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Haruno Sakura
Desperté como lo hice hacía dos meses con el llanto de un bebe. Este parecía que se dejaría los pulmones en aquel grito, ya sea que tuviera hambre o un cólico, el bebé quería dejar claro que algo no le satisfacía. Me senté en el sofá, esperando que el ruido parase pero no fue así.
—Lo siento, Sakura —se disculpó Ten-Ten—. Tori no se siente bien hoy.
Ya estaba acostumbrada a que mi amiga se disculpara cada mañana, pero comenzaba a mermar mis energías la falta de sueño, cada vez que caía dormida, la bebe parecía notarlo y comenzaba a llorar.
—Está bien, probablemente tiene cólicos otra vez —dije mientras me dirigía al baño.
Me vi en el espejo, había bajado de peso lo veía en mis pómulos, mi barriga había crecido mucho, tenía casi tres meses de embarazo pero parecía que tuviera cinco. Me lave el rostro y lo seque con una toalla. Mi cabello había crecido un poco, aunque se veía más enmarañado y débil; el lustroso brillo que le caracterizaba ya no existía.
Puse ambas manos en el lavamanos y baje la cabeza, sabía que debía cuidarme mejor, de lo contrario el embrión podría sufrir problemas; sin embargo, este dolor en mi corazón me estaba comiendo por dentro. Extrañaba a Itachi, quería verle y tocarle. Necesitaba su apoyo más que nunca pero él ya no estaba.
Unas lágrimas se escurrieron de mis ojos, las lave con agua antes de caer en llanto. Ya bastaba que cada noche me quedara sollozando en silencio; colocando la almohada en mi boca para no despertar a nadie, como para comenzar a hacer lo mismo en el día.
Hacía dos meses que ocurrió el ataque a mi villa por parte de Akatsuki. Muchos murieron, la lista era larga y pensar en ello me abatía con demasía, no lograba continuar, era como estar estancada en arenas movedizas, entre más peleaba más me hundía.
Me peine y lave los dientes antes de salir del baño. Fui a mi antigua recamara, que ahora usaba Ten-Ten, Hinata y Tori. Mientras Ino y Sai usaban la habitación de huésped. Sai propuso dormir en el mueble para que yo pudiera estar con Ino, pero no quería compañía, actualmente la sala era una habitación que únicamente yo habitaba, por ello me ofrecí voluntaria a dormir en el sofá. Mis amigos se sentían culpables de que la dueña del apartamento durmiera sin la comodidad de una cama, y yo les deje claro que así era mejor para todos.
Suna se volvió un país que auxiliaba a muchos refugiados de Konoha y al mismo tiempo protegía a la nación del fuego. El hospital estaba abarrotado de trabajo, los campamentos se extendían por kilómetros. La nación del viento hacía lo mejor que podía para compartir de sus bienes con nosotros. Yo corría con la suerte de tener un lugar con baño y cocina propia en el cual vivir, pero muchos no poseían tal suerte.
Ino trabajaba en el hospital de aquí y los campamentos de refugiados. Yo deseaba hacer lo mismo, necesitaba mantener mi cabeza ocupada pero me era imposible en mi estado. Cuando recibí la carta de Naruto informándome la lista con las personas que murieron estuve a punto de abortar. Me internaron en el hospital por varios días. Se me receto reposo y desde ese día no pude trabajar, únicamente me quedaba en el apartamento escuchando a Tori llorar.
Amaba a esa niña y no tenía derecho a reclamar por el ruido cuando era Ten-Ten quien la atendía junto a Hinata día y noche. Los Hyuga perdieron a Neji en la explosión, mis amigas no cabían en la pena pero debían de ser fuertes por la niña.
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Tus mentiras
RomanceLa primavera llega para Sakura cuando se encuentra con un misterioso y guapo joven de cabellos tan rojos como el fuego y mirada cristal. Los días en blanco y negro cobran color con este casual encuentro, que nos llevara a un romance a escondidas por...