Aria
Mi nombre es Aria Dmitrev y aún que se supone que debería ser una mujer totalmente plena y feliz, pues la verdad es que soy todo lo contrario, vivo entre fajos de billetes, pero nada de esto me llena.Ahora mismo me estoy dirigiendo hacia mi gran oficina, situada en medio de la gran manzana en Nueva York, tengo varias oficinas alrededor del mundo, pero esta es mi favorita sin duda.
Escucho unos golpes en el cristal polarizado y se que es la señal para que me ponga la máscara y la gorra, ¿que por que una máscara y una gorra? Fácil, nadie sabe quien soy ni cual es mi aspecto, solo lo sabe la gente en la que mas confío.
— Señorita. ¿Está usted preparada? — escuchó como habla mi guardaespaldas y chofer Andrew, es bastante alto y corpulento, me cae bien, pero nunca tendría mi confianza, simplemente lo trato con cordialidad.
Bajo del coche y enciendo el aparato que hace que mi voz cambie totalmente a una más fina y pija, odio esta voz, parezco una niña de papá y mamá que le besan hasta el suelo por dónde pisa.
— Gracias Andrew, recuerda que hoy salgo a las doce de la noche, estate atento por si necesito algo de ti, diles a los demás que dejen a sólo dos escoltas en mi puerta, ah y espero que no fumes dentro de el coche.
— Como usted desee señorita Petrova, así sucederá.— su cara me parece graciosa tiene la mandíbula marcada pero tiene grandes mofletes, sus ojos son cafés y aún que no me parecen feos los ojos cafés los suyos son feos de cojones.
Subo a mi oficina y le digo a mi secretaria que pase a mi hermano a mi despacho, ¿no os lo he dicho? Si tengo un hermano, mi mellizo Ethan, soy mayor que el por 2 minutos y es un maldito incordio.
— hermanita, hoy estás más fea de lo normal, se puede saber ¿para que necesitas a él apuesto de tu hermano? — puse los ojos en blanco y le sonreí de manera sarcástica.
— Somos mellizos, si yo soy fea tú también inútil, te llamaba para que me digas si ya has encontrado alguna información de ese tal Alexandro Bianco, me jode no saber nada de la puta competencia.
— Pues estás de suerte hermanita, por casualidad hay un hombre con su mismo nombre que quiere concertar una reunión justo dentro de 23 minutos contigo, hable con su secretaria y llegamos a ese acuerdo. — sonrió como recordando lo que hizo.
— Me explicas como mierdas piensas que tenga una reunión con la competencia, nunca me he dejado ver por nadie, menos por ti y por Sidney. ¿Además como sabremos que es el? — mi hermano me miro directamente y me dio una sonrisa de oreja a oreja
— muy fácil el no sabe que vas a venir tú, además el tampoco deja que le vea nadie la cara, seguro que es igual de feo que tú, además Aria, deberías dejar ya esa mierda de la máscara y el altavoz de niña.
— pero tú eres gilipollas? Te recuerdo que si alguien me ve y sabe quien soy probablemente me hagan algo ya sabes la última vez que escucharon mi voz lo que hicieron... — lo mire con suficiencia
— Joder aria, tienes toda esta mierda por que te da miedo que sepan que eres fea, además todo eso que has dicho paso hace casi 6 años, cuando apenas firmamos nuestro primer contrato, ahora somos unos de los jóvenes más millonarios del mundo.
— Mira primero trae al puto Alexandro Bianco y luego ya hablamos toda esta mierda de la máscara. — obviamente la iba a seguir llevando es por mi seguridad lo que a él le jode es que el la tenga que llevar también mientras que tenga que entrar y salir de esta empresa.
— Y ponte la puta mascara Ethan. — me miro con asco y con una mueca de desaprobación, pero me la sudaba, no iba a dejar que le pasara nada.
— Señorita, un tal Alexandro quiere verla, ¿lo hago subir? — mire el aparato de donde salía el sonido, y presionando un botón solté tranquilamente activando mi cambiador de voz.
—Hágalo pasar, Sharpey. — me coloque la máscara y obligue a mi hermano a irse, y por suerte obedeció sin tener que decirle nada más. Llamaron a la puerta y me levante de la silla.
— Pase. — un hombre de uno 45 años se posó ante mi sin máscara, sin nada. Simplemente su cara, lo mire atónita, me lo imaginaba de otra forma, se acercó unos pasos y depositó en mi mesa un sobre.
— Léalo, mi nombre es James D'rose, no soy el señor Alexandro Bianco. — mi cara lo decía todo, claramente el no podía verla, pero me quedé atónita con que viniera un señor en vez de Alexandro.
Abrí el sobre y me dispuse ha leer la carta tranquilamente. En la cual decía que por favor dejara de intentar saber algo de Alexandro, que si quería saber su identidad fuera yo misma a verlo en persona a su oficina, y que dejara de mandar a gente para intentar verlo.
— hijo de puta. Dígale que cuando él desee, podrá venir aquí. — le dije furiosa a él señor D'rose, y le dije tranquilamente que se largara.
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<Tenéis a Ethan en multimedia>
No sé qué tan bien se me dé esto, por que es la primera vez que escribo algo heterosexual, pero espero que os guste
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El rostro del enemigo
RomanceAria ha vivido toda su vida atrapada en una espiral de tristeza, un peso que ha aprendido a cargar en silencio. Ha construido su imperio desde cero, enfrentando cada desafío sola, sin un alma que la apoye. Sin embargo, su mundo se sacude cuando se e...