Capitulo XII

13 1 0
                                        

-¡Princesita! -Pegué un salto al oír el grito, muy segura de que se refería a mi cuando vi la mata de cabello neón corriendo en mi dirección, balanceándose sobre esas botas de plataforma mortal que lograrían que yo me fuera de bruces al suelo en menos de dos minutos.

-Buenos días, Kat-Sonreí cuando la tuve a un lado, pasándome un brazo por sobre los hombros y caminando conmigo por el pasillo hacia mi casillero. Tres días. Solo llevábamos tres días hablando y con ella pareciera que fuera mucho más.

-Cariño ¿realmente te gusta esa ropa? ... Quiero decir, no se te ve mal, para nada, pero... mi madre se viste así-Kat hizo una mueca mientras tiraba de la manga de mi blusa, como si pudiera pegarle herpes solo verla.

-Padres estrictos ¿recuerdas? -Le recordé con una media sonrisa. Porque era más que solo padres estrictos, pero no podría explicárselo a alguien que ni siquiera conocía.

-puedo prestarte ropa, si quieres. Siempre tengo demás en mi casillero-Sonrió de oreja a oreja, tomándome del brazo con emoción.

-Kat, apenas nos conocemos.

-Es solo ropa, princesita. No un anillo de compromiso-Rio tontamente, jalando de mi rápidamente, temiendo que me arrepintiera en el trascurso hasta su casillero.

Hice una mueca casi imperceptible mientras miraba a Kat, todo arcoíris y brillo, hasta me encandilaba su falda rosa tornasol. A ella podría vérsele genial, con su cabello colorido y cuerpo esbelto ¿pero a mí? Con mi cuerpo de atleta, con las piernas anchas y musculosas, la cadera ancha y la cintura escasa Simplemente no, ni siquiera estaba segura de poder entrar en una falda tubo talla Kat. Y si llegara a hacerlo ¿me gustaría al menos? Si, mi estilo había sido moldeado por mamá, jamás me había gustado, pero ¿acaso si lo haría el de Kat?

-Al, te estoy hablando-Kat hizo un gran puchero, dando un pequeño empujón a mi hombro para demandar mi atención. -¿Qué prefieres? -Preguntó una vez más, levantando dos prendas que no logré diferenciar antes de apuntar cualquiera. Pero no importó mucho, Kat no tardó en notar que mis decisiones eran al azar y ella terminó eligiendo que sentía que me vendría mejor.

-¿me recuerdas cuando acepte esto? -Pregunté minutos más tarde, lo suficientemente alto como para que mi nueva amiga me oyera del otro lado del cubículo. No quería salir, no quería ver mi reflejo.

-¡Solo sale ya! ¿quieres llegar tarde a la primera clase? -Insistió Kat, golpeando repetitivamente la puerta, apresurándome.

Chillé con frustración y aplasté la tela de mi falda una última vez antes de salir, maldiciendo por lo bajo y no muy segura de lo que estaba haciendo.

-Dime que estás viendo lo mismo que yo-Kat soltó un gritito de emoción una vez estuve afuera, viendo mi reflejo con una mueca de estupefacción.

Mierda.

Tal vez pasaría un largo tiempo sin saber si me veía bien o mal con faldas tubo... pero con las acampanadas sí que lo hacía, me veía genial. Y puede que la cadena colgando del cinturón o las mallas de red no fueran lo mío, pero se veían geniales. Todo calzaba sobre mi figura, la falda tableada y el top ajustado, todo se sentía genial. No sabía si estaba cómoda, o si me gustaba realmente, pero mierda, me sentía bien. Por una maldita vez en mi vida me sentía como una adolescente, como una persona, con derecho a cometer errores, con derecho a explorarme, a encontrarme. Me sentí libre. Esa tela significaba más de lo que quería creer.

Mis manos vibraban en adrenalina, mis venas inyectándose de todo eso que había extrañado solo de la tarde anterior, que había sido lo suficiente como para que sintiera que lo necesitaba. Reí y volví a sonreír, complacida cuando note el largo casi insuficiente de la falda, mamá lo odiaría, pero yo no paraba de admirar lo bien que se veía la figura que ni siquiera sabía que tenía.

Bajo la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora