Capítulo 20: La picadura de un escorpión

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Hola a todos,

No sé si ustedes saben, pero este fic estaba siendo publicado en la pagina de Fanfic.es, pero esa pagina ha decido cerrar por completo y al hacerlo se llevara a la tumba tooodos mis fics incluyendo los tan queridos comentarios que tenía en cada una de mis historias.

Bueno, ya que no puedo hacer nada he decidido comenzar de nuevo aquí, y republicar mis trabajos, entre ellos el trabajo inconcluso con el cual muchos me conocían "Me decido por ti" un fanfic basado en Itachi y Sakura. Por supuesto pienso terminarlo, pero una cosa a la vez, y terminemos de escribir este fic para ir full con los demás proyectos.

Yo les iré comunicando cuando suba más fics con la esperanza que ustedes mis queridos lectores me den su apoyo.

Bueno eso era todo, ya me voy para que lean con tranquilidad.

No olviden comentar, es mi monedita de impulso.


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Revise mi teléfono después de salir de la ducha. Estaba en la habitación de hotel reservado para nosotros desde Konoha. Kankuro nos explicó que ya al estar dentro de la aldea era difícil que alguien saboteara nuestros planes de asistir al seminario. Escribí un texto rápidamente a Ino sobre mi llegada a Suna, más omití mencionar la bizarra forma de entrar en la aldea. Busque en mi maleta algo de ropa y me vestí para salir a comer algo. Yamato-Senpai estaba en la habitación contigua, ambos acordamos en ir al centro. Kankuro volvaria por la mañana para escoltarnos al hospital donde nos reuniríamos para comenzar el seminario.

Era medio día y el sol implacable se adueñaba de las calles que yacían baldías. Después de una corta caminata ambos decidimos volver al hotel y ordenar servicio a la habitación, quizás en la noche las tiendas estarían abiertas.

Pase la tarde leyendo mis apuntes a tratar, repase algunas notas, mañana hablaríamos sobre el cultivo de plantas medicinal, algo de lo que en esta villa estaban orgullosos. Poseían un vasto invernadero repleto de plantas y hierbas medicinales encontradas en el país y países aledaños.

A mi cabeza llego la imagen de Gaara, a él le gustaban los cactus. Me deje caer de espalda sobre la cama. Pronto él se casaría; la boda sería el miércoles, así que tenía mañana y el martes para encontrar alguna forma de hablar con él.

— ¿Qué le diré? ¿Qué voy a hacer cuando le vea? —dije mientras veía el techo de mi habitación. —No sé qué siento. Quiero verle pero tengo miedo. Siento culpa, y quiero esconderme de todos.

Tome las sabanas y me volví un ovillo. Ahí me quede y sin darme cuenta me dormí. Para cuando desperté todo se hallaba en penumbras. ¿Cuánto había dormido? Revise mi teléfono, eran las tres de la mañana. Salí de la cama y me dirigí a la ventana para sentir en mi rostro el frio y fresco aire de la noche. Las casas afueras eran pequeñas, con ventanas circulares; el vidrio de estas se encontraban giradas para dejar entrar el fresco de la noche, el invierno aquí era generoso, seguramente el verano resultaría realmente duro.

La ciudad trabajaba aun a esas altas horas, aunque parecían estar decorando las calles, personas iban y venían. No vi muchos vendedores, parecían atareados con los preparativos de lo que ocurriría en unos días, observe a unos hombres llevar una carreta repleta de atavíos para construir algo. Me volví para buscar un abrigo y salir a dar una vuelta, no volvería a dormir, yo me sentía fresca y renovada; llena de energía, lamentablemente eran las tres de la mañana y el desayuno se servía a partir de las sietes. Camine un par de calles para dar entre una de las avenidas principales. La aldea era como una tela de araña, nueves calles nacían del centro y se extendía hasta dar con la muralla de roca. Y entre estas se alzaban edificios y vivienda hechos de arcilla para mantener el interior fresco, unidos por puentes techados como túneles con ventanas para evitar el sol.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora