Capítulo 37-Tu pilar.

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𝓙𝓾𝓹𝓲𝓽𝓮𝓻.

Levanto la mano tocando mi frente y hago una mueca por el leve dolor de la herida.

—Bien, está todo listo, ya se puede ir a casa—la doctora entra a la habitación—. Tuvo suerte de que no fue grave. Tiene que andar con cuidado. El dolor de la herida es normal, solo trate de no tocarla a menos que sea para cambiar el parche.

—Gracias—cansada le doy una leve sonrisa.

Al salir del hospital tomo un taxi y le doy la dirección del edificio donde vivo. Mientras voy mirando por la ventanilla, los recuerdos vienen a mi mente, causando que un nudo en mi garganta se forme instantáneamente, con ganas de llorar, llorar y… simplemente llorar. Deseando que todo fuera un simple sueño de mal gusto, una pesadilla, deseando que ellos no se hubieran besado.

Deseando que él me quiera de verdad. Que sienta este mismo sentimiento que tengo dentro.

¿Realmente me quería? ¿Fue todo mentira?

Me estoy volviendo loca pensando en cada momento que tuvimos y que todo pudo ser un fraude. Cada beso, cada caricia, cada palabra. 

Sin darme cuenta el taxi se detiene fuera del edificio.

No quiero estar aquí.

Salgo del auto y observo el edificio un par de minutos antes de caminar sin dirección alguna por la lluvia, dejando que las gotas acaricien mi piel mientras voy sin rumbo, con la barbilla temblorosa y las lágrimas queriendo salir.

Ir lejos de ahí. Donde no lo pueda ver.

Desearía que la tierra me tragara y luego me escupiera al otro lado del mundo.

Los sollozos salen con intensidad desde mi garganta, la lluvia cubre las lágrimas en mi rostro y abraza todo mi cuerpo como si me estuviera consolando, sintiendo mi dolor. 

Lo consiguió... La maldita perra lo consiguió. Y él cayó.

Eso es lo peor.

Él cayó. Como una puta mosca en una telaraña.

Siento mi pecho arder del inmenso dolor que siento, me permito ser vulnerable en esté instante y llorar hasta más no poder. Liberarme de todo.

Camino y camino por las calles mientras que las personas van y vienen, los relámpagos se hacen presentes y la lluvia se intensifica, es como si el cielo llorara junto conmigo. Las personas me observan, pasando a mi lado, algunas curiosas, otras tristes o incluso indiferentes. En Nueva York hay de todo. Debo parecer un desastre, llorando, empapada... Pero no me importa. En este punto ya no me importa si un puto paparazzi me toma una foto y me critican, no me importa si me enfermo por estar bajo la lluvia, ya no importa nada, solo quiero paz.

Sigo vagando por las calles, perdida en mis pensamientos, recordando involuntariamente todo una y otra vez, hasta que veo el cielo oscurecer y me doy cuenta de que estoy frente al edificio donde vive Louis.

Sin más, entro al edificio y subo al elevador hasta llegar a su piso, camino por el pasillo y me detengo frente a su puerta dando un suspiro. Toco el timbre tres veces seguidas hasta que abre la puerta y me mira alzando sus cejas, pero luego su expresión cambia a una de preocupación.

Júpiter [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora