Capítulo 40: Decisión

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Uchiha Itachi

Hacía mucho que no era yo mismo, el Itachi sin mascara o el que calculaba cada posible variante en mi futuro. Ver como ella se movía suavemente de arriba hacia abajo sobre mis muslos mientras nuestros cuerpos se volvían uno solo, no tenía manera de compararlo con nada en este mundo.

Todo era perfecto, aunque desde otra perspectiva algún espectador dijera que no era así, para mí, estar con ella terminaba siendo mi estado natural. Me sentía completo, ella resulto ser lo que necesitaba para mostrar vi verdadero yo.

Busque sus labios y la bese fervientemente, nuestras leguas enlazadas se movían de forma intensa. Mi cuerpo ardía, no de fiebre sino por el esfuerzo del acto. Todo era penumbra porque nos encontrábamos en la improvisada carpa, desnudos y unidos; como si fuera nuestra primera vez juntos.

El choque de nuestras entrepiernas y el rio contiguo hacían de trasfondo, la fogata brindaba una luz que se filtraba entre las uniones de las hojas que conformaban las paredes y techo de la carpa. Sentados, tome a Sakura por la cintura con mi único brazo funcional para ayudarla a sincronizar nuestras embestidas. Ella gimió al percibir como mi miembro penetraba más profundo y fuerte.

Besé su hombro y con mi lengua lamí unas gotas que resbalaban por este. Antes de emprender con esta deliciosa unión, ella me llevo hasta el rio donde decidimos tomar un baño y limpiarnos. Verla desnuda frente a mí, con el agua llegándole un poco más arriba de las rodillas me provoco un estirón en la entrepierna que me hizo inmutarme.

Ella había perdido peso, pero no demasiado. Su rostro lucia cansado, y pensé que no era correcto lo que hacíamos, en cualquier momento nos encontrarían. Konoha seguro envió un escuadrón en nuestra búsqueda.

Sakura no mostraba síntomas de trauma, y no entendía por qué. Le secuestraron, la torturaron, recordar eso me hizo hervir de rabia, Hidan la estuvo hostigando todo el tiempo, sólo la promesa que me hice de matarle era lo que mantenía mi rostro impasible cuando ese infeliz gritaba que iría a visitar a su "conejita". Todos en la organización esperaban que yo reaccionara y que fuera al rescate de Sakura, de esa forma tendrían un motivo para matarme.

Nunca he tenido una tarea tan pesada en mi vida, mi sangre se helo cuando me informaron que Sakura había sido secuestrada por Akatsuki. Todo mi sacrificio en mantenerla alejada fue en vano. La lastime por mi indecisión, ella deseaba estar conmigo pero me empeñe en alejarla, para luego arrepentirme y llamarla por teléfono, no olvidare la noche que ella terminó lo nuestro, en mi ambivalencia por desear tenerla conmigo y al mismo tiempo apartarla le dije que estaba dispuesto a compartirla.

¡Oh! Kami-sama es testigo de que he pagado por tal ofrecimiento. Saber que estaba en Suna y que el Kazekage la pretendía me estuvo carcomiendo cada día. No hubo ni hay un momento en el que no piense en ella, en sus brazos alrededor de mi cuello, sus piernas invitándome a unirnos como uno solo. Cavilar que toda mi felicidad era deseada por otro hombre y que tal vez ella le volvería a corresponder ha sido mi penitencia.

Pero verla frente a mí, en aquel rio desnuda únicamente con aquellas horribles esposas era de alguna forma mi regalo a mi ruego silencioso. Kami-sama me ha permitido ver a mi Sakura de nuevo y no con ello me ha brindado la oportunidad de contarle mi historia, mis pecados y mis verdaderos sentimientos.

La amaba, la adoraba, era mi diosa, mi oxígeno y mi alma. Recuerdo la primera vez juntos en mi apartamento, desperté temprano para ver como los rayos de la mañana entraban por la ventana y cubrían parte de la cama. Ella retozaba tranquila, pensé en que era el hombre más afortunado, fue la primera vez que me sonrojé al escucharla llamarme entre sueños, pero entonces el nombre Gaara también salió de sus labios.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora