Capitulo IX

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-Perdón por molestarlos-Carraspeé cuando la voz se me quebró a media frase. Las manos me temblaban mientras cerraba la puerta del auto, estaba aterrada.

-¿qué sucedió? -Alec giró sobre el respaldo de su asiento, recorriéndome con la mirada como si... buscara algo. Y yo sabía que era.

-nada-negué, pasándome una de las manos por el pecho, sintiendo punzadas que me dificultaban un poco el respirar. No quería llorar, no quería llorar. No podía. -lo siento

-Brown...

-Lo siento-Tomé aire con dificultad, pegándome al siento de atrás. Necesitaba un abrazo. Vi a Alec echarle una mirada de auxilio a su hermano-No tenía a quien más llamar, no quiero molestar yo...

-Oye-Carter se volteó, haciéndole señas a Black para que arrancara el auto-No te preocupes por eso, nunca serías una molestia

-Gracias-Susurré con la voz débil mientras cerraba un segundo los ojos, mordiéndome el labio inferior para ahogar mi sollozo.

-Bien, hoy cenaras con nosotros-Me sonrió dulcemente, volviendo a su lugar.

El resto del camino fue demasiado silencioso, ambos trataban de respetar mi silencio y yo trataba de no molestarlos, aunque sentía las miradas que me echaban de vez en cuando, como confirmando que siguiera allí, y a pesar de que fingiera no notarlas, era sumamente incómodo. Quizás, por haber llamado a Carter llorando; cosa que él nunca me había oído hacer, o simplemente porque estaba por segunda vez en el auto de un chico que acababa de conocer estando al borde de un ataque de pánico luego de que me recogieran en la mitad de una autopista, porque ni un puto auto tuvo la decencia de frenar para dejarme pasar. Era tan patética que no podía conmigo misma.

Miré por la ventana cuando nos detuvimos, la casa que teníamos en frente era... distinta, se sentía distinta a la mía por lo menos. Tenía un lindo jardín, no como el de mi casa que era cuidado por un jardinero, si no uno... familiar, se notaba por la forma en la que crecían las flores y que el pasto estaba cortado de forma irregular, por las decoraciones y el buzón pintado a mano.

"Rompes todo lo que tocas" Repitió la voz de mamá en mi mente, y por un segundo, volví a tener miedo.

-Creo que debería volver a mi casa-Me atreví a hablar, tragando en seco-Ni siquiera les han preguntado a sus padres y...

-Brown, vamos-Black me sonrió mínimamente-Todo estará bien, no tienes que volver a tu cada hoy si no quieres, menos aún si sucedió lo que yo creo.

Miré con terror la casa mientras bajaba del auto, sentía que si me movía un centímetro demás echaría a romper algo. Miré a Alec, buscando ayuda, el me sonrió como nunca antes había visto hacerlo a alguien más, y dio un paso hasta mí, interponiéndose entre yo y la casa.

-Vamos-Me extendió la mano, esperando que la tomara.

Pero entre en pánico.

Si hubiera sido posible, me hubiera muerto allí mismo, cuando Alec notó el rechazó dando un paso atrás, indicándome que lo siguiera a través del caminito de piedras y las escaleras que daban al pórtico.

-Permiso. -murmuré incomoda, dando paso por debajo del umbral.

-¿tienes hambre? Tenemos pizza congelada para cenar-Carter me sonrió abiertamente, haciendo una ceña para que lo siguiera. Obedecí, asombrada por cada cosa que veía.

Mamá odia las cosas en las paredes, pensé al entrar a la casa, viendo con ojos de envidia las fotografías y las decoraciones, todas esas cosas que hacían de una casa un hogar. Sonreí al ver un mueble lleno de fotos de los chicos, podía ver desde el día que nacieron, hasta la graduación de Alec y la última competencia de Carter. Sonreí inconscientemente, pasando una mano por sobre la madera, sabiendo que esa vida, esa familia, era todo lo que podía querer y jamás tendría, pero que, para los Black, era lo normal de cada día.

Bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora