Capítulo 4: Madre guardián

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Notas del autor:

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Me encantaba el auditorio. Era grande y emanaba un aura de sabiduría. Cuando me imaginaba cómo serían los locales en la universidad, siempre pensé que lucirían así. La pared de vidrio que daba al noreste resultaba una solución fresca e innovadora. Lograba ver el campus y a su vez el sol entraba y calentaba los asientos.

Sorbí mi té. El día era gélido pero el sol nos consolaba con su calidez. Escondí mis manos en mi suéter amplio de un rosa suave. Diez minutos más tarde los demás comenzaron a llegar hasta llenas tres-cuartos del auditorio. Observe a un hombre alto de cabello fuego y tatuaje en la frente. Unas chicas le siguieron con la mirada mientras él subía los escalones y luego cuchichearon entre ellas.

— Buenos días — Gaara me saludo con su intrínseca voz calmada y áspera.

— Buenos días — respondí. Observe como se despojaba de su chaqueta de cuero y bufanda. Llevaba una camisa blanca, pantalones de mezclilla y botas de cuero — ¿Tuviste un buen viaje? — él asintió y coloco cuidadosamente su chaqueta en el espaldar de su silla.

— Fue un viaje muy ameno. Gracias por preguntar — Sentándose, ubico su mochila de estilo cruzado sobre la mesa y extrajo una pequeña caja con un moño en la tapa —. Esto es para ti. Un suvenir de Suna — dijo extendiéndome el regalo.

Yo lo tomé entre mis manos y me quede viéndole un instante. Entonces miré a Gaara y le agradecí sinceramente. Era un detalle de su parte muy conmovedor.

— ¿Puedo abrirlo?

— Adelante.

Dentro de la caja reposaban dos horquillas para el cabello. Sobre estas una flor de cerezo estaba esmeradamente tallada. Yo tenía algunas horquillas en mi apartamento, pero eran de las que vendían en el supermercado. Estas eran cien veces más hermosas.

— No debiste. Debió costarte mucho —lo observe con un trasfondo de inquietud.

— Mi hermano Kankuro es bueno tallando madera. Le encargue estas horquillas como pago por un viejo favor que me debía —una suave sonrisa se dibujó en su rostro.

— Tu hermano tiene talento — acoté advirtiendo los esmerados detalles de las flores. Este era sin duda un regalo que atesoraría —. Gracias de nuevo —reiteré. Sin advertencia me levante de mi asiento y le bese en la mejilla.

Mi intención de sorprenderlo funciono perfectamente. Gaara parpadeo un par de veces tratando de asimilar lo que había hecho. Segundos luego me sonrió tan cálidamente que mi corazón se derritió con su dulzura.

Quizás influido por el momento él tomó las dos horquillas en sus manos y dijo: —Este presente tiene un propósito — con su mano surda aparto uno de mis flequillos y lo ató con una de las horquillas. Luego repitió lo mismo en él otro lado —. Observé como tu flequillo y tu sujetaban ciertas discrepancias la semana pasada, y pensé que esto te ayudaría a concentrarte mejor.

Yo estaba roja como un tomate. Primero por la proximidad de su cuerpo. Segundo por su habilidad de observación y rapidez para actuar. Por último por su exquisita colonia que emanaba un olor varonil.

A la llegada de Rin-sensei ambos nos acomodamos en nuestros asientos y prestamos atención a la clase. Me lleve una mano a mi cabeza para sentir la horquilla. Algo dentro de mí se llenó de calidez y las mariposas volaron por todo mi estómago.

Tus mentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora