Piqué el hielo y me lancé por los aires dando vueltas, cayendo perfectamente sobre el suelo. Solo que no estaba perfectamente, las manos me sudaban, me temblaban y casi no podía controlarlas. Había estado todo el día pensando en ello, en patinar y simplemente no pensar en nada, pero ahora era lo que menos quería hacer y todo por culpa de...
-¡Endereza la espalda! -Cerré los ojos con fuerza, pasándome las palmas por los parpados al oír a mamá. Hace meses no oía su voz, y hasta ahora no había deseado tanto que eso se mantuviera de esa forma. -¡Otra vez! ¡Por favor, no podrías ser más inútil!
Asentí, sacudiendo los brazos a mis costados y volviendo a dar vueltas alrededor de la pista. Sussie estaba recargada sobre el barandal, con una mueca y una disculpa plasmada en el rostro. No había podido mantener a mamá fuera del gimnasio, no quería irse pues aseguraba que yo necesitaría de su presencia para mejorar y remediar mi derrota de la semana anterior.
Triple Axel. Lo había dominado hace meses, pero, aun así, se veía imposible y quería llorar cada vez que lo aterrizaba. Menos ahora, mamá me hacía sentir como si cada vez lo hiciese peor y peor.
Piqué, salté y aterricé. Era perfecto, pero los gritos de mamá no tardaron en llegar.
-¡¿Por qué haces todo tan mal?!
Volteé a ver a Sussie casi por reflejo. Podía verlo marcado en su expresión.
"dile algo"
"respóndele"
"defiéndete"
Pero no podía, no hoy, no ahora. Con suerte podía respirar.
-Quiero ver la secuencia para los olímpicos-Mamá se apoyó sobre una silla, luciendo agotada, tanto que sentí pena por ella. -Vas a ganarlos como sea.
Asentí, viendo como Sussie tomaba su celular de malas ganas, buscando la canción. Patiné un poco por la pista, tratando de regular mi respiración, quité la escarcha de mis cuchillas y me detuve donde se suponía debía comenzar. Cerré los ojos, inspiré y exhalé, solo necesitaba no pensar en mamá, si ella no estaba todo saldría perfecto, podría hacerla sentir orgullosa y por fin me sonreiría como siempre había querido que lo hiciera. Solo necesitaba hacerlo perfecto.
Exhale una última vez cuando la música comenzó a sonar y era consciente de cada centímetro de mi cuerpo mientras giraba y me deslizaba por el hielo. Pero solo era de mí, porque de pronto todo lo demás había desaparecido y parecía estar flotando. Solo existía la música y yo y de pronto estaba embelesada en una historia que solo existía en mi cabeza.
Terminé con el corazón en la mano y los ojos cristalizados. Creo que nunca había terminado la coreografía de una forma tan limpia y sonreía como nunca cuando levante la mirada hacía mamá, esperando aquella sonrisa, aunque sea una mirada más emotiva de lo común o un asentimiento de cabeza. Esperando su orgullo. Pero ya ni siquiera me estaba viendo a mí.
-Ya veo, porque de pronto sacas un segundo lugar-Dijo, con una sonrisa irónica surcándole los labios-Supongo que es difícil concentrarse con tantos espectadores.
Alec estaba medio congelado a un lado de las gradas, con mis amigos a sus espaldas sin entender muy bien lo que sucedía. Mierda. Había olvidado que vendrían. El pánico me recorrió el cuerpo entero, y ellos parecieron notarlo. Reconocieron a mi madre de inmediato.
Me olvidé de mí casi por completo, no sabía que podía decir o hacer mi madre. Casi corrí por el hielo, directo a la salida, donde con suerte atiné a ponerle los protectores a los patines.
-¿Sussie por qué te has vuelto tan permisiva? -La voz de mamá era suave, como terciopelo contra la piel, pero afilada, como las cuchillas de los patines sobre el hielo. No la quería tan cerca de Alec, ni de Mal, ni de Peter, Sophie o incluso de la ruda de Lauren. No la quería cerca de ninguno de ellos, no quería que los arruinara como había hecho conmigo
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Bajo la tormenta
Novela JuvenilA veces se trata de derrumbarte, de caerte y aprovecharlo para ver las estrellas bajo la tormenta. Alex ha estado perdida toda su vida; en sí misma, en su familia, en ideas que otros construyen sobre ella. Se pierde tan fácil que ya no sabe en dónd...