Capítulo 2-Las Vegas.

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𝓙𝓾𝓹𝓲𝓽𝓮𝓻.

Mientras estamos sentados en el avión esperando a que entren todos los pasajeros, Louis, que está sentado a mi lado, me pega un codazo en el brazo llamando mi atención.

—Mira, ¿cuánto le da tu radar? —susurra.

Me señala a un chico pelirrojo que va pasando entre los asientos.

—Un siete—le digo—. ¿Y tú?

—Un siete, igual.

Louis y yo tenemos como un radar, o, por lo menos, así le llamamos. Cuando vemos a un hombre le podemos poner fácilmente del uno al diez. Del uno al tres; no es para nosotros, ni aunque fuera el último hombre en la tierra. Del cuatro al cinco; mas o menos, tendríamos que estar borrachos o desesperados. Del seis al siete ; están bien, ligaríamos, tal vez incluso podríamos tener una aventura. Y por último, del ocho al diez; están muy bien, hasta perfectos, un adonis, sexo 24/7, eso hombres que te dejan sin aliento.

—Ustedes y su "radar" —nos dice Anne, haciendo las comillas con los dedos. Va en los asientos que están detrás de nosotros y a sus lados van Lily y Julieta.

—Le falta altura para mi gusto—comenta Louis aún hablando del chico pelirrojo.

—Oigan, ¿en que hotel nos vamos a hospedar? —pregunta Julieta.

—Reserve una suite para cinco personas en el Bellagio—les comento, girando levemente para mirarlas—. El hotel tiene casino resort, spa, restaurantes, piscina...

No logro terminar lo que decía, ya que Louis me agarra con fuerza del brazo, interrumpiéndome.

—Oh. Por. Dios—dice pausadamente.

—¿Qué te pasa? —frunzo el ceño.

—Mira que bombones vienen entrando al avión—dice, mirando fijamente hacia la entrada del avión donde venía un grupo de cinco hombres.

Y mientras se acercaban pude reconocer al mismo hombre castaño del estacionamiento de hace unas horas.

—Mierda, me he enamorado del rubio, le doy un cien—comenta, hace una pausa antes de volver a hablar—. ¿Cuánto le das al castaño qué te mira fijamente?

Y, efectivamente, cuando volteo para ver, el castaño me mira fijamente. Nuestras miradas chocan y me estremezco de lo intensa que es la de él, es como si sus ojos me atravesarán y supiera cada pensamiento mío. Sus ojos desbordan control y seriedad.

—Lo vi hace unas horas en el estacionamiento de la tienda—le murmuro a Louis—. Le doy un nueve.

—¿Un nueve? Yo le doy un diez, aunque prefiero que él me de—dice pícaro, y yo me rio.

El rubio y otro chico pelinegro del mismo grupo caminan a los asientos desocupados que están a nuestro lado, y el castaño con los otros dos chicos se sientan unos asientos más atrás que nosotros.

—Quién fuera zapatero para trabajarme ese cuero—murmura Louis mientras el rubio y su amigo se sientan.

Creo que el rubio lo escuchó, ya que nos sonríe coqueto pero divertido. Bueno, en realidad, le sonríe a Louis.

—Que sutil son—alega sarcásticamente Lily.

—Sin miedo al éxito, amiga—le responde Louis.

—Veo que Anne ya cayó rendida—comento mirándola.

—Se tomó una pastilla para dormir, y yo voy a seguir sus pasos—dice Julieta acomodándose en el asiento, mientras tanto Lily come su chocolate.

—Bueno, yo también voy a dormir un rato—digo, y antes de darme la vuelta hacia al frente, me encuentro con la mirada del castaño.




Júpiter [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora