos, claramente evitando mirarme a la cara.
-Olivia-Comencé, haciendo un intento patético de sonar tan dulce como lo hace Alec siempre que hablamos de un tema sensible.
-Pensé que te habías ido-Confesó por fin, volviendo a dejar mis palabras a medias.
Cerré y abrí la boca como un pez fuera del agua, entonces me volteé hacía Alec, casi rogándole por ayuda. Y solo necesité echarle un vistazo a mi novio para saber que hacer, porque recordé a Carter, y sé que, si Olivia fuera mi joven amigo, sabría exactamente que hacer; solo tenía que actuar como si fuera él.
-Si quieres subo yo las cosas-Murmuró Black, haciendo un esfuerzo por no mirar a mi hermana mientras me extiende los brazos para que le entregué mis bolsas.
-Por favor-Asentí, extendiendo mis bolsas para que pudiera abrazarlas y de una manera sumamente cómica, avanzar hasta las escaleras. -¡Mi cuarto es la segunda puerta!
-¡mmjh! -balbuceó, asintiendo con dificultad mientras a duras penas comenzaba a subir las escaleras sosteniendo las bolsas.
-ese chico tiene que ser muy idiota como para querer soportarte gratis-Me volteé hacía Olivia cuando la oí hablar a mis espaldas, notando por fin que me había quedado viendo a Alec subir las escaleras. -o muy ciego.
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Bajo la tormenta
Novela JuvenilA veces se trata de derrumbarte, de caerte y aprovecharlo para ver las estrellas bajo la tormenta. Alex ha estado perdida toda su vida; en sí misma, en su familia, en ideas que otros construyen sobre ella. Se pierde tan fácil que ya no sabe en dónd...