Aria
Después de ordenar que retiraran los cientos de ramos de flores de mi oficina, el aire seguía pesado, como si la amenaza se hubiera quedado suspendida en el ambiente. La sensación de peligro me rodeaba, y aunque había tomado algunas medidas, algo dentro de mí me decía que el peligro real aún no había hecho su aparición.
Decidí tomarme un descanso, y la única persona con la que realmente quería hablar era Ethan. Hace semanas que no lo veía, desde que se fue a la zona mediterránea por trabajo. Aunque, en realidad, no necesitaba excusas para verlo. Ethan era mi hermano mellizo, y a pesar de nuestra distancia emocional en ocasiones, nuestra conexión siempre había sido inquebrantable o eso creía yo .
La mansión estaba silenciosa cuando llegué. El frío de la noche se filtraba por las altas ventanas, pero dentro, la calidez del hogar me ofreció un poco de consuelo. A medida que me quitaba la máscara, me sentí por fin libre de la fachada que llevaba todo el día, aunque la vulnerabilidad que sentí al dejarla caer me inquietó. Solo aquí, en casa, podía permitirme ser yo misma, o al menos, como me imaginaba que era.
Ethan estaba en la biblioteca, como siempre, rodeado de sus libros y papeles. No se molestó en mirarme cuando entré, aunque sabía que ya me había notado. Su silencio era algo con lo que siempre había estado familiarizada, pero en este momento, su presencia me resultaba más incómoda de lo habitual.
—¿Has tenido un buen viaje? —le pregunté, rompiendo el hielo, aunque en mi mente ya sabía que no era eso lo que quería saber.
Él se giró lentamente, una sonrisa en sus labios, pero sus ojos no reflejaban la misma calidez.
—El viaje fue... productivo —respondió con una calma inquietante. Su tono no dejaba lugar a preguntas, como si supiera que me estaba guardando algo. Pero lo que me inquietaba era cómo me miraba, como si esperara que yo fuera la que abriera la conversación.
Me dejé caer en el sillón frente a él, sin mirarlo a los ojos, mientras dejaba que el silencio entre nosotros creara un peso palpable.
—Hoy recibí una amenaza —dije finalmente, mi voz casi un susurro.
Ethan se inclinó hacia adelante, sus manos entrelazadas en la mesa, su rostro impasible.
—¿De quién? —preguntó, su tono completamente neutral.
En su pregunta no había preocupación, solo curiosidad, y esa falta de emoción me hizo preguntarme si realmente le importaba. De alguna manera, parecía saber más de lo que decía.
—No estoy segura —respondí, mirando la copa de vino que había dejado sobre la mesa—. Las flores, el mensaje... todo parece calculado. Y me pregunto si la persona que lo hizo ya sabe que estoy investigando.
Su expresión no cambió, pero por un momento, sus ojos brillaron con una luz que no supe identificar.
—El peligro siempre está más cerca de lo que imaginamos —dijo, y sus palabras me dejaron una sensación extraña, como si estuviera hablando de algo más que de una simple amenaza. Como si él ya estuviera involucrado de alguna manera.
La atmósfera en la habitación cambió sutilmente. Ethan estaba observándome con esa mirada intensa que solía tener cuando no quería revelar algo. Algo que no quería que yo supiera. Sabía que podía confiar en él, pero al mismo tiempo, no podía evitar sentir que algo se me escapaba, algo oscuro que él no estaba dispuesto a compartir.
Me levanté, sin querer darle más vueltas al asunto. Pero Ethan no se movió, y su voz, baja y firme, me detuvo.
—No dejes que te consuma, Aria. Si te metes demasiado en esto, te perderás. Y yo... no podría salvarte de lo que podrías encontrar.
Mi respiración se detuvo por un instante. Sus palabras, aunque dichas en tono suave, resonaron en mi mente de una manera que me hizo cuestionarlo todo. Sabía que Ethan siempre había sido protector, pero esa última frase, ese tono tan frío y calculador, hizo que algo en mi interior se encendiera. ¿Acaso me estaba advirtiendo? ¿O me estaba diciendo que, en el fondo, no podía confiar en él como pensaba?
Al voltear hacia la ventana, sentí su mirada clavada en mi espalda, y una oleada de incomodidad recorrió mi cuerpo. Era como si hubiera algo más en todo esto, algo mucho más cercano y peligroso de lo que yo imaginaba.
"Si él está involucrado en esto... ¿qué tan lejos está dispuesto a llegar?" pensé, mientras la noche se cerraba lentamente sobre la mansión.
Me quedé junto a la ventana, el viento frío soplando suavemente contra el cristal, pero no podía encontrar consuelo en la tranquilidad de la mansión. Ethan seguía en su lugar, observándome en silencio. La inquietud que sentía no se debía solo a la amenaza que había recibido, sino a algo mucho más profundo, algo que había comenzado a notar en su comportamiento.
Volví a mirarlo, mis ojos buscando algo en su rostro, alguna pista de lo que realmente pensaba. A veces, me preguntaba si el hermano al que conocía era el mismo que estaba frente a mí ahora. Su sonrisa, su actitud relajada, todo parecía tan calculado. A veces era como si siempre estuviera dos pasos adelante, como si supiera algo que yo no entendía.
—Ethan... —dije, mi voz sonando más tensa de lo que quería. Me giré hacia él, enfrentándolo. —¿Sabes algo más de lo que estás diciendo? ¿Por qué actúas como si todo esto fuera... normal?
Él se levantó lentamente de la silla, su mirada más intensa, más penetrante que antes. Estaba cerca, pero no lo suficientemente cerca como para parecer una amenaza directa. Aun así, sentí el peligro en el aire, una presión invisible que se acumulaba entre nosotros.
—Porque lo es, Aria. Este mundo... es peligroso, y todos estamos atrapados en él. Y tú, más que nadie, deberías saberlo.
Me estremecí, aunque traté de no mostrarlo. Algo en su tono me decía que sus palabras no eran solo una advertencia. Había algo más, algo que él no me estaba contando, pero que probablemente yo ya sospechaba.
El silencio se alargó entre nosotros, y la sensación de que algo oscuro se cernía sobre mí se volvió más palpable, más real.
—Entonces, ¿quién está detrás de todo esto? —pregunté, mi voz apenas un susurro, aunque sabía que no quería escuchar la respuesta.
Ethan se acercó un paso más, y por un momento, sentí que el aire entre nosotros se volvía denso, cargado de tensión. Su mirada, ahora más fría que nunca, parecía atravesarme.
—A veces las respuestas no son tan simples, Aria. Y no siempre es sabio hacer las preguntas correctas —dijo, su tono suave pero cargado de una amenaza implícita.
Me quedé inmóvil, procesando sus palabras. No había duda: algo más estaba en juego, y Ethan estaba involucrado de alguna manera, aunque no sabía hasta qué punto. El miedo se apoderó de mí, pero algo en mi interior me impulsó a seguir buscando la verdad.
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El rostro del enemigo
RomansaAria ha vivido toda su vida atrapada en una espiral de tristeza, un peso que ha aprendido a cargar en silencio. Ha construido su imperio desde cero, enfrentando cada desafío sola, sin un alma que la apoye. Sin embargo, su mundo se sacude cuando se e...