Piqué el último salto de la secuencia a la perfección, los trocitos de hielo silbaron a mi alrededor, pegándose a mi ropa antes de caer, de la forma correcta en el momento correcto. La satisfacción vibró por mis venas una vez mis músculos se relajaron, la consciencia volviendo a mi luego de unos segundos.
-Esta era la Alex que yo recordaba-Sussie se recargo sobre la frontera de la pista de hielo, con una sonrisa de orgullo cubriendo sus labios. Sonreí también.
-quien diría que esa Alex aún existe-Sonreí, abriendo mis brazos a mis lados mientras patinaba hasta el fin del hielo, agradeciendo que mamá no estuviera aquí y que por primera vez su rencor me trajera cosas buenas, pues estaba demasiado molesta con Sussie como para asistir a las practicas.
-Ahora quiero que hagas triples hasta que tus piernas se doblen por sí solas-La sonrisa en los labios de Sussie se agrandó, felicitándome con un apretón sobre mi hombro.
-¿qué? -Pregunté aun con la respiración entrecortada por el esfuerzo, tomando los seguros de mis cuchillas para salir por mi botella de agua.
-Ya me oíste. Y quiero triples Axel's
-Sí, lo hice. Pero creí que descansaríamos de eso. Sus, es uno de los más difíciles y ni siquiera estoy logrando todos los triples que ya conocía. Un buen día no significa nada-Hice una mueca, el agua cayendo por mi barbilla luego de tomar con tanta desesperación. -Y tengo algunos cuádruples listos, no entiendo porque el Axel es necesario.
-Lo sé, pero decidí que ese descanso acabó. -Sentención con una sonrisa soberbia. -Veinticuatro años, olimpiadas, abrió su rutina con un salto triple de Axel. La tercera mujer en la historia en lograr uno en las olimpiadas; Mirai Nagasu. Mírala bien-Me puso su teléfono en la cara con la chica ya conocida en la pantalla. -Porque tú serás la que le siga.
-¿Qué? -Repetí, porque de pronto era lo único que podía articular, el aire aún demasiado pesado. No sabía si era el miedo o la ansiedad, pero algo se retorció dentro de mí.
-Serás la cuarta mujer, y la más joven, en realizar un triple Axel en las olimpiadas. -Sus palabras desbordaban convicción, veía la ambición en su rostro arrugado. Todo parecía demasiado irreal.
-¿Eso se puede en mi categoría?
-Sabes que sí, así que déjate de escusas-me acusó, apuntándome con el índice-el oro será tuyo y harás historia. Quiero cuádruples y triples, sé que los saltos no son lo tuyo, pero quiero lo mejor de ti en esta competencia, porque definirá tu vida-Los ojos de Sussie estaban llenos de expectación, eran vivaces, como ella. Como todos sus planes para mí, como yo solía ser.
Yo conocía esa mirada, era la misma que yo tenía a los quince, la que tuve antes de entrar al hielo de las olimpiadas de invierno. Ese día había logrado marcarme en el mapa, en ese momento todo tenía más sentido, había logrado el oro. Había desterrado a personas que llegaron a mundiales mucho antes que yo, había dejado una pequeña marca en el gran libro de patinadores, había logrado una rutina larga perfecta. Sin vacilar, recordaba los vítores al haber terminado, recordaba el ardor dentro de mi interior, recordaba como las lágrimas recorrían mis mejillas. Pero por alguna razón parecía demasiado lejano. Para muchos, eso fue suficiente para llamarme prodigio, para nombrarme en las noticias, llamarme a entrevistas y hacerme audicionar como doble en una película. Eso había sido grande, como dije, me puso en el mapa, pero ahora lo que Sussie quería, era comerse el mapa entero.
Y supe que era lo que la mayoría debía esperar de mí, o por lo menos la mitad de todos lo que sabían mi nombre, la otra mitad, esperaba que me hundiera, esperaba que no pudiera ser lo suficientemente buena, que al crecer haya dejado mi dedicación de lado. Y una parte de mi sabía que podría ser cierto, que si no lograba, aunque sea una posición de podio en las olimpiadas de este año, me hundiría, que si no lograba una hazaña que superara la anterior me iría en picada. Estaba a prueba.
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Bajo la tormenta
Teen FictionA veces se trata de derrumbarte, de caerte y aprovecharlo para ver las estrellas bajo la tormenta. Alex ha estado perdida toda su vida; en sí misma, en su familia, en ideas que otros construyen sobre ella. Se pierde tan fácil que ya no sabe en dónd...