Alexandro
Después de la bromita hacia mi mayor competidora , decidí que era momento de llamar a Sidney, mi mejor amiga. Esperaba que la misteriosa señorita Petrova echara fuego por la boca, y para celebrarlo tenia que llamar a mi maravillosa Sidney.— Luciana, llama a Sidney y dígale que venga inmediatamente a mi despacho, por favor. — apague el interruptor sin esperar respuesta alguna y espere pacientemente a que viniera mi socia y mejor amiga Sidney.
— ¿Me llamabas? — escuche su voz mientras que cerraba la puerta. Sus orbes azules como el cielo se posaron en mi. Y yo asentí tranquilamente, le señalé el sofá que se encontraba en mi oficina y ella se dirigió ahí rápidamente.
Cerré la puerta con mi huella dactilar, para que nadie nos molestara y me acerque a ella como si fuera un cazador cazando a su presa.
— Cariño, hoy estoy teniendo un buen día, y sabes que significa tener un buen día. — nada más decir eso, la vi desvestirse poco a poco, mis ojos cayeron en su cuerpo.
Mis manos fueron a su cadera y la acomodé encima de mi, bese su cuello, su clavícula y mordí el espacio entre su oreja y su cuello, recibiendo de su parte un jadeo.
— Alex... si sigues así no voy a poder controlarme y me acabarán escuchando gemir hasta en el hall. — sonreí con ese comentario mientras que dejaba besos acercándome a sus pechos, mordí uno de sus pezones y la escuché gemir.
Hice lo mismo con el otro pezón mientras que una de mis manos agarraba su cuello, la otra bajaba y se introducía entre sus piernas, pase un dedo por su cavidad, y se lo enseñe.
— vaya Sídney, ¿Te pones cachonda con esto? Sabes, hoy no quiero escucharte gemir, si lo haces parare con todo lo que estoy haciendo ¿entendido? — Le sonreí mientras que continuaba con el saqueo entre sus piernas.
Sídney me conocía muy bien y sabía que hacer y que no para ponerme cachondo. Empezó a mover sus caderas, hasta que escuche el maldito teléfono de mi oficina sonar. — Cazzo!— Me dirigí hacia el aparato que no paraba de sonar y colgué.
— ¿Dónde nos habíamos quedado? — Volvió a sonar el maldito teléfono y escuche pasos acercarse a la puerta de mi despacho y juraría haber dicho que no me molestara nadie. sonaron tres golpes en la puerta
— Señor esta la señorita Petrova al teléfono desea hablar con usted de la reunión de esta mañana y dice que no parara de llamarle hasta que se comunique con usted— Miré a Sidney por un momento y asentí para que se vistiera.
— Te lo recompensare linda. Se puede saber que deseas Petrova. — mire por un segundo a Sídney y espere paciente a que la tal Aria tuviera algo importante que decir por que si no me habrá jodido un polvazo.
— Señor Bianco, al menos al maldito teléfono contestas por que asistir a las putas reuniones que concretas no te da la maldita gana. — reí contra el teléfono y suspire sonoramente no esperaba que estuviera cabreada.
— Uno señorita Petrova, usted a mi hábleme con sumo respeto o si no acabara nuestra conversación y dos tengo asuntos mas importantes que estar viéndome con una sexagenaria que no muestra su cara por que seguramente sea horrible.
La escuche reírse, supe que no era su voz desde el principio ya que al igual que yo tiene un modulador de voz para que nadie la reconozca al menos yo lo tengo por protección pero ella no era mas que una señora queriendo llamar la atención
— Usted señor Bianco es realmente gracioso y aun que no debería decirle esto no tengo nada mas y nada menos que 24 años, ahora por favor, podría usted dejar las bromas y concertar conmigo una cita para poder discutir temas de negocios cara a cara. Salvo que usted sea aquel hombrezucho que has mandado hoy claro.
— Te aseguro que soy mucho mejor que el, lastima que nuestras negociaciones tengan que ser tan estrictas. Mañana a las 11:30 en mi sucursal, si no le parece mal claro, no vaya a ser que usted se ponga recatada ahora.
— Por mi perfectamente, estaré allí puntualmente señor Bianco. — Decía mi apellido un desdén asombroso, éramos rivales desde hacia algún tiempo su empresa y la mía son las mejores del mundo, aun que obviamente una de las dos siempre tiene la delantera, en este caso y muy a su pesar, voy en primer lugar.
— Fantástico Petrova. — colgué el teléfono y aun que no haya sido una conversación muy exasperante mis ganas de follarme a Sídney habían desaparecido como habían llegado. Una lastima, mire a Sídney por un momento y le señale la puerta, me miro un segundo y se fue.
ESTÁS LEYENDO
El rostro del enemigo
RomanceAria ha vivido toda su vida atrapada en una espiral de tristeza, un peso que ha aprendido a cargar en silencio. Ha construido su imperio desde cero, enfrentando cada desafío sola, sin un alma que la apoye. Sin embargo, su mundo se sacude cuando se e...