Capítulo 37: La aldea entre los ríos

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Sabaku no Gaara

Hacía cuatro días que Sakura fue raptada en mi lugar por Hidan. Cuatro ocasos y cuatro albas sin saber aún el verdadero paradero de ella. Vi a través de la ventana de mi oficina como la aldea dormía, era medio día y todo se encontraba en completo silencio. Cuando la noche callera las luces bañarían cada avenida y calle de la villa, dando inicio a la faena del día.

Apreté la mirada en busca de algo que me entretuviera, que mantuviera mi cabeza centrada y alejara este ardor que nacía en mi estómago. Deseaba ir en busca de ella en vez de esperar aquí por alguna noticia que mi escuadrón de búsqueda o el de Konoha me comunicara. Percibía como una jaqueca comenzaba a nacer entre mis ojos, apenas había comido alimento y únicamente dormía dos horas al día.

¿Por qué la deje ir? ¿Por qué no pude detener a ese infeliz? Debí matarlo, había una abertura, había más de una abertura en su posición, pero la expresión de Sakura y aquella suplica de dejarla ir con él quebró mi confianza.

Me senté en mi escritorio y comencé a revisar unos documentos que debían estar listos para hoy. Busque entre los papeles la distracción que no conseguía. Esta espera era un suplicio, rememorar su expresión de dolor, como cada palabra que ella articulaba le lastimaba.

Me deje caer en mi silla y mire el techo. Esto era mi culpa, Sakura termino lastimada por Sasori debido a mí, y ahora era prisionera de Akatsuki por mi culpa. Quería creer que lo ocurrido aquí con Sasori no tuvo nada que ver conmigo, pero siendo honesto yo era el responsable de ese desastre, luego que Sakura rompiera conmigo me sumergí en una pena que me cegó de mis deberes como Kage. Le falle a mi aldea, fui manipulado como un títere, y lo peor de todo es que yo estaba al tanto de las descaradas artimañas de algunos de los consejeros, pero hice la vista a un lado, porque mi pena era más grande que cualquier obligación o responsabilidad.

Ahora comprendía que yo estaba maldito, desde mi nacimiento he traído desgracias a todos. Mi madre, mi tío y ahora Sakura. Incluso Temari y Kankuro sufrieron por mi culpa en algún momento. Las personas dicen que me he ganado el perdón, que he cambiado pero la verdad es otra. Ese monstro en mi sigue vivo, y ahora en mi desesperación lo siento respirar detrás de mí oreja.

Me lleve las manos a mi rostro, estaba exhausto y comenzaba a pensar de forma errónea. Estos eran síntomas de depresión. Rememore los besos de Sakura en aquella habitación en los Oasis. Ella beso mi tatuaje en mi frente, me susurro lo mucho que me extraño, lo mucho que necesito de mí. Aparte mis manos de mi rostro y recordé como su cintura se amoldaba a mis palmas.

¡Oh Kami-sama! De verdad deseaba verla y volverla a tener en mis brazos. Oler su intrínseco efluvio a flores, ella era mi sol en el cielo, su sonrisa tan delicada como una flor me cortaba la respiración. Aunque ella no lo sabe en el tiempo que estuvimos estudiando juntos, yo permanecía horas viéndola dormir antes de partir a Suna, a veces en el gran auditorio el brillo de sol creaba un contraste exuberante en su cabello y ojos. Me enamore de ella desde nuestro encuentro en los cerezos, yo sabía que aquella mirada de jades sería la única que deseaba ver por el resto de mi vida. No podía confesar mis sentimientos porque mi secreto me lo impedía. Le mentí, la lastime y nunca me perdonaré por ello, aun cuando ella me dijo que no fue mi culpa lo ocurrido con el ataque de Orochimaru. Escucharla decirme aquello mientras me encontraba enclaustrado en aquel calabozo fue como volver a respirar después de estar sumergido por una eternidad bajo agua.

El dedo índice y pulgar de mi diestra apretaron el tabique de mi nariz, la jaqueca comenzaba a empeorar. Alguien toco la puerta de mi oficina, yo me enderece en mi silla y ordene que pasara. Temari entro con un plato de comida en una mano.

—Gaara, te he traído algo de comer —ella coloco el plato en el escritorio y de una bolsa que guindaba de su hombro extrajo una botella de agua y otra de jugo.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora