Capítulo 23: Despedida

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Oí la voz de Naruto a lo lejos. Todo mi cuerpo dolía, el solo hecho de respirar era doloroso, en especial mi brazo derecho no recordaba qué había ocurrido. Sentía que estaba en una caja, entonces me rendí ante el dolor.

Cuando volví de nuevo a reaccionar, esta vez no sentí dolor y mi cabeza estaba menos pesada. La sensación claustrofóbica había desapareció. Escuche una maquina hacer un pitido monótono. Abrí mis ojos y una penumbra me rodeaba. Estaba en el hospital. Mi brazo diestro yacía vendado y me encontraba rodeada de cables he intravenosas.

Sentí una presencia en mi habitación cerca de mí, entonces mire a un lado y vi la silueta de alguien sentado. No logre advertir quién era. Me retorcí en mi cama, mi cuerpo comenzaba a despertar y con esto mis articulaciones punzaban con dolor. Seguramente llevaban tiempo sin moverme.

— ¿Estas despierta? — escuche una voz masculina. No logre descifrarla al momento por culpa del pitido monótono de la máquina.

— Sí — respondí.

— ¿Cómo te sientes? — su voz era familiar. Me quise sentar en la cama pero mi visitante se levantó y me ayudo a sentarme.

— ¿Puedes encender la luz? — pedí amablemente.

El visitante encendió una pequeña lámpara sobre la mesita a lado de mi cama. Me sorprendí muchísimo al ver a Itachi. Su rostro mostraba una mezcla de pena y angustia.

— ¿Qué haces aquí? — quise tocarle el rostro pero sentí un tirón de dolor en mi brazo.

— No te esfuerces. Estas herida — yo le advertí, la luz amarillenta de la lampara brillaba en sus oscuras pupilas. Él se veía cansado, como si no hubiese dormido en días.

— ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿qué sucedió? — interrogué. La sorpresa de verlo a mi lado me distrajo del hecho que yo me encontraba hospitalizada — ¿Qué es todo esto? — mire las intravenosas, mi brazo, las vendas. Quería aparatarlo, me sofocaba.

— Sakura tranquilízate, has pasado por mucho — él me tomo del rostro con ambas manos para que le viera — debes respirara y calmarte — susurro suavemente. Sus pulgares acariciaron mis mejillas. Yo hice lo que me pidió y asentí levemente calmándome — Muy bien. Así esta mejor — él me sonrió sutilmente. Su tacto me sosegaba, nunca pensé qué Itachi fuera tan condescendiente, esta parte de él era una cara que no conocía —. Debo llamar a las enfermeras para comunicarles que has despertado — yo negué con la cabeza, mi rostro se encrespo por el pánico de quedarme sola.

— No te vayas, por favor... yo... — aprete mis parpados fuertemente. Las remembranzas volvían lentamente a mí. Abrí mis parpados y otee a Itachi un segundo para luego perder la vista en algún punto detrás de él. Devané mi cerebro, exprimiendo lo que por algún motivo mi subconsciente intentaba bloquear.

— ¿Recuerdas lo que ocurrió? — inquirió mi acompañante con cautela. Él no intentaba presionarme, pero algo en mi expresión le empujo a preguntar.

— Recuerdo que Sasori le disparo a... — vi asustada a Itachi — ¿Gaara... cómo esta él?— Itachi me advirtió un segundo en silencio. Sentí un frio en mi espalda —. Por favor, dime que no...— unas lágrimas comenzaban a acumularse en mis parpados.

— Él está estable. Fue herido de bala en el hombro, y le han intoxicado por un tiempo, pero se recuperará — Itachi se separo un poco de mi cortando el contacto entre nosotros.

Concebí un frio no físico pero sí mental al no sentir sus manos en contacto con mi piel. Escurrí mis lagrimas con el talón de mi única mano funcional, la surda. Itachi me explico que aparentemente la que sería la futura esposa del Kazekage le estaba envenenado con un químico a base de mercurio, por suerte las dosis suministradas en Gaara fueron muy bajas, seguramente el propósito era intoxicarlo lentamente para que nadie detectara el veneno en su cuerpo. Lamentablemente algunos de los síntomas por envenenamiento con mercurio se reflejaban en problemas cutáneos, renales, temblores, entre otros de menor envergadura. Los exámenes mostraron que su sistema neuronal se encontraba bien. Yo sabía que él necesitaría entrar en un tratamiento de quelación para desintoxicarlo y con suerte se recuperaría por completo.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora