Capítulo 24: Carmesí y borgoña

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Su boca beso mi mentón hasta subir a mis labios, donde por quinta vez esta noche me besaba. Aprecié su lengua indagar con avidez. Yo deje que hurgara en mi boca, y para acentuar más el beso, rodee su cabeza con mis manos, enterrando mis dedos entre sus lacios cabellos.

Él me rodeo la espalda con sus fuertes brazos, sentía su calor emanar de su cuerpo. Mi piel rogaba por más, quería explorar mucho más. Deje resbalar mis manos a lo largo de su cuello hasta que mis palmas tocaron sus pectorales por debajo de su abrigo. Él corto el beso para verme a los ojos, aquellos pozos oscuros como la noche me sondearon con tal deseo que deje de respirar por unos segundos.

Estaba cautivada. Él toco mi labio inferior con su pulgar sin dejar de ver mis ojos. Su cabeza se inclinó un poco como intentado buscar un mejor ángulo para lo que fuera que estuviera descubriendo en mi mirada. Su mano bajo a mi barbilla y me acerco para besarnos de nuevo. En esta ocasión yo tome la iniciativa de indagar dentro de sus labios, tocar sus dientes, entrelazar nuestras lenguas en un juego de vaivén. Sus manos sujetaron mis caderas, apretándome contra su cuerpo.

Sabía que este no era el lugar para lo que hacíamos. Y aunque la estación de tren estuviera vacía a tan altas horas de la noche, una mujer respetable no andaría haciendo esto en público.

Mujer respetable. Sabemos que no quieres ser nada respetable esta noche.

Sí, mi inner tenia razón. Deseaba que Itachi me faltara todo el respeto. Mi cuerpo gritaba por más toques, más caricias. Y un minuto más tarde, percibí en lo bajo de mi estómago, que el Uchiha deseaba lo mismo.

— Debemos... — intente decir entre jadeos — aquí... aquí no...

Itachi corto el beso y se apartó con el dorso de la mano en su boca. Era como si intentara buscar su compostura. Yo respiraba agitadamente. Mis orejas y labios ardían.

Unos segundos más tarde el Uchiha me confronto menos agitado. Nos vimos sin decir palabra alguna, veía el deseo en aquellos pozos tan oscuro como la noche.

— ¿Quieres ir a mi casa? — pregunte.

— No — dijo y mi decepción fue obvia — Vayamos a la mía, está más cerca.

— La zona Uchiha esta más lejos que mi casa.

— Yo no vivo allá ¿Pensabas que vivía con mis padres? — una escueta media sonrisa ilumino su rostro con sorna.

— Seria algo extraño vivir con tus padres, pero he visto como viven los Hyuga y no sé, pensé que ese era el protocolo de las grandes familias.

— Lo es — Itachi me extendió la mano para que se la tomara — Hace unos meses me independice de la familia Uchiha. He rentado un apartamento — confeso mientras comenzábamos a caminar fuera de la estación de tren.

— ¿Por qué? — inquirí expectante.

Él no respondió de inmediato. Ambos seguimos la calle en dirección a la zona donde se alzaban las nuevas construcciones con edificios y apartamentos modernos.

— Aunque tengo privacidad con mis padres, no es como que pueda llevar a alguien — yo le advertí de soslayo —. Supe que me iría cuando tuviera la justificación para hacerlo. No es que no pudiese irme, es sólo que nunca tuve la excusa.

— ¿Puedo preguntar cuál es la excusa?

Él volvió a sonreí de lado.

— ¿No lo sabes? — él volteo a verme — Hace unos meses una entrometida medico se hizo paso tanto en mi caso como en mi vida.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora