Recuerdo que lo vi por primera vez a las afueras del campus; luego de decidir dar un paseo y conocer las instalaciones de la universidad. Era una mañana tibia, un rocío cubría el extenso pasto y el sol se filtraba en tiras entre las rama de los cerezos. Estaba cansada y taciturna después de una mañana entera escuchando la bienvenida de la directora y de los profesores, mientras caminaba entre los cerezos dispersados en una amplia llanura de hierba en la parte sur de las instalaciones, le vi a unos metros de espalda a mí mirando al cielo; bajo el cobijo de un cerezo, capté como los rayos del sol creaban un juego entre luz y sombra sobre su espalda. También como su cabello corto y de un apasionado rojo, bailaba al compás del viento. Picada por la curiosidad, me acerque para colocar un rostro y no permitir caer en especulaciones.
Él se volteo como si alguien le hubiese tocado el hombro. Quizás fue mi intensa mirada lo que de alguna forma le informo que yo estaba ahí. "No seas tonta, no hay manera de que él pueda sentirte". Pensé cuando sus ojos se encontraron con los míos. Y noté que el contorno de sus parpados mostraba ojeras de cansancio, como si no hubiese dormido por un largo tiempo. En discordancia a ese inverosímil agotamiento, sus orbes eran de un tono verde agua; brillando con vitalidad y un dejo de curiosidad tal vez.
Por un desconocido motivo, mi corazón comenzó a latir el doble de rápido. Y una extraña sensación de familiaridad me abrazo ¿Acaso lo conocía? No, no nos conocíamos. Pues creo que recordaría a alguien como él. Dos completos extraños encontrándose por primera vez en un endemoniado hermoso lugar.
—Disculpa si te perturbe —dije, aunque no recordaba haber hecho sonido alguno para revelar mi presencia.
—No lo hiciste —escuche su voz. Esta era calmada y algo áspera.
No agregue nada, porque no sabía qué decir.
Un sonido agudo llamo nuestra atención. Alce mi rostro para ver al cielo y vi a una gran ave piar de manera penetrante he imponente muy cerca de nosotros.
— ¡Santo cielos, es un halcón! —no pude evitar alzar mi voz con sorpresa y miedo.
El desconocido levanto su brazo, y fue entonces cuando me percate de un pliego de cuero que cubría su antebrazo derecho. La imponente ave aterrizo con maestría y cuidado sobre este. Vi como sus alas se plegaban y con suprema elegancia su cuello se estiró; como sólo un ave real lo haría. Él le recompenso con una pieza de carne deshidratada que extrajo de su bolsillo.
—Es hermoso —dije sin percatarme que lo había dicho en voz alta.
—Hermosa —me corrigió antes de acariciar la cabeza del ave —. Su nombre es Ai.
Sentí un calor detrás de mi cuello sin entender por qué. Quizás se debía al tatuaje estampado en su frente en el extremo izquierdo, el cual rezaba el kanji de "Amor" que se podría interpretar como Ai. ¿Era acaso un súper fan de su halcón como para tatuarse el nombre en la frente? No quería caer en prejuicios pero resultaba algo extremo pintarse semejante palabra en la cara. Además estaba el detalle del marco laboral, ¿Quién contrataría a alguien con un tatuaje tan vistoso? Sin embargo, un flequillo más largo podría servir de tapadera. Ahí estaba yo de nuevo con mis sandeces. ¿Qué más daba su porvenir? No éramos amigos, no lo conocía y no tendría por qué importarme.
—Sí... hermosa ave —dije sin intención de acercarme—. Me llamo Haruno Sakura, soy de primer año —me presente únicamente para conocer su nombre.
—Gaara —dijo mientras alzaba el brazo con el ave y esta abría sus alas para remontar el vuelo; dio tres vueltas a unos metros sobre mi cabeza y dando un último chillido, se perdió de vista—, también soy de primero —agrego, mirándome al rostro después de que Ai partiera.
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Tus mentiras
RomanceLa primavera llega para Sakura cuando se encuentra con un misterioso y guapo joven de cabellos tan rojos como el fuego y mirada cristal. Los días en blanco y negro cobran color con este casual encuentro, que nos llevara a un romance a escondidas por...