El primer día, mamá no salió de su cuarto, solo me permitió dejarle agua y comida fuera de la puerta. El segundo, por fin tomó una ducha. El tercero, salió, pero ni siquiera me miró. El cuarto, me miró por primera vez, y me mostró cuando odio había ahora en su mirada. Luego papá había vuelto y al ver la situación, se llevó a Olivia a casa de los abuelos por un tiempo. Y ¿El resto de días? Mamá no volvió a hablarme, ni una sola palabra, ya estábamos comenzando la segunda semana así y algo en mi decía, que así sería por un largo tiempo.
-¿qué cuento de hadas crees que seríamos? -pregunté, atajando los lentes de Alec y poniéndomelos, comprobando que en realidad no tenían mucho aumento. -¿cómo me veo?
-siempre te ves bien, deja de distraerme-se quejó, tomando sus lentes de regreso y volviendo a tratar de explicarme matemáticas-vamos, no es tan dific...
-no me contestaste ¿qué cuento de hadas crees que seriamos? -Insistí, haciendo a un lado las hojas que mi estúpido maestro había repartido para que estudiemos para lo estúpidos ensayos finales de semestre. De verdad, si pudiera no tener vacaciones de navidad y año nuevo solo para poder librarme de estas estúpidas evaluaciones, lo sacrificaría gustosa.
-tienes que estudiar-me regañó, dejando caer una mano sobre mi rodilla.
Casual.
-tampoco es que me vaya a ir tan mal si no lo hago-murmuré, acercándome un poco para que su mano se deslizada hacía más arriba, lo que le sacó una risa ronca que me puso los vellos de punta. -He aprobado mis últimos exámenes
-Lo sé.
-¿no me preguntarás quien ha sido mi excelente maestro.
-deja de distraerme-farfulló, deteniendo con su pie las patas de las sillas, impidiendo que me siga acercando. Hice un puchero. -te diré una y mil veces que estoy orgulloso porque hayas aprobado, pero, sabes que puedes dar más y estos son exámenes finales.
-idiota.
-solo déjame ayudarte.
-pero no me has respondido aún ¿qué cuento de hadas crees que seriamos?
Se rio, como si no creyera que siguiera insistiendo con una tontería que mucha vergüenza ajena me daría escucharlo en otra persona. Pero, aun así, luego de pasarse la lengua por los dientes superiores-en una acción que seguramente no debió causar que se me acelerara el pulso-sonrió y respondió.
-la Bella y la Bestia.
-Déjame adivinar-imité su sonrisa-tu serias Bella.
-y tú la Bestia más dulce de todas-Asintió, tomando las patas de la silla en donde estaba sentada para arrastrarme cerca suyo, aparentemente ya no tan en desacuerdo con mis distracciones. -No me quejaría si quisieras secuestrarme.
-Si no te quejas no es secuestro. -me queje, pasándole una mano por el cabello gris, haciéndolo sonreír aún más.
-es lo que nosotros queramos que sea-murmuró, llevando sus labios hasta mi cuello, donde dejó un beso antes de acariciarme con la nariz, haciéndome temblar. En especial cuando sentí su sonrisa sobre mi piel.
Tragué en seco, de pronto arrepintiéndome un poco de haber incitado las distracciones, por varias razones:
1. De verdad necesitaba aprobar esos estúpidos exámenes.
2. Luego de haber dormido juntos varios días sin que nada sucediera, las tensiones se habían vuelto más... evidentes.
3. En especial cuando estábamos solos.
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Bajo la tormenta
Teen FictionA veces se trata de derrumbarte, de caerte y aprovecharlo para ver las estrellas bajo la tormenta. Alex ha estado perdida toda su vida; en sí misma, en su familia, en ideas que otros construyen sobre ella. Se pierde tan fácil que ya no sabe en dónd...