Epílogo

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𝓙𝓾𝓹𝓲𝓽𝓮𝓻.

Nunca pensé que iba a estar tan nerviosa el día de hoy.

Mi estómago es un revoltijo de sensaciones y siento que debo ir al baño cada cinco minutos gracias a los nervios, es una locura.

Observo mi reflejo en el espejo de cuerpo completo de la habitación, el vestido de novia que elegí resalta mis curvas. Mi madre termina de arreglarme el velo de novia en mi cabello recogido con algunos mechones sueltos, algo elegante pero sencillo.

Mamá da unos pasos atrás y se lleva las manos a la boca con una expresión de amor y orgullo, le dedico una sonrisa a través del espejo.

—Te ves perfecta, cariño—dice. Me da una sonrisa nostálgica—. Cuánto has crecido, tienes tu propia marca, ya tienes una hija y ahora te vas a casar… Todo paso en un pestañeo, siento como si hubiera sido ayer cuando andabas corriendo por la casa mientras tu padre te perseguía para hacerte cosquillas. ¿Recuerdas cuándo me decías todo el tiempo que querías tener un amor como el de tu padre y yo?

Me rio suavemente mientras me giro para quedar frente a ella.

—Sí, recuerdo todos esos momentos—sonrío—. Un amor único como el de ustedes.

—Ya lo tienes, hija. Y ahora te vas a casar con ese amor. ¿Recuerdas lo que te dije una de esas veces?

Muerdo mi labio inferior mientras trato de recordar. Mamá agarra mis manos y las sostiene entre las suyas.

—Algún día alguien te verá con la misma pasión que tú ves a la luna—dice mirándome fijamente a los ojos.

—Y ese alguien es él.

—Exacto—sonríe—. Bien, ahora me voy a la iglesia, tu padre está por llegar.

—Gracias, mamá—nos abrazamos.

—Siempre voy a estar a tu lado, Júpiter—nos separamos—. ¿Cuánto apostamos a que tu padre se va a poner a llorar?

—Eso es un hecho—me rio.

Luego de que mamá se va, a los minutos llega mi padre. Derramó algunas lágrimas al verme. Así que agarro el ramo de rosas rojas y blancas antes de subir al auto con él. 

Observo por la ventanilla del auto mientras mis nervios crecen, pero también las mariposas en mi estómago, la anticipación por ver a Aaron.

—¿Todo bien, hija? —dice papá, sentado a mi lado en la parte trasera del vehículo.

—Sí, sí—lo miro—… Estoy nerviosa.

Me sonríe.

—Es normal, hija—sus ojos se cristalizan cada vez más—. No puedo creer que mi pequeña se vaya a casar.

—No llores, papá—se me sale una risita. Agarro su mano—. El tiempo pasa muy rápido, ¿no?

—Demasiado rápido. Cuando me casé con tu madre estaba como un loco por los nervios, esperaba que no se arrepintiera a último minuto, pero cuando la vi entrar con su vestido de novia y sonriéndome como lo más hermoso de su vida, todo desapareció, porqué ella también es lo más hermoso de mi vida junto contigo. Y ahora también lo es mi adorable Venus. 

—Cuando conociste a mamá, ¿qué sentiste?

Mira hacia la nada con una sonrisa y un brillo en sus ojos, como si estuviera recordando esos momentos.

—Cuando la conocí pensé que era la mujer más inteligente y bella del mundo, una mujer única. Y lo supe, supe en ese momento que quería pasar el resto de mi vida con ella y hacerla feliz. Pero ella al principio no me tomo mucha atención, o eso fue lo que dejó ver por fuera, ella temía que si se acercaba a mí podría desviarse de sus estudios universitarios. Pero como estudiábamos lo mismo y teníamos las mismas clases, nos veíamos siempre, aunque un proyecto que tuvimos que hacer juntos causo que comenzáramos a hablar. Fue algo difícil poder hacerla mi novia. Sin embargo, nunca me rendí.

Júpiter [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora