Notas del autor:
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Recuerdo haberme levantado mareada y sudando, deslice la puerta de la terraza para filtrar el aire en la recamara. La luz de la luna dejaba entrar una mortecina claridad que me ayudo a encontrar mi closet. Tiré toda la ropa que llevaba puesta hasta quedar en bragas para meterme dentro de una gran franela de algodón que usaba como pijama. Mi estómago se retorció y deje escapar un eructo poco elegante. Arrastrando los pies y con aire fresco, me fui a dormir. Alrededor de un minuto después me senté de golpe porque recordé que no estaba sola.
— ¿Estas despierto? —susurre, porque de no estarlo, no quería despertarlo.
—Sí —el timbre de su voz era más profundo de lo usual.
Me cubrí con la sabana hasta la nariz. — ¿Me vistes?
—Deje de ver cuando comenzaste a cambiarte, aunque no pude evitar escuchar. —Creo que advertí una sonrisa en sus labios pero quizás fuera mi conciencia matándome de vergüenza.
—Lo siento —temí contraer fiebre por el bochorno.
—No hay nada que disculpar —su mano me roso el costado de mi pierna.
—Tengo sed, voy a ir por agua —necesitaba salir y recomponerme un poco— ¿Quieres que te traiga a ti también?
—Gracias, pero yo ya he bebido.
— ¿Cuánto llevas despierto? —levante una ceja.
—Poco más de una hora.
Me gire a mi derecha para ver el reloj despertador sobre mi mesita de noche. Eran casi las cuatro de la mañana. —Es muy temprano. ¿Por qué estas despierto?
—Insomnio. Es un mal de familia —dijo y pude detallar que se encontraba boca arriba.
Sus ojeras cobraron más sentido. Alguien con semejantes manchas oscuras alrededor de los ojos estaba seguramente maldita de insomnio. Gaara se sentó y me percate que su torso se hallaba al desnudo. Me mordí el labio inferior, y di gracias a la penumbra por ocultar mí ya rojo rostro.
— ¿Qué has intentado para dormir?
Escuche como resoplaba profundamente, como cansado de escuchar la misma pregunta. —No he intentado las píldoras para dormir.
—Sabemos que esa no es una opción. Por su naturaleza adictiva, las píldoras no te ayudaran a largo plazo.
—Lo sé —mis ojos adaptados a la oscuridad vieron como su silueta se volvía en dirección a la terraza, parecía como estar viendo la nada —. Pensé que dormir con una mujer me ayudaría, pero sus ronquidos son algo inquietantes —declaró, y yo por reflejo tome mi almohada y se la estampe en el rostro.
— ¡Yo no ronco!
Él cayó de espaldas y se quedó quieto. Me asuste cuando su torso comenzó a convulsionarse, pensé por un instante que le estaba dando un ataque epiléptico, pero lo que ocurrió fue que su voz y cuerpo se unieron en una carcajada que no pensé él podría promover. Una de sus manos estaba en el estómago que subía y bajaba con la risa. No era una carcajada exagerada, sino más bien jovial y moderada. Mis hombros se relajaron al saber que no le indigné.
—Naruto tenía razón. Si te hago enojar me sacaras los dientes.
—Estas de muy buen humor hoy Gaara —tomé mi almohada de vuelta para volverlo a golpear, pero él se sentó de nuevo y me tomo del brazo rápidamente.
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Tus mentiras
RomanceLa primavera llega para Sakura cuando se encuentra con un misterioso y guapo joven de cabellos tan rojos como el fuego y mirada cristal. Los días en blanco y negro cobran color con este casual encuentro, que nos llevara a un romance a escondidas por...