Extra #1

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𝓙𝓾𝓹𝓲𝓽𝓮𝓻.

Esto es muy relajante. Escuchar el océano de fondo, estar recostada en la toalla sobre la arena pálida y sentir los rayos de sol bronceando mi piel. 

Sería aún más perfecto si pudiera quitarme el bikini y evitar las marcas que va a dejar, y también por comodidad. Pero en esta playa no se permite el nudismo lamentablemente. Algún día necesito ir a una playa nudista. Aunque estoy segura que a Aaron lo volvería loco, no le gustaría ni un poco.

Esta ha sido una excelente luna de miel. 

Apoyándome sobre los codos agarro el vaso que está a un lado de mí y bebo de mi exquisito jugo de naranja. Aunque sigo prefiriendo los jugos que hace Bruno. 

Degusto el sabor a naranja en mi boca a la vez que, a lo lejos, veo algo aún más exquisito.

Aaron va saliendo del océano turquesa de Bora Bora, las gotas de agua se deslizan por sus músculos, pero me fijo en las gotas que acarician la piel de sus pectorales, luego esos marcados cuadritos de su abdomen hasta perderse en el elástico de su bañador. Desliza los dedos de su mano derecha por su cabello mojado hacia atrás.

Observo a mi alrededor las miradas femeninas dirigidas hacia él, algunas repasándolo descaradamente con miradas lascivas y sugerentes. Mis celos hacen acto de presencia en menos de un segundo y mi ceño se frunce. 

Pero todo queda a un lado y la sonrisa en mi rostro no se hace esperar cuando me fijo que mi esposo solo me mira a mí mientras camina en mi dirección con su ceño fruncido por alguna razón y mirando de reojo a su alrededor.

Se arrodilla y se cierne sobre mí uniendo nuestros labios en un beso posesivo. De un momento a otro nos hace girar, quedando encima de él sobre la toalla y sus manos acunando mis glúteos.

—Estás caliente— dice, volviendo a fruncir levemente el ceño mientras acaricia las mejillas de mi trasero.

—Sí, tú también estás caliente—muerdo mi labio inferior con una sonrisa traviesa.

—Y muy deseoso de mi esposa—sonríe.

Dejo pequeños besos por su boca y mandíbula antes de esconder mi rostro en el hueco de su cuello e, inevitablemente, pasar mi lengua por las gotitas de agua que hay en la zona saboreando el gusto salado. Su agarre en mi trasero se aprieta.

—Quiero quitarme el bikini, no quiero que queden marcas y, aparte, me está molestando— me quejo.

—Me encantaría ver eso, no sabes cuánto, pero bajo todas las miradas de los hombres que están cerca no te puedo complacer con eso, Leona—acerca su boca a mi oreja antes de susurrar las siguientes palabras que causan una extraña felicidad posesiva y un calor en mi coño—. Nadie más que yo te verá desnuda. Solo tu obsesivo esposo puede degustar tu exquisito cuerpo. Por siempre y para siempre—apretuja mis glúteos una y otra vez y me hace sentir su creciente erección—. Me vas a llamar un completo loco, contradictorio y cavernícola, pero desearía poder follarte en este mismo instante bajo todas las miradas, que grites de placer para que todos escuchen lo bien que tu esposo te trata.

Mi respiración se acelera por sus palabras y su agarre, y la humedad entre mis piernas se expande.  Muevo mis caderas hasta presionar su erección contra mi coño y tratar de frotar contra mi clítoris disimuladamente. Acerco mi boca a la suya hasta rozar nuestros labios.

—Dime más— ronroneo.

—Dulce ninfómana, ¿no te molesta que estemos en público y que todos vean como mi mujer me usa para su propio placer? —pregunta con una sonrisa pícara, aun sabiendo la respuesta.

Júpiter [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora