Cambie la hoja del reporte que leía, apenas llevaba una semana en Suna y me había vuelto la fans número uno del invernadero. El documento en mis manos era sobre un tipo de planta traída de unas islas que pertenecían a Kirigakure. Las propiedades antiinflamatorias de dicha planta eran sorprendentes, necesitaba ver el espécimen bajo telescopio, pero lo haría otro día.
La gigantesca construcción de vidrio se encontraba climatizada acorde cada tipo de plantas, flores, frutos y demás. El lugar se fraccionaba por secciones, archivos con documentación guindaban por doquier. Sólo los encargados y personal del hospital podrían tomar los documentos, pero siempre registrando cada cosa que salía o entraba.
Cruce las piernas de un lado a otro, me encontraba en una banca de madera. El sol brillaba con su característico ímpetu afuera, aunque dentro los paneles polarizados bañaban todo con una claridad brumosa. Me gustaba estar ahí, era por mucho mi lugar favorito en la villa.
Después de pasar dos horas leyendo, me retire a mi residencia. Era de noche, las calles estaban llenas de trabajadores y transeúntes, todo fulguraba candor y vida, el pueblo vivía en la noche cuando el aire era gélido, pero más tolerable que en el día cuando quemaba sin misericordia. Camine por un pasaje donde vendía delicias culinarias de la nación. Me enteré el primer día que comencé en el hospital que en la aldea se había esparcido el rumor sobre mí, y mis manos sanadoras. Yo me reí por tales habladurías, y luego de unos días, las personas en la calle me regalaban cosas, a veces me escondía para evitar que me asecharan. Entonces para evitar llamar tanta atención, decidí cubrirme la cabeza y usar alguna indumentaria típica que camuflase mi vestimenta, nadie deparaba en mí desde ello.
En mi apartamento me deshice de la ropa y me fui a dar un baño, mi cabello estaba algo largo, por debajo de mis hombros. Cuando volviera a Konoha en dos semanas le pediría a Ino que lo cortara. Mientras lavaba mi cuerpo rememore mi primer día en Suna y a Gaara en la puerta preocupado por mi ataque de pánico. Esa noche él durmió aquí, y seguramente tomo una ducha en este mismo baño.
Me cubrí el rostro con las manos, no era apropiado pensar así, sus intenciones sin duda alguna eran el velar por mí, cuidar de que yo estuviera bien. Lo sé, porque lo vi en su mirada, aquellos brillantes orbes aguamarina que parecían estar sufriendo por verme en aquel estado. En retrospectiva, no puedo asegurar el porqué de mi ataque, pues así como llego se fue, aunque sabía que me asechaba, como estar en una piscina con un tiburón.
Gaara permaneció conmigo hasta que yo caí dormida, luego fue a la otra habitación donde probablemente descanso un poco antes de partir en la madrugada. Sobre la mesa del comedor me dejo una nota disculpándose por tener que irse, pero debía estar en su despacho temprano y no deseaba despertarme. Me suplico que le contactara cuando leyera la nota y que comiera bien antes de ir a mi primer día de trabajo.
Yo hice lo que me pidió, hablamos por unos veinte minutos y dejé en claro que me encontraba bien, todo lo ocurrido aquella noche fue debido al cansancio o esa fue mi escusa. Su condescendencia era la de todo un caballero, en ningún momento me abordo con preguntas y se limitó a escuchar; aceptando mis explicaciones. Aunque sabía que no le engañaba, pero no me encontraba preparada para confesar mis dolencias, mi situación con Itachi era deprimente y el trauma ocurrido aquí en Suna me emboscaba en ocasiones.
Salí de la ducha y comencé a secar mi cuerpo, el espejo sobre el lavamanos reflejaba todo mi cuerpo desnudo hasta mi vientre. Mi mirada era diferente a la de hacía un año atrás, mi expresión lucia más sobria, carente de candor, pase de ser una jovencita inocente a una mujer con cicatrices internas por doquier. Negué en silencio un segundo, pensar de esta forma era autodestructivo, y no necesitaba especular en lo obvio, claro que había cambiado, romper con Gaara me carcomió por meses, enamorarme de Itachi y ver como su trabajo importa más que yo me estaba dilapidando y encima de todo, la muerte de Chiyo-basama y Sasori era más que suficientes antecedentes para transmutar a cualquiera.
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Tus mentiras
RomanceLa primavera llega para Sakura cuando se encuentra con un misterioso y guapo joven de cabellos tan rojos como el fuego y mirada cristal. Los días en blanco y negro cobran color con este casual encuentro, que nos llevara a un romance a escondidas por...