Aria
La voz del tal Alexandro rondaba mi cabeza, era una voz de un señor octogenario. Parecía sacada de una serie cómica cuando colgué el teléfono. Mañana. Mañana descubriría quién es el capullo que me ha estado jodiendo las estadísticas.
Me recosté en mi gran sillón. Y comencé a divagar, unas manos grandes, un rostro hermoso, esos ojos, como me miraban mientras que me tocaba, como resbalaban sus dedos con tanta facilidad, como me lamía, esa devoción...
—Aria, ¿estás ocupada? — se abrió mi puerta de repente, mi mirada subió en dirección a mi amiga sidney me sonreía con perspicacia.
— Hola, ¿qué quieres? — respondí secamente mientras veía cómo se acercaba a mi mesa y se sentaba en una de las sillas que se encuentran en frente.
— ¿qué, que quiero? Uno nada y dos en que pensabas tanto... te he llamado más de 3 veces y no me has contestado — me miró sonriéndome, esa sonrisa solo podía decir una cosa, me había pillado.
Suspire, intentando olvidarme de aquel hombre que me visitaba todas las noches. Sidney siempre sabía cuando estaba en otra parte, cuando mi mente me estaba jugando alguna pasada.
— No pensaba en nada... — mire detrás de ella a la puerta intentando evadir sus ojos ámbar que me penetraban intransigentes — pensaba en el trabajo ya sabes que no puedo dejar de pensar en el competidor
—Aria por dios nos conocemos hace 10 años, y aún sigues mintiendo de pena. Tenías esa mirada que pones cuando algo te recuerda a un buen momento... — suspiró y se rio por lo bajo
— Estaba pensando en Alexandro Bianco, el presidente de la competencia. Mañana tengo una reunión con el. No te voy a mentir que me siento nerviosa por conocer a mi adversario — Sidney me miraba con los ojos entrecerrados
— Saldremos esta noche de fiesta, vamos necesitas despejarte, dejar de pensar en tanto negocio y vuelve a tener 24 años, no 67 — dijo antes de que dijera que no.
Rodé los ojos, aún que en el fondo, sabía que tenía razón. La reunión de mañana me tenía estresada, era la oportunidad decisiva para que mi empresa tomara la delantera de una vez por todas, aún que mirándolo así, tal vez si que debería relajarme un poco.
—Está bien — acepté mientras daba un gran suspiro — solo esta noche, un par de copas, nada más.
Unas horas después, me encontraba mirándome en el espejo de mi cuarto, un espejo que se encontraba en frente de mi cama predominando toda la pared, observé mi habitación, era toda negra, con toques blancos aquí y allá, una cama king size predominaba en medio de la misma, escuché un carraspeo.— Perdona señorita, tiene usted visita. — me dijo desde la puerta mi amable y servicial mayordomo, su nombre es Hamish, es australiano y muy muy servicial. Volví a mirarme en el espejo, mi vestido negro con un gran recorte en la pierna dejaba ver lo suficiente pero no demasiado.
— No requiero de ver a nadie ahora, Hamish — el volvió a carraspear y hizo un sonido como afirmación pero de repente me dijo.
— Es su amiga, Sidney. — bufé, solía ser muy puntual siempre, pero ahora mismo venía unos 30 minutos antes. Odiaba que me metieran prisa.
Suspire mientras giraba hacia la puerta. Sidney y su eterna impaciencia me sacaba de quicio.La conocía hace más de 10 años y nunca ha sabido respetar los tiempos del mundo. Mire mi reloj. Exactamente, treinta putos minutos.
— Que pase, Hamish. — le indiqué a mi mayordomo con resignación, mientras que ajustaba uno de mis tirantes del vestido, hizo una pequeña reverencia antes de desaparecer por el pasillo
No habían pasado ni 5 segundos cuando apareció Sidney por la puerta, interrumpió con una gran sonrisa amplia como la que siempre traía con ella
—¡Aria Dmitrev! —exclamó, inspeccionándome de pies a cabeza—. ¿Vas a matar a alguien o qué? —preguntó con un tono juguetón, señalando mi vestido negro de corte atrevido y labios pintados de un rojo intenso.
—Estoy considerando la idea —respondí, rodando los ojos mientras me volvía a ver en el espejo—. Sabes lo poco que me gusta que me apuren, vayámonos.
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El rostro del enemigo
RomanceAria ha vivido toda su vida atrapada en una espiral de tristeza, un peso que ha aprendido a cargar en silencio. Ha construido su imperio desde cero, enfrentando cada desafío sola, sin un alma que la apoye. Sin embargo, su mundo se sacude cuando se e...